1994
Helena
Enero
Llevábamos unas pocas semanas desde que volvimos de las vacaciones de navidad, ya medio ciclo escolar recorrido, y las cosas ya se habían desmoronado un poco, pero el verdadero derrumbe apenas estaba por suceder.
Antes de irnos, Jean se había apartado por completo de nosotros. Solo se le veía con Nadya, y muy esporádicamente, en el área común junto a Hedric y Steve. Por supuesto que yo lo extrañaba como al aire para respirar, pero mis amigos se esforzaban por animarme. May siempre estaba a mi lado, y Alek me recordaba constantemente lo cobarde que era por no encararme después de lo sucedido con el diario, y cómo no valía la pena por ello.
Mi mente me decía todo el tiempo que él nunca vio en mí nada más que una niñata de la que quiso alejarse para no seguir ilusionando. Se alejó tan rápido y sin darle importancia, que me daban ganas de llorar. Mandó al carajo nuestra amistad sin mirar atrás, y yo me autocastigaba más de la cuenta por eso.
Sin embargo, me decía a mí misma que esa era la única razón por la que se había alejado, y no que entre Nadya y él había algo, como se escuchaba en los pasillos del internado. Rogaba al cielo, a Dios y a todos los santos que no fuera así.
El día que realmente me rompí fue en San Valentín.
Estábamos en la cafetería de manera habitual, Hedric me había dado doble ración de su postre como habíamos acordado, "Tómalo como regalo de San Valentín, boba" me dijo. Entre las chicas y yo nos habíamos hecho cartas en el taller de manualidades, y las leíamos todas juntas. Alek me había dado magdalenas de betún rosado que había comprado más temprano, y también estaba a mi lado cuando ellos entraron.
Todavía puedo cerrar los ojos, y recordar la sensación amarga que me inundó. Como sentí mi estómago caer hasta mis pies y el aire detenerse en mis pulmones.
Ambos reían y Jean llevaba su brazo enrollado por los hombros de ella con camaradería. A Nadya se le veía envidiablemente radiante.
De pronto, la cara de la chica se giró hacia él, contemplativa, se mordió el labio inferior y le besó la mejilla, a muy pocos centímetros de la comisura de sus labios. Jean abrió los ojos, sorprendido como un tonto y volteó a verla, pero el transcurso de su mirada se interrumpió al encontrarse con la mía.
Su sonrisa cesó y su semblante se puso tenso. Nadya siguió el curso de sus ojos para encontrar el motivo de su expresión.
No quise ver más y bajé la mirada a la mesa. Sentí una sacudida en mi interior que subió desde la boca del estómago, atravesó mi garganta y aterrizó en mis lagrimales, desgarrando todo a su paso. El ardor que sentía por dentro me hizo sentir mareada, cerré los ojos con fuerza y conté dentro de mí mis respiraciones para asegurarme de estarme oxigenando y no caer estampada en el suelo desmayada.
«Respira, respira».
Apoyé ambas manos en la mesa para impulsarme. Una vez de pie, aceleré el paso para salir de la cafetería. No quería ir a mi cuarto, ya que sabía que sería el primer lugar en donde me buscarían May y Alek, y no me apetecía ver a nadie en ese momento.
Me dirigí a los cubículos y me encerré en el último: en el nuestro. Me pareció poético ir a finalizar ahí lo que había comenzado, si es que alguna vez había empezado algo, que cada vez me parecía más un espejismo en mi cabeza que una realidad.
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Desvíos
RomanceHelena, una chica muy sociable y traviesa, conoce a Jean, quien ha vivido toda su vida en educación personalizada en casa, motivo por el cual no tiene un solo amigo de su edad. Al encontrarse en un prestigioso internado musical en Londres cuando son...