2012Jean
Julieta llevaba meses yendo a terapia, se le veía más despierta, más vívida, más soñadora, y también más alejada. Su silencio me estaba enloqueciendo, me sentía un extraño en mi propia casa, me sentía impotente. "Dale tiempo", me había dicho Luke. Pero el tiempo era lo único que le había dado y ya era hora de empezar a recibir algo a cambio o iba a explotar en cualquier momento.
La vi entrar distraída en su móvil sin percatarse de que me encontraba sentado en la sala. Carraspeé la garganta y ella dio un salto de sorpresa.
—¿Qué tal te ha ido? —pregunto con cotidianidad.
—Bien —responde tajante e incómoda mientras intenta adentrarse en la casa.
—Julieta —digo apresurado poniéndome de pie—. Tenemos que hablar.
Veo que se encoge de hombros mientras me da la espalda.
—¿Sí?
—De frente, si se puede.
Se gira lentamente con la mirada baja.
—Julieta... La situación me está superando, ha pasado más de un año que...
—Necesito tiempo.
—¿Tiempo para qué? Discúlpame que te lo diga, pero no puedo evitar sentirme rechazado por ti. Ha pasado más de un año del nacimiento de nuestra hija, ¡Y tú y yo no hemos tenido ni una sola conversación desde entonces!
Ella se estremece.
—Para saber qué hacer.
Tardo unos segundo en entender que su respuesta va dirigida a mi primera pregunta. ¿Tiempo para qué?
—¿Hacer? ¿Qué quieres decir con eso?
—No sé si quiero seguir con esto, Jean.
—¿Seguir? ¡De qué estás hablando, joder! ¡Te he dado espacio por más de un año esperando a que regreses! ¿Y ahora me dices que no quieres seguir?
Julieta frunce el ceño con aparente molestia.
—Fue muy duro darme espacio mientras te la pasabas babeando al celular, ¿no? —dice sin levantar la mirada.
—¿Babeando? Joder Julieta, ayúdame por favor. ¡No sé de qué coño hablas!
—El nombre de Helena Franco, ¿te suena?
La respiración se me corta de golpe al escuchar su nombre. ¿Cómo? Alzo ambas cejas, siguiendo en mi cabeza todos los caminos explicativos, los cuales dirigen a un solo lugar: Luke.
—Lo que sea que haya dicho Luke...
—Nada, él no me ha dicho nada. Sólo ha respondido.
—¿Y eso qué significa?
—No tiene la culpa de que no tuvieras el cuidado suficiente. Te vi viendo sus fotos. Tantas veces que no podría contarlas. Temía preguntar, no quería, tampoco necesitaba, porque tu cara... —deja la frase al aire, como si fuera incapaz de continuar—. Pero entonces, un día te quedaste dormido con el móvil desbloqueado, y sé que te debo una disculpa por eso, pero...
—Julieta —digo avergonzado—. No es lo que piensas, solo somos amigos.
—No sigas, por favor. Sé que no me fuiste infiel, al menos no físicamente, pero no sé si eso sea mejor o peor.
Se pasó una mano por el cabello completamente incómoda, colorada del rostro, a punto de explotar.
—Leí tus conversaciones con ella —dijo en un tono tan sombrío que me erizó la piel—. Conversaciones viejas, muy viejas.
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Desvíos
RomanceHelena, una chica muy sociable y traviesa, conoce a Jean, quien ha vivido toda su vida en educación personalizada en casa, motivo por el cual no tiene un solo amigo de su edad. Al encontrarse en un prestigioso internado musical en Londres cuando son...