2004Jean
No podía dormir.
Su rostro me torturaba en cuanto intentaba cerrar los párpados. No tenía sentido. Si bien me torturó al principio de la ruptura, llevaba varios meses sin dar tantas vueltas en la cama. Me picaba el cuerpo, como si las sábanas llevarán púas y rasparan en cada movimiento que daba.
Decidí llamarla, pero después de varios intentos me rendí.
Estiré el cuello tronando las articulaciones que se ponían cada vez más tensas.
Sabía que debía dormirme, que seguramente la música del antro era tan fuerte que era imposible escuchar el celular, que me llamaría cuando llegara a casa como habíamos acordado. Pero la picazón de la inseguridad no me dejaba tranquilo.
Decidí llamar a Kim, aunque seguramente me costaría un regaño de su parte, sabía que no podría dormir hasta saber de ella.
"Lo siento Jean, hace más de una hora que se fue a casa."
Si no encontraba un motivo o razón de mi insistencia por saber de ella, Kim acababa de dármelo. Después de que se fuera sola hace más de una hora, todavía no había recibido noticias suyas. Era evidente que Helena no había ignorado mi llamada sin motivo alguno.
La preocupación comenzó a apoderarse de mí, ¿y si la habían robado?
Mis manos se movían inquietas, apretando y soltando mientras trataba de liberar la tensión. Solo esperaba que ella estuviera bien, tal vez sin su celular, pero a salvo.
¿Y qué más podía hacer? Joder.
La llamé de nuevo sin esperanza, y después de varios tonos, contestó. No emitió sonido, pero su respiración se sintió como un calor reconfortante en el pecho de alivio.
Y entonces sucedió lo que temía, y mucho peor: escuché su llanto, lleno de pánico, incertidumbre, y terror. Se rehusaba a hablar, pero yo no podía permitir que colgara la llamada en ese estado.
Comenzó a explicar. Y con cada palabra que pronunciaba, yo me rompía en pedazos.
Qué putada sentirse tan jodidamente impotente. Que desgarrador amar alguien y ser lo suficiente idiota para permitirte estar lejos y ser un completo inútil en sus problemas, en su protección. ¿Qué coño podía hacer yo estando a tantos putos kilómetros?
La respuesta se iluminó en mí. No podía llegar esta misma noche a su lado y consolarla, pero podía llamar a May, una de sus mejores amigas, para que la acompañe en lo que yo organizo mi llegada.
Puse la llamada en altavoz, y mientras la escuchaba, escribía un texto a May.
"No puedo explicarte ahora, pero es de vida o muerte que llegues al departamento de Helena lo antes posible, yo llegaré por la mañana. Cuando llegues con ella sabrás todo."
No respondió.
Me ardía el estómago. El ácido que bullía de impotencia me estaba carcomiendo por dentro, y su voz rota desgarraban mis tímpanos, mi pecho.
Decidí hacer algo por los dos, tranquilizarnos. Traernos un recuerdo feliz que eclipsara solo por un momento, la avalancha que nos estaba arrasando.
Llevaba meses sin tocar, y volverlo a hacer, me trajo una calma deliciosa. Un calor en el pecho que mi cuerpo reconoció como un hogar, en la música y en ella.
Pasaron varios minutos, el escándalo del otro lado de la línea me hizo parar la música. La voz era familiar, era May. Sí había leído mi mensaje después de todo.
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Desvíos
RomanceHelena, una chica muy sociable y traviesa, conoce a Jean, quien ha vivido toda su vida en educación personalizada en casa, motivo por el cual no tiene un solo amigo de su edad. Al encontrarse en un prestigioso internado musical en Londres cuando son...