Te he echado de menos +18

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NARRA PEDRI

Una semana para la boda.

Y yo no aguantaba más.

Todo lo estaba haciendo por mi familia y por Maddy.

Eran las dos de la madrugada y estaba en mi jardín, con solo la luna iluminando algo a mi alrededor.

No quería dormir en esa cama.

No con Julia.

Me negaba a ser infeliz.

Pero ellos estaban felices.

Y supongo que con eso me valía.

No sabía si Maddy realmente tramaba algo para tumbar la boda o si solo había venido a regodearse, a reírse de mi.

Pero rezaba porque así fuese, porque tumbase a todo el mundo y me pudiera casar con ella.

Solo con ella.

- ¿Estás melancólico o tu mujer ronca, love? 

Sonreí.

No la escuché llegar y mucho menos la vi en la oscuridad.

Todos estaban durmiendo.

- Puede que ambas. -contesté, mirándola.

Su pelo rubio caía en ondas sobre sus hombros, llevaba una camiseta de Gavi que le quedaba enorme y unos pantalones cortos anchos de color gris.

Caminó hacia mi y se sentó a mi lado en la hamaca.

- Te eché mucho de menos, ¿sabes? todos venían a verme o me llamaban y tu no lo hiciste, simplemente desapareciste y de repente estabas comprometido. -comentó, no me miraba a mi, miraba el cielo, a las estrellitas que brillaban.

- No supe como decirte nada, pasó todo muy rápido, te debo una explicación. -aseguré.

- No me debes nada, lo sé todo, y no pienso dejar que eso decida tu futuro. -contestó, segura.

- Va a decidir tu futuro, Maddy, y el de mi familia. -contesté.

- No pienso dejar que eso pase, déjamelo a mi. -la veía tan segura y tranquila con el tema, que no quise darle más vueltas.

- Yo también te eché de menos, los Pablos me contaron que estuviste saliendo con algunos chicos, pero que no llegaban nunca más allá de las dos citas. -comenté.

- No se arrodillaban ante mi. -bromeó y chocó su hombro contra el mío.

- Siento todo lo que pasó, Maddy, siento no haber sido tu camino. -admití.

Ella soltó una risita y me miró.

- Nuestra historia no ha tenido un final, love, estamos en el segundo libro, y suelen ser los mejores. -se encogió de hombros y no pude evitar sonreír.

- ¿Cómo vas a hacerlo? -pregunté, refiriéndome a la boda.

- ¿Desde cuándo haces tantas preguntas, love? estamos solos, te he echado de menos y me muero porque me toques, ¿o prefieres que me vaya con los Pablos a la habitación? -preguntó, mirándome, sus ojos azul hielo clavados en los míos, la luz de la luna reflectándose en los suyos.

Joder.

Con solo eso me acababa de poner cachondo.

Con esas malditas palabras.

Nadie nos iba a ver ahí.

Todos dormían.

Enredé mi mano en el pelo de su nuca, atrayéndola hacia mi, dejando nuestros labios a escasos centímetros.

- ¿Vas a ser silenciosa, amor? no querrás que nadie te escuche. -susurré.

- Ojalá me pudiesen escuchar todos. -jadeó ella, con los labios entreabiertos.

Santo cielo que mujer.

Estampé mis labios contra los suyos casi de forma brusca.

Ella gimió en mi boca yo casi pierdo el control solo con eso.

Se movió, tomando el control de la situación y se sentó a horcajadas sobre mi, sintiendo como mi erección empujaba contra su centro.

Esos pantalones de pijama no ayudaban mucho.

- La próxima vez, ponte una camiseta mía. -gruñí, quitándole la camiseta que olía a Gavi, dejándola desnuda, no llevaba sujetador.

- La próxima vez, ven a dormir tu conmigo. -contraatacó ella.

Solté una risita.

Pero mi boca acabó en sus pechos.

Lamiendo y jugando con sus pezones mientras ella se retorcía y gemía de forma suave, intentando ser lo más silenciosa posible.

La adoraba.

La había echado tanto de menos que me dolía la maldita entrepierna con solo tenerla así.

Era mi chica.

Siempre había sido ella.

Me importaba una mierda que esto estuviese mal.

Julia no era nadie.

Maddy lo era todo.

Ella metió las manos debajo de mi camiseta, acariciando mi abdomen y tirando de la tela hacia arriba.

- Igualdad de condiciones, love. -sonrió cuando consiguió quitármela y sus manos bajaron al elástico de mis pantalones de chándal.

Iba a matarme.

Se levantó y dejó que sus pantalones y su ropa interior se deslizaran por sus piernas, cayendo a su pies.

Yo también estaba dispuesto a caer a sus pies.

Luego se acercó a mi y me ayudó a quitarme los pantalones y los calzoncillos.

Mi erección estaba más que lista para ella y al verla, sonrió.

- Le he robado un condón a Gavi. -habló, con una risita, sacando del bolsillo del pantalón en el suelo el maldito condón.

Me reí.

Tuve que reírme.

Era increíble.

Se agachó y me puso el condón ella.

Yo gemí ante el tacto de sus manos.

Se levantó y fui yo el que la sentó en mi regazo.

Mi erección en su entrada y ella moviéndose, metiéndola cada vez más y más en su interior.

Quería gritar.

Quería que ella gritase mi nombre y toda la maldita casa la escuchase.

Entré por completo en ella y se enredó en mi cuello, mordiendo mi hombro para no hacer ruido.

La amaba, joder, la amaba más que a nadie.

Su cuerpo empezó a moverse sobre el mío, encajando como dos piezas de puzzle.

Subía y bajaba, a un ritmo rápido.

Nuestros cuerpos chocaban uno contra el otro, creando un ruido sordo, la había echado demasiado de menos.

Bajé mi boca de nuevo a sus pechos.

Y sentí como se cerraba contra mi, atrapándome con ella en un orgasmo que lo derrumbó todo a su paso.

Enterré mi cara en su cuello, al igual que había hecho ella.

Y nos quedamos un rato así, quietos.

Disfrutando del poco tiempo que podíamos estar así, solos, juntos.

No sé cuando se levantó y se fue.

Solo sé que me quedé ahí, quieto, recordando cada segundo y pensando en como iba a ser capaz de caminar hacia ese altar y no verla a ella venir hacia mi.

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se vienen cositaaaaas

Strangers +18 - Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora