NARRA MADDY
Estaba cenando en casa, con Frenki y Mikky cuando aparecí en las noticias y todo mi cuerpo se tensó.
A cada palabra que decía la presentadora, los recuerdos volvían y mi alma se rompía cada vez más y más.
Ninguno de los dos dijo nada, hasta que Frenkie apagó la televisión.
- Me voy a mi cuarto. -me levanté y salí corriendo.
Me encerré en mi habitación, acurrucándome en mi cama.
La puerta se abrió un rato después y mi hermana entró con cuidado, se acercó y se tumbó a mi lado, acariciándome el pelo con cuidado.
- No es tu culpa, nada de lo que pasó, no hagas caso a las noticias, a nada de lo que veas, te mereces mucho más que esa vida, Madds. -susurró con cuidado.
- No puedo dejarlo todo atrás, no sé como hacerlo. -admití y las lágrimas salieron por fin.
- No será fácil, pero ahora estamos todos contigo, si necesitas apoyarte en los chicos, estoy segura de que ellos entenderán lo que pasó. -aseguró.
- No pueden saberlo. -dije de inmediato.
- Descansa, mañana iré contigo al primer día de psicólogo, y verás como todo irá bien. -aseguró de nuevo y besó mi cabeza.
No contesté, me quedé durante no sé cuanto tiempo sollozando en mi cama, sabía que Mikky no tenía la culpa, ni nadie de los que me estaban ayudando, pero no quería ver a nadie.
Yo no merecía esto.
No merecía tener a gente que me quería a mi alrededor.
No después de eso.
Escribí una despedida en un trozo de papel y lo dejé encima de mi escritorio.
Cogí mi teléfono, eran las dos de la mañana y todo el mundo ya estaba dormido, así que sin saber muy bien que hacía, salí de casa.
Podía ser rápido y nadie iba a echarme de menos.
Algún puente, pensé.
Mis piernas caminaban solas por la calle.
Llegué caminando por una carretera a un puente lleno de agua debajo, caída segura y rápido.
Abrí mi teléfono y mis dedos entraron en la conversación con Pedri sin darme cuenta.
Y empecé a escribir.
"No te odio y me hubiese encantado poder conocerte en otro momento, porque creo mucho en las almas gemelas, en el destino y puede que tu fueses la mía, love, tus ojos no mienten"
Le di a enviar, pero lo borré de inmediato.
Él se hubiese reído de mi.
Seguí caminando, alejándome del puente, llorando cada vez más, con el frío calándose en mis huesos.
Un mensaje suyo me llegó, pero no lo miré.
Caminé durante horas a la oscuridad, la ciudad cas vacía.
Hasta que lo vi en una calle, su coche, su mini verde, me acordaba de la matricula y vi que estaba aparcado delante de una casa muy bonita y me acerqué.
Iba a tocar.
Eran casi las seis de la mañana y escuché que alguien abría la puerta, así que me escondí.
Un chico parecido a Pedri salió y se metió en un coche, alejándose de ahí.
Debía de ser su hermano.
Intenté tocar el timbre, la puerta, llamarlo, pero no me atreví.
Me senté en los escalones y lloré mientras el sol iba subiendo y yo me quedaba dormida en el portal.
Una voz gritando mi nombre horas después de despertó y cuando vi sus ojos, mi corazón se rompió, el miedo en ellos eran tan grande que me sentí culpable de nuevo.
Me disculpé, sollozando en su pecho y dejé que me entrase en su casa y me ayudase a desvestirme.
Quedé totalmente desnuda delante de sus ojos y el miedo me invadió, pero él no me miró.
Sus ojos estaban centrados en los míos.
Los suyos tan cálidos y los míos tan fríos.
Me ayudó a entrar en la bañera y se arrodilló a mi lado, cogiendo una esponja y llenándola de jabón.
Tenía tanto frío que no podía ni mover los brazos.
Lo miré, él esperaba mi respuesta, mi confirmación para lavarme.
- ¿Por qué me miras así? -pregunté.
- ¿Cómo? -preguntó.
- Como si no estuviese rota, como si fuese lo más bonito que has visto en tu vida. -admití, así me sentía cuando él me miraba.
- Déjame ayudarte y llevarte a casa, Maddy. -pidió y empezó a mover la esponja contra mi cuerpo, por los hombros y brazos.
No pasó de mi estómago, ahí me dio la esponja a mi y yo lo hice.
No bajó en ningún momento la mirada, más que a mi hombro lleno de jabón, al que, con mucha suavidad y cuidado, retiró toda la espuma con la mano, revelando mi tatuaje.
- ¿Qué te pasó, Maddy? -su voz sonó rota y mi alma se agrietó una vez más.
- Hay gente que solo quiere verte hundida. -fue lo único que me atreví a contestar.
- Fueron tu mejor amiga y tu novio, ¿verdad? -preguntó y yo asentí.
No dijo nada más, se acercó a mi hombro y besó el tatuaje con cuidado.
Mi cuerpo se estremeció.
Estaba desnuda ante él y no me sentía incómoda después de todo.
Se levantó y cogió una toalla, ayudándome a salir y envolviéndome con ella.
Me sacaba casi una cabeza, estaba delante de mi y me miraba de una forma que no entendía, no sabía qué veía él en mi, pero veía más que los demás.
- Prométeme que no vas a volver a irte de casa así, no sé que fue exactamente lo que pasó aunque pueda hacerme una idea, pero ahora no estás sola, ódiame, mírame mal y insúltame todo lo que quieras, pero no pienso irme, ahora estás a salvo, estás con gente que nunca te haría daño. -habló.
Levantó su mano, con el meñique extendido.
- ¿Qué es eso? -pregunté mirándolo.
- Una pinky promesa, prométeme que lucharás contra todo lo que llevas encima y saldrás adelante, con todos nosotros detrás. -pidió.
Levanté mi meñique y lo entrelacé con el suyo.
- Lo prometo. -aseguré.
Y lo iba a intentar.
Me llevó a casa un rato después, vestida con su ropa, y mientras yo me acurrucaba en los brazos de mi hermana y de los Pablos, él le explicó a Frenkie como me había encontrado.
Él sabía o intuía lo que me había pasado, y aún así no se había alejado, no le daba asco tocarme y sus ojos no habían cambiado en la forma de mirarme.
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ai mis niños, se está abriendo la caja de pandora poco a poco y creo que vais a sorprenderos un poco con esta historia
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Strangers +18 - Pedri González
FanfictionMaddy, la hermana de Mikky y cuñada de Frenkie se muda a Barcelona después del desastroso final en su última pasarela en Nueva York. Personas nuevas, mundo nuevo. Un extraño que no sabe servir una cerveza, de ojos marrones y con acento canario puede...