-Es raro, ¿no?- Dijiste saliendo de la ducha. Hacía ya varios días que apenas pasabas por tu habitación.
-Seguro que es una coincidencia, ya viste el lío de papeles que tenía.- Dijo Marilyn, saliendo detrás de ti.
Hablabais de hacía unos días, en el despacho de tu tía. Aquella antigua noticia que estaba encima de su mesa rondaba tu mente. Mientras te secabas seguías teorizando, intentando encontrar una relación entre los sucesos acontecidos y ese viejo recorte de periódico.
-Tal vez el monstruo ya rondaba por aquí desde ese entonces.- Sugeriste, pasándote la toalla por la cabeza.
-Eso es imposible.- Dijo Marilyn, tal vez demasiado segura. La miraste y arqueaste una ceja.
-¿Cómo puedes estar tan segura? Espera, tú estuviste en esa casa de acogida, ¿no?- No te gustaba hacer ese tipo de preguntas, pero creías que era importante. Marilyn agachó un poco la cabeza y asintió.
-Sí, pero en el 92, y sólo fue una semana.- Te dijo suspirando. Te acercaste a ella y besaste su hombro desnudo.
-Oye, lo siento, no quería recordártelo, sólo... Bueno, ya me conoces- Dijiste apoyando tu barbilla en ella.
Marilyn llevó una mano a tu cabeza y te acarició como le permitía su posición.
-No pasa nada, cielo.- Te dijo suavemente.
-Pero no sé, hay algo que me escama, es como si Larissa nos ocultara algo.- Dijiste, empezando a vestirte.
-Seguro que nos lo dirá cuando ella crea conveniente.
-Oh, sí claro, porque un reguero de cadáveres en el bosque no es lo suficientemente conveniente.- Ironizaste.
-No te comas tanto la cabeza, Sarah, será mejor que pienses en qué vestido vas a llevar este sábado. Porque yo ya tengo el mío, y es insuperable.- Te dijo divertida, mientras se maquillaba.
-Me gustas más cuando no llevas nada encima.- Dijiste, mientras le guiñabas un ojo.
Marilyn te miró y sonrió. Vuestro pequeño coqueteo matutino fue interrumpido por unos golpes en la puerta. La pelirroja suspiró y fue a abrir.
-Buenos días Marilyn.- Dijo Larissa. Rodaste los ojos al oír su voz, otra vez. –Iba a llamar a la puerta de Sarah, pero no quiero perder el tiempo.- Dijo, pestañeando rápidamente.
-Tal vez si te dignaras a cambiarme el colchón podría dormir en mi habitación.- Dijiste tú, apareciendo en escena. –Espera, ¿no vas a poner el grito en el cielo?- Preguntaste, dándote cuenta de que no pareció importarle el hecho de que estuvieras allí.
-¿Y de qué me iba a servir? Lo harías de todas formas.- Te contestó.
-¿Para qué has venido?- Preguntaste impaciente.
-He venido para deciros que esta tarde prepararán la sala para el baile.- Dijo. –Ya podéis traer lo que habéis encargado, debo decir que vuestra idea es de las mejores que he oído en los últimos años.
-Oh, ¿Y eso no podía esperar?- Preguntaste algo molesta.
-Teniendo en cuenta que es jueves, y el baile es el sábado, yo creo que no.- Te dijo entre dientes, clavándote los ojos.
-Está bien, iremos esta tarde al pueblo a por las cosas y empezaremos con los preparativos.- Dijo Marilyn, haciendo de mediadora entre las dos.
Según se acercaba la fecha del baile, empezaste a tener ganas. No iba a ser como cuando tú estudiabas allí, ahora te tocaría actuar de manera distinta. Afortunadamente te conocías todos los trucos de los alumnos, y las mil y una formas que tenían de sabotear el ponche.
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Las cenizas de un corazón roto
AdventureTu nombre es Sarah Weems. Tu tía te insintió para que ocuparas el puesto de profesora de arte en la academia Nunca Más, pero tú lo rechazaste. Vivías tu vida en Boston junto a tu novia, Emily. Todo cambió después de pedirle matrimonio. Ella rechazó...