Capítulo 27: Una habitación para recordar

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-Nunca había oído esa historia.- Te dijo Marilyn, caminando junto a ti hacia la mansión Gates.

-Por lo visto mi tía es una experta encubridora desde hace muchos años. Pero eso no lo aclara todo. Debemos estar alerta.

La noche era casi cerrada y las pocas farolas que iluminaban el camino parpadeaban de manera siniestra al llegar a las puertas de aquella casa. Un escalofrío recorrió tu cuerpo.

-Hubiera preferido venir de día...- Susurraste. Marilyn no te respondió. Parecía muy inmersa en sus pensamientos. Moviste su mano de manera brusca para sacarla de sus divagaciones.

-Eh, pelirroja, vuelve.- Dijiste. Ella sacudió la cabeza y esbozó una tímida sonrisa.

-Perdón, tengo muchas cosas en la cabeza.- Te dijo, a modo de disculpa.

Ciertamente aquella casa daba miedo por la noche. Marilyn se acercó al enorme candado que había y sacó unas llaves de su bolso. Cuando lo abrió, un chirrido siniestro te erizó el pelo de la nuca.

-Tienes que hacer algo con el ambiente de este sitio.- Dijiste frotándote los brazos, dando pequeños pasos hacia delante. Marilyn te miró, arqueando las cejas.

-No me digas que tienes miedo.- Te dijo divertida.

Tú negaste con la cabeza como si fueras una niña pequeña.

-No, a ver, miedo no... Pero no me gustan las casas abandonadas a luz de la luna, ni las puertas chirriantes...- Dijiste, intentando mantener tu dignidad.

-Venga ven, no tienes nada que temer.- Te dijo, cogiéndote de la muñeca.

Os adentrasteis en los terrenos de la mansión. Habían pasado muchos años desde que tú no pasabas por allí, y el tiempo no había hecho justicia. Un montón de vegetación desordenada poblaba el lugar, como si de alguna manera fueran los propietarios de esa finca.

-Para arreglar esto no necesitas un cortacésped, necesitas un ejército.- Comentaste, intentando así enmascarar el mal rollo que te daba aquel lugar.

-Bueno, poco a poco.- Te dijo sonriente, subiendo unas pequeñas escaleras hacia la puerta principal.

Tú te pusiste a su lado, mirando alrededor.

-Oh, mierda.- Susurró.

-¿Qué pasa?

-La puerta, está abierta.- Te dijo, mirándote asustada.

Te acercaste a la vieja puerta de madera y la empujaste un poco, comprobando que cedía ante tu mano.

-Pues sí, está abierta.- Dijiste, confirmando lo evidente. -¿No te la habrás dejado abierta tú?- Preguntaste

-No, ni hablar. Alguien ha entrado.- Te dijo, entrando en la casa.

Encendiste la linterna del móvil y la seguiste.

La casa por dentro era mucho más aterradora que por fuera. Las paredes estaba completamente destrozadas y todo lo que había allí estaba cubierto por una capa gruesa de polvo. Marilyn pareció ponerse nerviosa, y fue instintivamente hacia una de las habitaciones. No querías quedarte sola allí, así que fuiste detrás de ella.

Abrió una puerta que parecía que se iba a caer al menor movimiento y entró en lo que parecía un despacho. Tú observabas todo lo que había allí. Al parecer ni se habían molestado en saquear aquella casa. En el centro de la habitación había un retrato enorme de lo que parecía una familia, su familia.

Marilyn estaba frente al cuadro, mirándolo con cierta tristeza.

-¿Es tu familia?- Preguntaste, acariciando su brazo. Ella asintió. –Vaya...- Suspiraste, mirando a las personas de aquel retrato. No tardaste en reconocer a Garrett Gates, pero enfocaste la linterna en la niña más pequeña. -¿Eres tú?

Las cenizas de un corazón rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora