-¿Sinclair?- Preguntasteis las dos a la vez, intentando cubriros con las sábanas.
La rubia volvió a apuntar hacia vosotras, como si quisiera salir de dudas. Tú pusiste las sábanas alrededor de la pelirroja, intentando cubrirla.
-¡Baja la maldita linterna!- Gritaste nerviosa. -¿Se puede saber qué rayos estás haciendo aquí?
-Yo... Yo... Lo siento, lo siento...- Contestó Enid, nerviosa, apuntando la luz hacia el suelo.
-¿Qué ocurre, Enid?
Otra figura apareció en la puerta, Miércoles, apuntando su linterna de nuevo hacia vosotras. La joven abrió los ojos manteniendo su expresión de siempre.
-¡Aparta esa luz, mocosa!- Gritaste. Marilyn sólo temblaba, agarrando fuertemente las sábanas. -¿Alguien más?- Preguntaste retóricamente.
Aunque la pregunta fuera retórica, una sombra más se asomó tímidamente por la puerta.
-¿Tyler?- Preguntó Marilyn, reaccionando, sorprendida. El chico hizo un tímido gesto de saludo con la mano, intentando no miraros fijamente.
-¿Qué hacéis aquí vosotros tres?- Preguntaste, intentando buscar alguna prenda de ropa bajo las sábanas.
-Lo mismo podríamos preguntar nosotros.- Dijo Miércoles, impasible como siempre.
Marilyn te miró buscando alguna respuesta que pudieran entender. No había ninguna.
-¿Qué? Esta es mi casa.- Dijo la pelirroja. Te sorprendiste por esa respuesta, pero no dijiste nada.
-¿Tú casa?- Preguntó la morena, entrecerrando los ojos.
-Sí, la compré yo.- Reafirmó Marilyn. En verdad no había razón por la que no pudiera ser cierto.
-¿En serio?- Siguió preguntando. Enid tiró de la manga de su chaqueta.
-Creo que deberíamos irnos.- Susurró la rubia, situándose detrás de los otros dos.
-Ah, no, de eso nada. Vosotros ahí quietecitos. Esperad fuera y ahora hablamos.
Los tres se miraron y se dieron la vuelta, retrocediendo.
-¡Eh, la puerta!- Chillaste. Tyler, con la mirada en el suelo cogió la manija y cerró suavemente.
-Esto es una pesadilla.- Te dijo Marilyn, saliendo de la cama, buscando su ropa con movimientos nerviosos.
Tú rodaste los ojos y empezaste a vestirte también.
-Ahí tienes la explicación de por qué la puerta estaba abierta. Esos tres estaban merodeando por aquí antes de que llegáramos.- Dijiste, poniéndote la ropa.
-Ay, Dios mío...- Suspiró la pelirroja, colocándose sus gafas de nuevo. Tú te acercaste a ella poniendo una mano en su hombro.
-Venga, no lo pienses, podría haber sido peor.- Dijiste, tratando de tranquilizarla un poco.
-¿Peor? ¿Cómo podría ser peor?- Preguntó, abrochándose el vestido.
-Bueno, podrían haberte visto sentada en mi cara. Seguro que se hubieran traumatizado de por vida.- Bromeaste, ganándote un golpe en el brazo.
-No tiene gracia, Sarah. Esta vez nos la vamos cargar.- Dijo, buscando algo con la mirada.
Tú localizaste una de sus botas y la cogiste, dándosela con un suspiro.
-Qué va. Las que están en la cuerda floja son ellas. Se han saltado el toque de queda.- Dijiste, calzándote tú también.- Seguro que podemos llegar a un acuerdo.
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Las cenizas de un corazón roto
AdventureTu nombre es Sarah Weems. Tu tía te insintió para que ocuparas el puesto de profesora de arte en la academia Nunca Más, pero tú lo rechazaste. Vivías tu vida en Boston junto a tu novia, Emily. Todo cambió después de pedirle matrimonio. Ella rechazó...