Había pasado una semana. Las clases iban bien, los chicos parecieron empezar a apreciarte, al menos eso era algo bueno. Tus compañeros poco a poco cogieron confianza contigo, y ya te sentabas con ellos a comer. Guardabas un terrible rencor a tu tía por obligarte a ir a terapia, pero preferías aceptar y callar. Las sesiones no parecían surtir efecto, pero empezaste a guardar el llanto para esos momentos, aunque las palabras de consuelo de Kinbott no servían para nada.
Luego estaba Marilyn. Después de aquel día no volvisteis a hablar. Ni siquiera os saludabais por el pasillo, nada, ningún tipo de contacto. No sentías culpa por ello, por la cara triste que únicamente te miraba al pasar a su lado. Parecía todo mucho más calmado, más seco, menos vivo.
-Bueno chicos, ya es la hora.- Dijiste al sonar el timbre. Los estudiantes dejaron sus cosas y salieron poco a poco del aula. León, como era ya costumbre, se acercó a ti.
-Esta noche vamos a dar una pequeña fiesta en el lago, nada serio, sólo pasar el rato, ¿te apuntas?- Preguntó, apoyándose en el escritorio. Tú arqueaste las cejas.
-León, soy tu profesora, ¿de verdad consideras una buena idea contármelo?- Preguntaste sorprendida.
- Oh vamos.- Dijo él, con la sonrisa traviesa.
-Ni hablar, y da gracias a que no me chive a la directora.- Lo decías en serio. Era algo extraño, pero ahora tú eras la profesora, él el alumno, tenías que hacerte respetar un poco.
-No me fastidies.- Protestó, ahora con cierto miedo en sus ojos.- Está bien, está bien.-
-Anda, lárgate.- Le dijiste, intentando no parecer demasiado severa.
El chico cogió su mochila y un ruido de cristales te puso en alerta. León pareció darse cuenta y aceleró el paso.
Tú fuiste detrás y le agarraste del brazo.
-Eh, eh, eh, ¿Dónde crees que vas?- Le dijiste frenándole en seco. –La mochila, enséñamela.- Exigiste.
Él negó con la cabeza.
-No creo que sea una buena idea.- Dijo, abrazando su mochila con ambas manos.
-León...- Tu tono era amenazante.
El joven se vio acorralado y te ofreció la mochila, bajando la mirada.
Rebuscaste en ella y sacaste una botella de vodka. León se sonrojó y empezó a jugar con su tobillo.
-¿En serio? ¿Alcohol?- Dijiste exhibiéndole aquella botella.
-Pero cuando tú estudiabas aquí...- Intentó disculparse recordándote tus errores de juventud.
- Da igual lo que hiciera cuando era estudiante, ya no lo soy.- Dijiste algo enfadada. Que fueras tan joven no era ninguna ventaja en absoluto, todo el mundo parecía tomarte por tonta.
-Tengo 50 años, Sarah.- Se excusó el vampiro.
-Puede, pero la mayoría de tus compañeros no. Esto me lo quedo yo, y espero que no se os ocurra armar jaleo.
-Vale, vale.- Contestó, un poco intimidado. Sin más palabras, León cogió de nuevo su mochila y se fue por el pasillo.
Tú miraste la botella y suspiraste.
-Hay cosas que no cambian nunca.- Susurraste para ti misma.
Subiste a tu habitación y dejaste la botella en el escritorio. Comprobaste en tu teléfono que nadie se había acordado de ti. Tampoco esperabas lo contrario. Era la hora de comer y te empezó a entrar algo de hambre.
![](https://img.wattpad.com/cover/339769361-288-k742404.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Las cenizas de un corazón roto
PrzygodoweTu nombre es Sarah Weems. Tu tía te insintió para que ocuparas el puesto de profesora de arte en la academia Nunca Más, pero tú lo rechazaste. Vivías tu vida en Boston junto a tu novia, Emily. Todo cambió después de pedirle matrimonio. Ella rechazó...