Un movimiento en la cama te despertó. Pudiste comprobar que era de día. Resoplando te incorporaste, intentando aclarar tus ojos. No estabas en tu habitación, por supuesto, estabas en la suya. La noche anterior fue sorprendente buena, sin incidentes. Por fin podías considerar estar en algo parecido a una relación con esa mujer, que dormía plácidamente a tu lado. Tu vida había pegado un cambio demasiado brusco, pero estabas dispuesta a mantenerlo, a no recaer jamás.
-Eh, pelirroja, despierta.- Le dijiste a Marilyn susurrándole al oído, moviéndola suavemente.
Con un respingo, la mujer abrió los ojos, bostezando.
-¿Qué hora es?- Dijo, al parecer sin ser consciente de dónde o con quién.
-Las 7.- Dijiste juguetonamente, pasando una mano por su cuerpo desnudo.
-¿No tuviste suficiente ayer?- Preguntó, incorporándose también.
Suavemente la empujaste de nuevo contra la cama y te pusiste encima de ella, besándola lentamente.
-Sarah, en una hora tengo que estar dando clase.- Protestó, sin rechazar ninguno de tus besos.
-Tenemos tiempo de sobra.- Dijiste jugando con su mano.
-¿Tú crees? Eso tendré que comprobarlo.- Dijo con la voz suave.
Unos golpes en la habitación de al lado os sacaron de vuestra pasión y os mirasteis asustadas.
-¿Sarah? ¿Estás ahí?- Sonó fuera de la habitación. Era la última voz que querías escuchar.
-Mierda, es tu tía.- Dijo Marilyn, con los ojos muy abiertos.
-¿Pero qué quiere ahora?- Te quejaste, bajando de encima de ella.
-No lo sé, pero está llamando a tu puerta, y no hay nadie en tu habitación.- Dijo la pelirroja. –Te lo advertí.
-¿Se supone que tengo que esperar a tener a mi tía pegada al trasero todo el tiempo?- Preguntaste, recogiendo tu ropa despacio, tratando de no hacer ruido.
-Parece que sí.
Le sacaste la lengua burlonamente mientras te vestías, intentando escuchar lo que ocurría en la puerta de al lado.
-¿Sarah?- Insistía Larissa, golpeando insistentemente la puerta.
Estabas ya vestida, pero no tenías un plan de huida. Miraste a la pequeña ventana y luego a Marilyn, que arqueó las cejas.
-Ya lo tengo, saldré por la ventana.- Dijiste decidida, abriendo un poco la misma.
-De eso nada, ¿quién te has creído que eres? ¿Spiderman?- Reprochó Marilyn, deteniéndote a tiempo de hacer esa locura. Hubiera tenido gracia si la situación no fuera tan tensa.
-Bueno y qué coño quieres que...- No pudiste terminar la frase. Un sonido casi atronador salió de tu teléfono, que descansaba tranquilamente en tu bolsillo.
-Mierda, mierda, mierda.- Lo sacaste rápidamente y sólo fuiste capaz de colgar. -¿Crees que lo habrá oído?- Preguntaste a Marilyn, que estaba petrificada en la cama.
Unos golpes, esta vez en la puerta de Marilyn sonaron, provocando unos nervios casi insoportables.
-¿Marilyn? ¿Estás ahí?- Dijo Larissa tras la puerta.
La pelirroja salió de la cama y te miró asustada. Tú asentiste, indicando que diera señales de vida.
-Eh, sí, sí, un momento.- Dijo, acercándose a ti.
Marilyn te agarró del brazo y te llevó hacia el baño.
-Quédate aquí, tengo una idea.- Te dijo, cogiendo una toalla y poniéndosela alrededor. –No te muevas.
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Las cenizas de un corazón roto
AventureTu nombre es Sarah Weems. Tu tía te insintió para que ocuparas el puesto de profesora de arte en la academia Nunca Más, pero tú lo rechazaste. Vivías tu vida en Boston junto a tu novia, Emily. Todo cambió después de pedirle matrimonio. Ella rechazó...