Capítulo 13: El cuervo se escapó del nido.

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-Has hecho un gesto muy noble hoy, Sarah.- Te dijo tu tía al salir del comedor. Tú moviste la mano quitándole importancia. –Estoy orgullosa de ti.

-No es para tanto, ya me conoces, no puedo callarme nada.- Dijiste divertida. Por fin la actitud de tu tía pareció relajarse un poco. Sólo hacía falta dar la nota un poco.

-No seas modesta, has hecho algo muy bonito por la Srta. Thornhill. Me alegra ver que vas mejorando.

-Ya te dije que estaba mejor, tal vez ahora no necesites espiarme más...- Dijiste, intentando que tu tía te dejara tranquila de una vez.

-Estás haciendo muchos avances Sarah, a lo mejor empiezo a confiar en ti.- Te dijo, contenta.- Para demostrártelo, voy a encargarte algo.

-Oh, más tareas.- Te quejaste.

-Ésta es importante. Necesito que acerques a nuestra nueva alumna a Jericho, tiene que ir a ver a la Dra. Kinbott.

-O sea, de niñera.- Resoplaste disgustada. Querías comprobar lo agradecida que estaba tu pelirroja contigo.

-No me fío de ella, temo que intente escaparse, tu trabajo es que no lo consiga.- Dijo, murmurando.

Te resignaste y asentiste. Igual te llevabas a Marilyn contigo para pasar un poco más rápido el tiempo, igual no era tan mal plan.

-Está bien, iré a buscarla luego, ahora creo que me vendrá bien descansar un poco.- Dijiste, bostezando.

Subiste lentamente a tu habitación. Lo que hiciste era una locura pero la verdad es que no te arrepentías de ello. Era lo correcto, ella lo merecía.

Al entrar en tu cuarto suspiraste y te dejaste caer en la cama, mirando al techo.

Se te estaban cerrando los ojos cuando llamaron a tu puerta. Te levantaste rápidamente y miraste el reloj, por si se te pasaba la hora.

-Hola Sarah.- Dijo Marilyn cuando abriste.

Como ya parecía ser costumbre, te asomaste y miraste hacia los lados, tirando de ella hacia dentro.

Cuando estuvisteis frente a frente, no te dio tiempo a reaccionar. La pelirroja te dio un fuerte abrazo, que le devolviste al instante.

-Nunca nadie hizo anda parecido por mi-. Susurró en tu hombro.

-Bueno, bueno, no es para tanto.

-¿Que no es para tanto? El señor Crownwell me ha tenido media hora en su despacho buscando libros sobre plantas.

-Es que eso es lo normal.- Dijiste apartándote un poco.

-No sé cómo agradecerte lo que has hecho por mí.

Una sonrisa malvada cruzó tu rostro.

-Se me ocurren algunas cosas que podrías hacer.- Susurraste aviesamente en su oído. Ella tembló y te miró con el ceño fruncido.

-Sarah, no es el momento apropiado.- Te dijo cruzándose de brazos. –Pero...

-¿Pero?- Tus ojos se te iluminaron.

-Pero me gustaría hacer algo esta noche.- Dijo, apartándote el pelo en la oreja.

-¿Cómo qué?- Preguntaste con voz sexy.

-Como una cena especial.- Dijo, dándote un breve beso en los labios.

-¿Cómo de especial?

-Tú ven al invernadero a las 7 y media.- Dijo, dirigiéndose a la puerta.

-Eh, eh, eh espera, espera. Tengo que llevar a Miércoles a la terapia con la Dra. Kinbott. He pensado que podrías venirte y tomamos un café.

-Lo siento, no puedo. Tengo muchas cosas que preparar.- Te guiñó un ojo y salió de la habitación.

Las cenizas de un corazón rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora