Acto 1, Capítulo 1: Esa no es Sarah Weems

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Te sentaste frente a la mesa del despacho. Recordaste cada una de las veces que estuviste allí, rindiendo cuentas de tus travesuras a tu tía. Ahora los motivos eran distintos. Cuando el amor de tu vida rechazó casarse contigo, decidiste dejar de lamentarte y cambiar de aires. Tu tía, Larissa Weems, era la directora de Nunca Más, la academia donde estudiaste durante tu adolescencia.

-Me alegro que hayas decidido aceptar el puesto que te ofrecí hace un año.- Dijo, satisfecha.

Era cierto, hacía un año ella te ofreció enseñar arte en la academia. Tú lo rechazaste, vivías tranquilamente, con Emily, en Boston. Tuviste que tragarte tu orgullo cuando las cosas se pusieron feas. Pasaste por una terrible depresión que duró meses, antes de decidir qué hacer con tu vida después de esa desdichada propuesta fallida de matrimonio.

No respondiste a esa afirmación. Por tu cabeza pasaban miles de recuerdos dolorosos de aquella noche terrible, en la que, arrodillada frente a la mujer que amabas, sentiste la mayor vergüenza y humillación de tu vida.

-¿Sarah?- Larissa te trajo de nuevo a la realidad.

-Sí, perdón, ¿qué me decías? Estoy un poco despistada, acabo de llegar- No podías escuchar a nadie que no fueran tus pensamientos.

-Te decía, que me alegro que hayas aceptado el puesto finalmente.- Larissa repitió, hablando más despacio para que tu cabeza pudiera interpretar bien sus palabras.

-Oh, sí, bueno, ya sabes... Tampoco es que tuviera muchas opciones después de... En fin.- Fue tu respuesta. Tu tía te miró con lástima y te cogió la mano, acariciándola suavemente. Ese tipo de gestos lo único que hacían era ponerte más triste, sentiste como los ojos se te llenaban de lágrimas.

-Siento mucho lo que pasó, nadie en la familia se esperaba eso.- Su tono era suave y tranquilizador, aunque no te tranquilizaba demasiado.

-Pues anda que yo...- Suspiraste.

Naturalmente después de una relación de 4 años, nadie creía que algo así podría ocurrir. Pero claro, que Emily estuviera engañándote con tu compañero Brad ni tú lo esperabas.

-Bueno, no le demos más vueltas, lo importante es que estás aquí, por fin.- Larissa quiso dejar esa conversación. Tus ojos parecían indicarle que no te hacía ningún bien recordarlo. –Aquí tienes, tu horario y las llaves de tu habitación. Ponte cómoda, mañana es tu gran día, hoy puedes dar una vuelta por el colegio, recordar viejos tiempos...

-Bien, gracias.- Dijiste cogiendo el sobre.

Te quedaste parada por un momento, analizando la situación. Cuando tu tía se aclaró la garganta te diste cuenta de que era el momento de irse.

-Planta de arriba, tercera puerta de la derecha.- Te dijo, adivinando tu siguiente pregunta.

Asentiste mientras te levantabas de la silla.

Recorrer ese lugar era extraño. No hacía ni 7 años que estabas allí estudiando, sin preocupaciones más allá del baile Rave'n, o de aprobar los exámenes. Recordaste las travesuras que hiciste allí, y cómo lograbas sacar de quicio a tu tía. Querías demostrar que no serías una especie de protegida al ser familiar de la directora, y aprovechabas tu habilidad de controlar el fuego para dar a los profesores algún que otro susto.

Llegaste a la puerta indicada y diste un suspiro de resignación mientras metías la llave en la cerradura. Un crujido desagradable sonó en esa pequeña habitación vacía. Un armario, una mesa de escritorio y una cama que no parecía demasiado cómoda, eran los únicos muebles del lugar.

-Menos mal que vine aquí para dejar de deprimirme.- Dijiste para ti misma, dejándote caer en la cama. Una nube de polvo salió del colchón, provocándote una terrible tos.

Las cenizas de un corazón rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora