Capítulo 25

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A eso de las ocho y media, cuando el sol no llevaba mucho rato de haberse puesto, los muchachos se apartaron algunos metros de la casita del árbol y la miraron con satisfacción.

Habían sacado unas luces festivas a pila y las estaban usando para iluminar el interior, que se veía como un sueño. Habían traído un colchón inflable que entraba a duras penas en el pequeño cuadrado de madera, junto con un par de bolsas de dormir, una bolsa grande de papas fritas y una botella de dos litros de gaseosa.

Valmar había insistido en que se llevaran también repelente para mosquitos. Kai por el otro lado había insistido en que llevaran condones.

—Ja... Está preciosa— comentó Varus.

—Si tuviera electricidad me quedaría a vivir ahí — bromeó Kayn.

—Ven, te ayudo a subir— dijo el arquero. El árbol en sí no era muy alto, pero la casita en cuestión estaba como a dos metros y medio del piso y Kayn no podía subir de un salto, como él.

Se apoyó en una rama antes de saltar lo suficiente para quedar con medio cuerpo adentro para luego ayudarse con la sorprendente fuerza que tenía en el tren superior. El joven Shieda se quedó mirando a su novio, embobado. Siempre se sorprendía cuando Varus, el Varus rata de biblioteca que se la pasaba estudiando, demostraba tener una fuerza y una agilidad que lo tomaban desapercibido. Luego recordaba que el muchacho había hecho deportes toda la vida, igual que él.

El peloblanco le extendió una mano a Kayn para ayudarlo a subir.

—Pisa esa rama con la pierna buena y date un empujón, yo te sostengo— indicó.

El agarre firme de Varus envió una corriente eléctrica por la columna vertebral de Kayn. Al hacer fuerza esos músculos entrenados por años de arquería se tensaron, mostrándose en todo su esplendor, y por un segundo la mente del pelinegro se llenó de peticiones obscenas que hacerle a su pareja.

Cuando volvió a la realidad ya estaba sentado sobre el colchón inflable.

—¿Nos vemos alguna de las películas que descargamos en la tablet?— preguntó Varus mostrándole el aparato a Kayn.

El muchacho de cabellos azabache presionó los labios y se encogió un poco en el lugar, llevando las rodillas a su pecho.

—No lo sé. Solo estoy feliz de estar aquí por fin.

—Si... La espera se hizo eterna, ¿no?— replicó el arquero.

—Sentía como si...— Kayn se llevó una mano al pecho y estrujó la tela de su camiseta sin mangas —... como si cada día fuera un aguijón en el pecho.

—Oh, amor... Creo que tal vez deberíamos descansar.

—No quiero descansar, Varus— gruñó el joven Shieda en un tono frustrado y adolorido —Quiero estar con mi puto novio, quiero-... Quiero recuperar todo ese tiempo que estuvimos separados, quiero dejar de pensar todo el tiempo...

A cada palabra su voz sonaba más herida, más rota.

—Desde el puto accidente mi cabeza nunca está en silencio, todo el tiempo hay pensamientos que me molestan, me duelen, estoy cansado de sentirme mal...

—Yo... Kayn, ¿será que desarrollaste otro alter? ¿Otra personalidad..?

El muchacho negó con la cabeza.

—Es mi propia voz. Soy yo. Si fuera un alter lo reconocería y Rhaast me lo hubiera hecho saber— bajó la cabeza mirando un punto fijo.

Varus miró a su novio con suma compasión y extendió una mano para acariciarle el rostro. Lo hizo mirarlo y suspiró.

—Debes ir a terapia.

"LO DIJO, LO DIJO", Kayn llegó a escuchar los gritos de Rhaast festejando en el fondo de su mente.

Kayn lo miró sin responder y bajó la mirada otra vez.

—No es una sugerencia— el tono sonaba demandante, firme. El joven Shieda entendió el significado que yacía bajo esas palabras. Solo hacía falta agregar una oración más para transformarlo en un límite duro.

Kayn entendió que si no hacía algo al respecto Varus iba a terminar con él, por más que todavía no lo estuviera diciendo en voz alta.

Alzó la vista una vez más.

—Está bien, solo dame tiempo. Aún no estoy listo.

—¿Y cuándo lo vas a estar?— inquirió Varus.

—No lo sé... Solo... Por favor, tenme paciencia.

El peliblanco se apoyó en una de las esquinas de la pequeña casita.

—¿Cuándo fue que empezamos a salir?— preguntó.

—Creo que nunca lo dejamos establecido.

—Porque fue poco antes del accidente... Todo lo que yo he conocido como Kayn, mi novio, es esta versión... Sufrida de ti. El Kayn que solo se levanta por la noche a hablar por videollamada conmigo, el que depende de Rhaast para mantener su cuerpo funcionando. Yo sé que lo de tu pierna fue durísimo para ti, pero verte sufrir, para todos los que te amamos, duele casi tanto como eso. Me... duele... verte así...

La voz del muchacho se rompió y se hundió las uñas en las piernas. Frunció el ceño y Kayn pudo ver que se estaba esforzando por no llorar.

Pensándolo bien... ¿Cuántas veces lo había visto llorando? Lo había visto tener ataques de pánico un millón de veces, pero... ¿llorar?

—Para mí también ha sido difícil— sollozó antes de recobrar la compostura.

Se oyó el característico sonido de sorber por la nariz que suele preceder el llanto, pero Varus solamente alzó la cabeza secándose las lágrimas antes de que empezaran a caer. Kayn pudo ver cómo le brillaban los ojos contra las luces de colores.

—¿Por qué no me dijiste que te sentías así?

—Porque no me parecía el momento indicado. Yo te amo, Kayn, quiero que funcione. Pero...

—No tienes que dar explicaciones, Varus— el joven Shieda lo interrumpió —Buscaré un terapeuta. Por ti.

—Hazlo por ti mismo, no por mí. Yo soy tu pareja, y las parejas van y vienen. Pero tú vas a vivir contigo mismo por el resto de tu vida.

Kayn soltó un suspiro y se acercó a Varus para acurrucarse en sus brazos.

—Haré el esfuerzo.

as we fall; kayn×varus (league of legends)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora