Capítulo 3

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Pasaron tres meses y los exámenes del final de trimestre se acercaban. Kayn nunca imaginó ver a Varus en ese estado deplorable. No dormía, apenas si comía. Estaba más pálido, ojeroso y gruñón que de costumbre.

El joven Shieda había conseguido forjar una… frágil amistad con el otro muchacho. Apenas hablaban pero se soportaban mutuamente y, con toda la honestidad del mundo, le había tomado cariño. Lo ayudaba a estudiar de vez en cuando y a veces le pedía su computadora para jugar un poco, lo que al pelinegro le alegraba. Al menos su vida no consistía cien por ciento de estudio. Ahora era más bien… noventa por ciento estudio, diez por ciento pasar tiempo con Kayn. El muchacho lo consideraba una pequeña victoria personal.

Pero desde que había sido anunciada la fecha de exámenes, Varus se había transformado en un autómata que solo leía, repasaba y tomaba apuntes. Le tenía terror a un examen de Historia de la Medicina y no podía despegarse de sus apuntes. Debía tener más cafeína en sangre que las propias células rojas y si Kayn hubiera tenido que apostar, diría que el peliblanco, de algún modo, había suplantado ese 70% de agua por café.

Ese viernes en el que la prueba tenía lugar, el joven no vio a su compañero de habitación por ningún lado. Él mismo tenía un examen de Aprendizaje y Condicionamiento que le comía la cabeza. Irónico que le estuviera costando aprender sobre aprendizaje, pero se sentía bastante seguro. Al terminar se dirigió a paso veloz a los baños, se había estado aguantando desde que entró a cursar. Las ganas se le fueron de inmediato, puesto que al entrar escuchó unos jadeos y gemidos muy fuertes que provenían de una cabina.

Pero no eran los sonidos propios de un par de adolescentes calenturientos dándose un alivio en el baño del colegio, era el ruido desagradable del ahogamiento, de no poder respirar. El chico tocó la puerta, extrañado. Solo recibió un gruñido de respuesta, uno que incluso roto y tembloroso sonaba reconocible.

—¿Varus..? ¿Te encuentras bien..?

Le contestaron con sollozos y patadas a la puerta, así que Kayn decidió directamente forzar la entrada para encontrarse a su compañero de habitación hecho un verdadero desastre. Tenía el pelo pegado a la cara por el sudor y el llanto, los ojos enrojecidos de tanto frotarlos. Su labio inferior temblaba y su mirada estaba desorbitada, como buscando un sitio donde posarse. Al reconocer al muchacho de cabello negro, se tapó el rostro y se hizo más pequeño sobre el inodoro en el que estaba sentado.

—Hey… Tranquilo…

—Reprobaré… Estoy seguro… No supe responder ni la mitad...— sollozó.

—Varus, no es el fin del mundo, calma…

—¡Sí lo es porque siento que me estoy muriendo!

Kayn soltó un suspiro y abrazó al muchacho dejando un poco de lado todas sus ideas sobre masculinidad tóxica.

—Shhh… Shhh, no, no te estás muriendo. Tranquilo. Habrá más chances de aprobar. Intentemos volver a tierra juntos, ¿va?— dijo tomando sus manos.

Él miró al otro y asintió apenas.

—¿Qué ves?

—Ah… La cabina gris… Tu cara… Suciedad en el suelo…

—¿Qué oyes?

—Tu voz… El agua cayendo en la tasa, gente en el pasillo…

—Perfecto. Vas muy bien, ya te noto más lúcido— lo animó Kayn apretando las manos de Varus —¿Qué sientes?

—Tus… ¡Tus manos!— chilló antes de soltar al otro de golpe —¡Si alguien se entera de esto te voy a meter el palo de lacrosse por el culo, ¿me oíste Kayn?!

El muchacho soltó una risa y lo dejó ir.

—Sí, ya estás de vuelta.

Varus se apoyó en la pared del baño y soltó un suspiro pasándose las manos por el pelo.

—Reprobaré de seguro…

—No pienses en eso ahora. Lávate la cara y vamos por unos helados.

as we fall; kayn×varus (league of legends)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora