Capítulo 26

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Shieda Kayn no estaba seguro exactamente de en qué momento había empezado a disfrutar tanto de ser el pasivo, pero ahora mismo no quería pensar en eso. En este momento, el sexo para él se había convertido en la caricia definitiva. Se entregaba a Varus sin problemas y con una facilidad algo ridícula. Ahora mismo, después de esa conversación tan intensa, realmente quería sentirse amado a pesar de sus problemas y deseado a pesar de su pierna mala.

Y mierda, el peliblanco era bueno haciéndolo sentir bien. Devoraba la boca del muchacho a su gusto mientras sus manos, callosas por el deporte que practicaba, se paseaban suaves por toda la extensión del pecho de Kayn. Lo tenía atrapado contra su cuerpo, presionando la espalda de su pareja contra su pecho en un abrazo tenaz.

El joven Shieda podía sentir la extensión del miembro de Varus presionar contra su espalda baja.

Lo miró con un par de ojos brillantes y gimió en su boca, quería tener a su Varus lo más cerca posible. El peliblanco hizo un poco de presión con su mano en el cuello de Kayn, forzándolo a pegarse aún más a él, y bajó la ropa interior de ambos lo suficiente como para dejar las partes más suaves de los cuerpos de ambos a la vista.

—Dónde puse los condones...— gruñó Varus girándose fastidiado, buscando la tira en alguna de las esquinas de la casita.

—No importa— Kayn lo trajo hacia sí mismo sin permitirle alejarse más.

—¿Estás seguro?

El joven Shieda asintió, acomodando el miembro de su pareja contra su entrada, que ya lo estaba rogando a gritos. Varus dejó caer una cantidad generosa de su propia saliva sobre la palma de la mano para lubricar un poco más, tanto su pene como el ano de su pareja. Introdujo un dedo, luego otro y los movió un poco. Como para no sentirse culpable por la falta de juegos previos.

Los dos estaban un poco desesperados, como cada vez que se veían, y querían sacarse esa sensación asfixiante de estar lejos el uno del otro cuanto antes.

Kayn soltó un pequeño quejido por lo bruto del movimiento, pero a Varus pareció no importarle. Volvió a sujetarlo por el cuello para obligarlo a mirar su rostro. Quería ver la expresión de Kayn en todo su esplendor en el momento en que entrara.

Era la primera vez que lo haría sin la barrera de por medio, su naturaleza curiosa se lo estaba pidiendo. Y vaya, no decepcionó.

El que soltó un gemido largo, roto y tembloroso al entrar fue el propio Varus. Podía sentir a la perfección lo húmedo y caliente que era el interior de su pareja. Kayn clavó las uñas en una de las nalgas de su novio, forzándolo a quedarse quieto. Dejó salir un suspiro pesado, tenía los ojos llorosos y no era por el dolor. Por fin estaba con su Varus, por fin lo tenía directamente contra su piel y podía sentirlo en las entrañas.

Los ojos de ambos se cruzaron y no hicieron falta palabras, porque el beso que se dieron lo dijo todo. Varus inició un movimiento rítmico y algo tosco, sin querer soltar los labios de su pareja por un instante.

Las caricias se hicieron más intensas, el agarre de Varus sobre el cuello de Kayn, más fuerte. El peliblanco ya no gemía, soltaba gruñidos por la mezcla entre esfuerzo y placer. Kayn alzó un brazo para sujetarse la cabeza, medio ahogando los sonidos obscenos que seguían escapándose de su boca. No sé había dado cuenta aún pero se estaba girando boca abajo, arrastrando a Varus consigo.

La posición solo le facilitó al activo un movimiento más fuerte. Se acomodó dejando el peso sobre sus rodillas en un instante, dando un jalón a la cadera de Kayn para obligarlo a levantarla más. Ya no era para nada silencioso, y menos mal que la casita del árbol estaba como a cien metros de la cabaña.

Kayn hundió la cara en el colchón inflable, gimiendo en un tono agudo mientras se tocaba a sí mismo. Con la mano libre clavaba las uñas en la pared, y su trasero cada vez se empinaba más hacia arriba. Los movimientos de Varus se hacían más y más pronunciados a un punto tal que más de una vez se deslizó fuera por accidente.

—Mierda, mierda, mierda...— se quejó Kayn, tensando la espalda. Una mano fría y áspera se deslizó por debajo de su pecho para obligarlo a levantar el torso, pegándolo a la pared.

—Mírame a mí— jadeó Varus apoyando la cabeza en el hombro de su pareja —Quiero ver tu rostro.

Kayn se apoyó en el pecho de su pareja sin discutir, dándole una vista espectacular de su rostro sonrojado, su mirada ida y su pecho pálido.

—¡Varus!— gimió en tono roto antes de ensuciar toda la pared sin vergüenza alguna.

El peliblanco mordió el hombro en el que se estaba apoyando, arrancándole un chillido a su pareja, antes de presionar con todo el peso de su cuerpo en su interior al momento de venirse.

Se quedó abrazándolo con fuerza durante casi dos minutos enteros, temblando mientras ambos intentaban recobrar el aire.

—Te amo— suspiraron los dos al unísono antes de soltar una risa tonta.

—Agh, la pared...

—Shh, no pienses en eso— sonrió Kayn, moviendo suavemente la cadera casi como si estuviera dándole un baile erótico a su pareja.

Los dedos de Varus se clavaron en la cintura del joven Shieda y soltó un gruñido gutural.

—No hagas eso, primera y última advertencia.

Kayn soltó una risita.

—¿Por qué?

—Porque te voy a hacer cosas de las que me voy a avergonzar mañana si sigues.

—Hazlo problema del Varus del futuro entonces, ¿no?

El peliblanco soltó una risa grave.

—Está bien, más vale que tengas la resistencia para aguantarlo.

as we fall; kayn×varus (league of legends)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora