03. El valiente niño que salvó a su familia.

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Le fue necesario a Jimin utilizar las mantas compradas por su madre días anteriores (en favor de sus obras de caridad) para cubrir del frío a los recién llegados. Tomó toda la leña que había recolectado con anterioridad y avivó el fuego de su chimenea para que pudiesen calentarse un poco. Con esfuerzo, llevó al alfa herido hacia su cama y lo recostó allí antes de ir por pañuelos húmedos para limpiar la suciedad de su cuerpo y la sangre seca de sus heridas. Se sintió horrorizado cada vez que descubría una nueva herida en su cuerpo, al igual que las mordeduras y golpes sufridos en todo su torso. El hombre parecía haber combatido en completa soledad contra un ejército de feroces leones en el bosque, pues las mordeduras y rasguños eran más grandes de lo que imaginaba.

Una vez limpio, se dedicó a preparar un ungüento efectivo para que ayudase a cicatrizar con más rapidez, pues sabía que con la condición crítica en la que se encontraba, poco o nada podría hacer su lobo para agilizar su regeneración. Jimin aplicó el medicamento con lentitud, tratando de tener cuidado para que no surgiera una infección devastadora. El omega había ayudado a muchos alfas que llegaban mal heridos de la guerra, en una de las actividades caritativas de su madre, por lo que sabía perfectamente cómo ayudar al desconocido alfa que seguía inconsciente sobre su cama.

Jimin también ayudó a contrarrestar la evidente hipotermia del hombre, cubriendo su cuerpo con mantas gruesas y colocando comprensas en su cuello y tórax, donde las heridas no llegaban por entero. Al finalizar con su tratamiento, suspiró con cansancio por todo el trabajo realizado y acarició ligeramente sus cabellos, preguntándose qué había ocurrido en el bosque para que el estado de sus heridas lo obligaran a caer inconsciente en medio de la hierba.

―¿Papá estará bien?

La voz del menor alertó a Jimin de inmediato, recordándole que existían dos pequeños que necesitaban también de su ayuda. El mayor había hecho de todo para calentar a su hermanito, dejándolo sobre el sofá más grande de la casa para que descansase después de haber llorado todo el camino. Tenía mantas cubriéndolo por entero y una pequeña gorra hecha de telas que fueron regadas por el suelo cuando Jimin se apresuró a ayudar al desconocido alfa.

―Lo estará, pequeño ―dijo con una sonrisa, mientras lo guiaba fuera de la habitación―. Solo necesita descansar un poco.

El niño lo siguió hasta el depósito que tenía en el pasillo, no dijo nada después de aquella respuesta y solo se mantuvo tras Jimin, siguiéndolo de un lado a otro con total curiosidad. El omega sonrió en dirección del menor cuando lo vio colocando un dedo en sus labios, observando cada uno de sus movimientos como si quisiese descubrir qué estaba haciendo con tantas cajas llenas de ropa y mantas. A pesar de las magulladuras en su rostro y la evidente suciedad de su piel, portaba todavía la ternura infantil de un niño de su edad.

―Has hecho un gran trabajo al limpiar a tu hermanito ―dijo Jimin, mientras se acercaba al menor con algunos paños húmedos―. Ahora me toca encargarme de limpiarte a ti.

―Usted... no me hará daño, ¿cierto? ―cuestionó, tímido.

―Jamás te dañaría, pequeño.

Por la manera en que hablaba, sin titubeos y apenas pronunciando la R, Jimin suponía que el niño había tenido una buena educación en su anterior hogar, pues era muy poco usual ver a alguien de su tamaño hablar con tanta claridad. El pequeño parecía ser muy unido a su hermano menor, tanto que no lo perdía de vista por ningún segundo, siempre estaba observándolo desde la lejanía, dispuesto a ir en su rescate al mínimo movimiento suyo.

Jimin se cuestionó, mientras se encargaba de limpiarlo y le colocaba ropa nueva, qué había ocurrido para que ambos cachorros estuvieran bajo una lluvia tan intensa, al lado de un hombre casi moribundo. Por la manera en que los rasgos del pequeño se parecían al mayor, podía intuir que eran padre e hijo, junto al bebé que aún dormía en su sofá. Eso explicaba el hecho de que permanecieran juntos, pese al grave estado del alfa, sin embargo, no respondía sus otras dudas. ¿Qué tanto había ocurrido para que los tres llegaran en ese estado? Y lo que es peor, ¿por qué el niño mayor parecía no haber comido en días?

Don't go way ; ggukmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora