15. Los sentimientos esperanzadores de un príncipe.

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El frío fue apaciguándose conforme enero llegó a la manada Park. Las calles acumularon mucho menos nieve que en sus días de apogeo, donde a los pobladores se les impedía salir con normalidad, por culpa de las enormes montañas de nieve que cubrían las entradas de las casas. Los árboles comenzaron a agitarse con mucho menos intensidad, balanceándose tímidamente ante la mirada de los pobladores, quienes habían aprendido a medir el tiempo con ayuda del comportamiento de la naturaleza. Varios animales continuaban en hibernación, mientras otros salían de esos períodos por voluntad propia para visitar el exterior por un momento.

Se encontraban a mitad de enero, siendo un mes exacto desde la partida de los Jeon de manada Park. El tiempo había pasado relativamente lento desde que ocurrió aquello, pero Jimin se había mantenido ocupado en sus asuntos desde la última conversación con su madre, volviendo a las obras de caridad que había dejado abandonadas por centrarse en el cuidado de los niños y regresando a sus noches de insomnio por terminar sus más bellas esculturas.

La pérdida le había dejado la inspiración necesaria para realizar su arte de una manera mucho más libre. Las esculturas que realizaba siempre tenía que ver con la belleza de la naturaleza o con algún dibujo que había visto en sus libros de fantasía. Esta vez, sus esculturas se centraban en los lobos, en la familia y en niños. Sus obras eran apreciadas por el cuidado que realizaba al momento de moldearlas y por la esencia íntima que colocaba en su arte. Todos los que compraban sus esculturas podían percatarse de la nostalgia existente en ellas, pues les era tan transparente el sentir del artista que no dudaban en pagar la cantidad necesaria de dinero para mantener dicho arte en sus hogares.

Jimin había ganado dinero por ello, pero no había utilizado ningún centavo porque creía que esas ganancias solo podían ser utilizadas en los niños cuando estos decidieran volver. Porque, a pesar de todo el tiempo trascurrido y de la promesa que le había hecho a Jeongguk, él tenía la esperanza de que volverían a su hogar y llenarían de alegría su vida una vez más.

Esa mañana en particular, había decidido acompañar a Taehyung en el cuidado de su bebé, pues este se había enfermado a causa del invierno. El bebé parecía mejorar con el pasar de los días, pero seguía presentando los síntomas habituales del resfriado, por lo que su amigo no se separaba de su lado, permaneciendo en su hogar hasta que sea adecuado para él salir de allí. Hoseok había intentado pasar más tiempo con su familia por ello, pero debido al asunto de la manada Choi y los informes de los espías, no podía tomarse tantos descansos para hacerlo. Por eso, le había pedido a Jimin que acompañara a su esposo durante un par de horas hasta que él pudiese llegar a verlos.

Taehyung, por supuesto, parecía más calmado que la noche en donde empezó el resfriado de Hyungseok. A pesar de todas las enseñanzas recibidas sobre el cuidado de los bebés, el pelirrojo seguía desesperándose por el mínimo malestar en su pequeño, pues seguía siendo inexperto en ese sentido y, como padre primerizo, cualquier cosa lo asustaba.

―Hyungseok es un niño muy fuerte ―comentó Jimin cuando se acercó al pequeño para acariciarle la mejilla―. Luce como si no hubiese tenido un resfriado hace dos días.

―Felizmente, el llanto cesó y ahora se encuentra más tranquilo ―dijo Taehyung desde la pequeña silla mecedora que usaba para dormir a su hijo―. Antes, no podía comer nada porque expulsaba todo de inmediato. Y la fiebre lo hacía llorar por horas. No sabía qué hacer para calmarlo.

―Los resfriados siempre son un problema, pero con la debida atención médica, todo se resuelve. Es un alivio que Seokjin-ssi sepa del cuidado de los bebés también, porque ni siquiera me puedo imaginar lo desesperado que te hallarías si su resfriado no se hubiese curado tan rápido.

Don't go way ; ggukmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora