21. La primavera de un alfa desafortunado.

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El primer recuerdo feliz que Jeongguk mantenía en su memoria traía consigo una cálida brisa de primavera que alteró sus cortos cabellos castaños con suavidad, mientras una flor de almendro florecía frente a él. Los tonos pasteles que se pintaban en cada rama maravillaban su pequeña mente infantil de ocho años, pues no era recurrente ver tan maravillosa obra de arte en su manada y, menos, en una época como aquella.

La manada Kim se caracterizaba por residir en una zona pesquera, donde todos los alfas combatían en el mar para traer a sus hogares el alimento de cada día. Jeongguk era hijo de pescadores, había nacido en un hogar lleno de ellos, siendo casi una tradición que los hijos mayores continuaran con el legado que tanta fama le dio a su familia. Siendo Jeongguk hijo único, se consideró que él lograse heredar el arte del mar, por lo que su padre, cada mañana, lo subía en una lancha hecha por él mismo y lo guiaba hacia la zona pesquera para que pudiese aprender sobre los secretos de aquella actividad. Jeongguk siempre consideró que aquel acto era un honor, un regalo de su padre para que pudiese subsistir en ese mundo, por lo que prestó atención a todas sus lecciones y las replicó en sus constantes viajes.

Jeongguk amaba la pesca, pero también amaba el arte. Por esa razón, cuando sus padres no lo observaban de cerca, se perdía entre los prados y apreciaba cada uno de los colores que se dibujaban en la estación primaveral. Desde los tonos cálidos hasta los fríos, desde los vívidos hasta los opacos, desde los fuertes hasta los pasteles, Jeongguk se encargó de memorizar cada color que encontraba, cada figura y cada combinación. Los observaba detenidamente y, luego, los dibujaba en la soledad de su alcoba, cuando tenía el tiempo disponible para recrearse, mientras su madre vendía el pescado recolectado en el mercado del pueblo.

Jeon no obtuvo una educación propiamente dicha, pues el dinero que sus padres tenían apenas les alcanzaba para comer. Nunca tuvo la oportunidad de presentarse en la escuela como un estudiante más, pero sí pudo aprender a leer gracias a las vagas enseñanzas de su madre, quien se esforzaba en brindarle los conocimientos necesarios para que pudiese subsistir en aquella manada. Las clases de lectura, escritura y matemáticas fueron todas enseñadas por su progenitora y, aunque estas no tenían la misma calidad que una escuela, fueron muy valiosas para el desarrollo intelectual de Jeongguk. A los ocho años ya sabía leer correctamente y escribir correctamente, además de realizar operaciones matemáticas que no se lograban con facilidad en su grado. No era un genio, por supuesto, pero sí que había avanzado de manera considerable.

En el área donde sí se le podía llamar un genio era en la pintura. Sus dibujos pronto empezaban a tomar forma, pese a su corta edad. Ya no eran garabatos los que se plasmaban sobre el papel, sino que se trataban de intentos mucho más elaborados con colores mucho mejor combinados, dibujos de lápiz que lograban enfrascar en su mayoría lo que Jeongguk deseaba retratar. Era la pintura el talento con el que había nacido y, pese a estar destinado a otra labor en su adultez, se encargó de fortalecerlo con los años en completo silencio.

Fue ese día en específico, el primer recuerdo feliz que mantuvo en su memoria, cuando ese sueño fue compartido con alguien más.

Mientras observaba aquel almendro que iba floreciendo, el tiempo fue pasando de manera inadvertida. Jeongguk se quedó sentado en una roca durante toda la tarde, tratando de dibujar aquel árbol con los pocos colores que tenía a la mano. Empezó por las raíces, luego continuó con el tronco y, finalmente, hizo las ramas. Trató de dibujar las pequeñas flores que apenas brotaban, pero le fue imposible hacerlo porque no tenía el color rosado entre los colores llevados a ese paseo. Esto lo entristeció mucho, pero no se dio por vencido. Combinó tantos colores como pudo hasta que le resultó un rosado parecido a aquel. Satisfecho, intentó usarlo en su dibujo, pero, entonces, la voz de su madre lo sorprendió en medio de su hazaña.

Don't go way ; ggukmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora