23. La confesión de dos corazones enamorados.

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Días después del primer cumpleaños de Daejoon, tal y como había prometido ante los líderes de la manada, Jeongguk llevó a su pequeño hijo ante los sabios, quienes se mostraron encantados de leer el futuro próspero que le deparaban los dioses al menor de los hermanos Jeon. El ritual no era tan difícil de realizarse, pero Jeongguk se sentía tan nervioso que por poco arruina la lectura con sus constantes movimientos de manos. Algo avergonzado, dejó al bebé en manos de los ancianos, quienes lo bañaron en rocío y agua cristalina, mientras realizaban rezos para que los dioses bendijeran su camino.

Jeongguk, apartado en una de las esquinas, tembló de manera inconsciente ante la profecía que aguardaba frente a él. Temía que los dioses no fuesen generosos con su segundo hijo, por lo que la ansiedad empezaba a recorrerle todo el cuerpo. Jimin, quien estaba a su lado por propia petición del alfa, le tomó la mano con suavidad y le dio los ánimos necesarios para que guardara la calma ante el rito. Esa acción fue pertinente para el alfa, pues rápidamente dejó de temblar y escuchó las palabras de los sabios:

Bajo el resplandor de la luna, una marca de amor se dibujará en su corazón.

Alejado de su lugar de nacimiento, la fortuna lo acercará a su destino.

Y el compañero prometido adornará su nombre con una corona de oro.

Jeongguk no supo cómo sentirse respecto a ello. Estaba feliz por conocer que su hijo menor tendría fortuna en su vida, pero temía que su posición pudiese generarle dificultades al momento de obtener aquel amor por el cual iba a esperar pacientemente. Las palabras eran concretas y, a pesar de estar envueltas en adivinanzas y misticismos, era demasiado evidente lo que le deparaba en su futuro: Daejoon sería omega, por estar bajo el resplandor de la diosa Luna, en lugar del dios Sol, y su destino era liderar una manada totalmente desconocida para él.

Como si estuviese aceptando la profecía que se le concedía, Daejoon empezó a reír en medio de los baños que posteriormente le dieron los sabios para que la bendición fuese completada. Jimin permaneció al lado del alfa durante todo el proceso hasta que el pequeño niño fue devuelto a sus brazos, luciendo mucho más feliz que en un inicio. Por un momento, pudo ver el brillo de una luna dibujada en su mejilla derecha, pero fue tan fugaz que no pudo detenerse a observarla con detenimiento.

―Los dioses le han dado la fortuna de la vida y el amor ―mencionó Jimin, mientras sujetaba su pequeña mano―. Ha sido bendecido de todas las maneras posibles.

―Me preocupa saber que tendrá que lidiar con todo ese embrollo político que tienen los herederos de las manadas ―comentó Jeongguk―. No quiero que sienta presión por ese tipo de responsabilidades.

―Te tendrá a ti para ayudarlo, por supuesto. No serás capaz de dejarlo solo ahora que sabes que se presentará como omega. Estoy seguro de que serás un padre sobreprotector con él.

―Mucho más que ahora.

Jimin soltó una risita. Ambos se despidieron de los sabios y salieron de la capilla para dirigirse a la casa del alfa, quien había propuesto almorzar juntos antes de que el omega tuviese que retornar a su hogar para llevar a cabo los preparativos de ese día. Los pueblerinos empezaron a saludarlos en el camino, murmurando entre ellos sobre la imagen familiar que los tres plasmaban ante todos, pese a no hacer oficial ningún tipo de relación.

―Las responsabilidades de la familia real no son tan pesadas ―comentó el omega―. Al menos, para mí no lo son.

―Es porque tú eres un omega rebelde que no sigue las reglas.

Don't go way ; ggukmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora