24. El destino cumplido de un sueño perdido.

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Convencer a Jeongguk de mudarse a su hogar de nuevo, lejos del pueblo principal y las habladurías, resultó mucho más difícil de lo que Jimin creyó, pues el alfa consideraba inapropiado que vivieran juntos cuando apenas estaban iniciando una relación. La moral que se manejaba el mayor resultaba ser algo molesto para el omega, pero siendo este incapaz de aceptar una negativa de parte de su pareja, decidió persuadirlo de que ese era el camino correcto, pues los niños se habían acostumbrado al calor de su hogar y él no deseaba quitarles eso. Jeongguk aún continuó pensando que se trataba de un paso apresurado, pero decidió aceptar su pedido por cariño a sus hijos y por la ilusión de Jimin de volver a vivir como una familia.

Fue de esa manera que Jeongguk se presentó ante los padres del omega y les agradeció por haberle brindado esa pequeña cabaña, a pesar de no ser un miembro proveniente de su manada. Les indicó que había decidido vivir en casa de Jimin, por petición del omega, y se mostró un poco reservado en cuanto a otras razones. Los líderes también vieron apresurada esta decisión, pero incapacitados de negarle la alegría de vivir con ellos a su hijo, solo concedieron la nueva mudanza y les brindaron las facilidades necesarias para que continuara viviendo como hasta ese día.

El cambio fue mucho más placentero de lo que Jeongguk pensó, pues sus hijos se encontraban felices de volver a la cabaña del omega, donde habían vivido una temporada corta, pero significativa. Las habitaciones se habían repartido equitativamente, dejando la anterior habitación de los niños para Daejoon. La habitación que había utilizado Jimin cuando los Jeon vivían en su hogar se le fue concedido a Yongshik, mientras la habitación del omega fue destinado para la pareja. Todo estaba siendo equitativo y cálido en su convivencia, por lo que Jimin no pudo sentirse más feliz por ello.

Estaban a finales de julio, el verano estaba siendo menos caluroso que en los primeros días y pronto daría inicio agosto, un mes con muchas celebraciones dentro de la manada. Jimin había encontrado ese mes sumamente gratificante por las nuevas actividades obtenidas en su vivencia con los niños. Yongshik estaba a punto de completar el primer semestre de la escuela, por lo que ese sería su último día de asistencia y Jimin se había ofrecido a enviarle un delicioso almuerzo que pudiese compartir con sus amigos.

El omega no escatimó en gastos al momento de comprar todo lo necesario para el almuerzo del pequeño. Llenó sus bolsas de compra con carne, verduras, frutas y arroz para armar un delicioso bento para el menor y para realizar un delicioso almuerzo para la familia. Se levantó temprano el día del evento y preparó todo lo necesario para que tuviera un buen día en la escuela. Mientras el mayor de los niños preparaba su mochila para asistir ese último día, Daejoon daba cortos pasos en el salón de un lado a otro, tomando todos los juguetes nuevos que Jimin había comprado para él.

El ambiente dentro de casa era cálido y acogedor. Jimin era el perfecto equilibrio para esa hermosa familia de tres y amaba tanto a los niños que, en reiteradas ocasiones, había recibido de sus abrazos y besos antes de acostarse. Yongshik cuidaba de su hermano la mayor parte del tiempo, pues no deseaba que se lastimara innecesariamente en su nueva aventura: caminar. El menor ya daba pasos más seguros y se desplazaba con libertad en los espacios amplios, siendo pocas las veces donde caía sentado en el suelo por no tener más fuerzas para sostenerse. Tan bien como crecía Daejoon, lo hacía su hermano mayor, quien había recolectado mucho más conocimiento en la escuela y en el pueblo, conociendo a la gente de la manada como si hubiese vivido allí toda la vida.

―No te tardes mucho de regreso a casa, Yongshik ―le indicó el omega, mientras colocaba el bento en la mochila del pequeño alfa―. Hoy iré a recoger la arcilla de mis esculturas y necesito que ayudes a papá mientras no estoy.

―¡Está bien! ―exclamó, sonriente―. Regresaré de inmediato.

Jimin se acercó al menor y le entregó la mochila para que pudiese colocársela sin problema alguno. La sonrisa emocionada de Yongshik fue su mejor regalo, al igual que el beso en la mejilla que recibió después.

Don't go way ; ggukmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora