Don't go way ; ggukmin.

10. La mentira de un alfa herido.

La nieve cayó tan pronto como lo hicieron los cambios dentro de la manada. Las fronteras fueron reforzadas al día siguiente de haberse realizado la reunión donde se les repartía tareas específicas a los alfas encargados de defender la manada. A su vez, el monitoreo de los almacenes de abastecimiento de la aldea se realizaron en compañía de los líderes y los miembros de la Asamblea, quienes tuvieron un registro de todo lo que se tenía disponible y de lo que carecería en esa temporada de invierno.

La manada Kang, como se había dicho en la reunión anterior, visitó a los Park solo dos días después de darse la invitación, con el objetivo de llegar a un buen acuerdo con los líderes para que el intercambio fuese justo tanto en cantidad como en precio. Fue así que la manada Park tuvo que desprenderse de una buena cantidad de sus alimentos y útiles, mientras los Kang dejaban una oferta más que tentativa de su ganado más demandado en ese lado de la región.

Pronto las obligaciones y negociaciones alejaron nuevamente a los líderes de su único hijo, aplazando una y otra vez la visita a su hogar que habían prometido. Jimin había ideado un plan en caso de que aparecieran en su hogar de manera imprevista, siendo Jeongguk el único con la capacidad de llevarlo a cabo con éxito. Felizmente para ambos, no hubo necesidad de llevarlo a cabo en esos días, por lo que se encontraban conviviendo de manera pacífica y feliz, pese al encierro que todavía perduraba en ellos.

Se acercaba diciembre y con la nieve cayendo a montones sobre la manada, Jeongguk, Jimin y los pequeños se divertían en el interior de la cabaña, haciendo todo tipo de actividades para que Yongshik y Daejoon no se aburriesen del encierro. Taehyung los visitaba en ocasiones, pues con el frío del invierno, le era imposible salir de su casa tan a menudo como lo hacía anteriormente. Era casi un milagro que Jimin haya podido solo con todas las labores del hogar, sin su amigo al lado, pero había recibido el apoyo de Jeongguk durante todo ese tiempo y eso había sido suficiente para él.

Jeongguk observaba el paisaje lleno de nieve por la ventana. Atrás habían quedado los árboles de colores otoñales que lo habían recibido en un primer momento. También se habían ido las flores y los pájaros cantores. Ya no había nada de ello por ese lugar, solo una espesa capa de nieve que lo cubría todo y flores invernales que sobrevivían al frío debido a su condición. Viendo todo de esa manera, Jeon se preguntó si hubiese sobrevivido a esa dura temporada de invierno sin ayuda de Jimin, junto a sus hijos, pero solo imaginándose lo cansados y fatigados que hubiesen estado de haber continuado su camino, supo de inmediato que no hubiese sido así.

―Pareciera como si odiaras el invierno ―comentó Jimin cuando se acercó al más alto―. ¿Por qué miras la nieve con molestia?

―No la estoy observando con molestia.

―Entonces debes estar solo concentrado en ver la nieve. Tus facciones son un poco toscas, no distingo bien entre si quieres abrazar a alguien o asesinarlo.

―Entonces, te miraré ahora mismo y me dirás qué estoy pensando sobre ti.

―¿Quieres matarme?

―Estrangularte, si es posible.

Jimin empezó a reír por sus palabras, el ambiente cálido entre ambos se había reforzado con el correr de los días. Ya no era solo una convivencia obligada por las circunstancias, ahora el tiempo que pasaban juntos se había transformado en algo natural, algo que estaba previsto en ambos desde que se conocieron. Sentían calor cada vez que estaban juntos, tanto los mayores como los niños, como si todo eso hubiese estado planificado desde el inicio y solo caminaban por el sendero que el destino había puesto para ellos.

Jeongguk se sentía familiarizado con ese tipo de momentos, tal vez más de lo que deseaba, como también se había familiarizado con el sentimiento cálido de su corazón al recordar al omega. Lo consideraba como amistad en ese instante, porque no se creía capaz de confiar en alguien más ajeno a Jimin. No en ese momento.