16. La convicción del príncipe Jimin.

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La noche en que Jimin salió de su hogar, provisto de sentimientos grises que oscurecieron su corazón al saberse alejado por completo de los Jeon a causa de las amenazas de su antigua manada, no quedó algún atisbo de esperanza que le indicara a Jeongguk que podía confiar en su salvación. Encerrado en la habitación de Jimin, y tras escuchar los reclamos de Namjoon, el alfa se sintió cohibido por el mar de sentimientos que inundó su corazón cuando la idea de abandonar toda aquella comodidad otorgada por la compañía del omega fue la única solución a sus problemas.

Jeongguk no sabía si estaba haciendo lo correcto al dejar ese lugar atrás, pero tampoco se creía capaz de vender la seguridad del omega por una situación que le concernía solo a él. Jimin se había vuelto como un ángel guardián que podía alejarlo de la pesadumbre de saberse totalmente abandonado por los dioses. Era el único que había protegido a sus hijos pese a no conocerlos, el único que había ofrecido su mano para salvarlo del pozo lleno de miedos en el que se sumergió desde que huyó de su manada. Era un omega que merecía mucho más de lo que tenía en ese momento y guiarlo al peligro de su destino no era el agradecimiento que merecía.

Jeongguk no tenía esperanzas de nada. Ni siquiera huyendo de allí a otra manada, sabía a ciencia cierta si lograría ser libre por fin de esas ataduras del pasado. No tenía ningún lugar a donde ir, ni sabía cómo proteger a sus hijos de tantas desgracias. No existía luz al final de su camino, solo más desgracia y más pérdida. Eso le habían pintado los dioses desde el instante efímero en que se enamoró de la heredera de la manada Choi, siendo apenas un extranjero deseoso de encontrar una buena vida. Su camino se había teñido de negro desde entonces, pese a no haberlo deseado de esa manera. Sus ambiciones lo habían llevado a ese lugar y no sabía cómo salir ileso de ello.

Al saberse solo, en esa habitación que pronto abandonaría, Jeongguk se permitió llorar de frustración por única vez. El miedo que había intentado esconder para no preocupar a sus hijos crispó cada uno de sus sentidos hasta dejarlo en el suelo, en posición fetal, llorando como un niño pequeño que pronto iba a morir. Su visión era tan patética que pronto se odió por ser tan débil. Se avergonzaba de sí mismo por no demostrar la naturaleza inquebrantable de un alfa, pero no podía hacerlo. No podía fingir que sabía lo que hacía, porque era todo lo contrario. Ni podía fingir que irse era lo que en verdad deseaba, cuando solo quería quedarse allí, en esa misma habitación, apreciando el aroma a flores que inundaba cada centímetro cuadrado.

Flores.

De pronto, el aroma le pareció de lo más extraordinario. Era una combinación de flores con ligeros toques de vainilla que inundaban todo el espacio. No supo reconocer de qué flores se trataba. No eran geranios, ni mucho menos rosas. Eran otro tipo de flores. Unas poco conocidas. Alejadas de todo lo que había visto en su manada.

No eran las flores que se encontraban en la mesita de noche, ni las que se podían olfatear en el exterior, eran diferentes, mucho más dulces, mucho más delicadas, sin perder el toque exótico de su propia creación. Jeongguk se llenó de ese aroma por un momento hasta que sus recuerdos lo dirigieron a Jimin nuevamente, siendo este el único protagonista de la nueva esperanza naciente en su corazón.

Llevado por sus emociones, Jeongguk abrió nuevamente la ventana y se topó con el bosque una vez más. Esta vez, sin embargo, en lugar de ver solo nieve en el camino, pudo observar apenas unos brotes de flores que conocía muy bien, los mismos que había visto en su paseo con Jimin, los mismos que parecían darle el mensaje que tanto había esperado.

―Campanilla de invierno... ―dijo, cuando las reconoció―. La flor de la esperanza.

Esa madrugada no descubrió el origen del peculiar aroma que parecía consolarlo en sus momentos más angustiantes, pero sí pudo creer en la salvación por primera vez. Pensando en sus hijos y en Jimin, el alfa salió de la habitación que lo había resguardado hasta ese momento y observó a todos los presentes. Yoongi, Namjoon, Taehyung y Hoseok habían esperado por él, aguardando pacientemente a que el momento de su despedida llegase. No pudo a ver a Jimin entre ellos, ni siquiera un rastro suyo que le permitiera hablar con él como era debido. Pero, agradeció que fuese de esa manera, porque de haberlo visto en ese instante, hubiese retrocedido en su plan sin pensarlo.

Don't go way ; ggukmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora