13. Los estragos de una despedida.

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Entre el inesperado dolor que le brindó su anterior conversación y la angustia naciente en su pecho tras conocer sobre el peligro que se avecinaba para él, Jeongguk dejó de empacar por un momento y solo se quedó en silencio durante un largo rato, en el centro de la habitación. Los recuerdos formados durante un mes y medio de convivencia parecían mezclarse con la melancolía del aroma de flores que usualmente navegaba por la habitación. El sonido de sus pasos, los tallados de madera puestos en la repisa, el jarrón de flores en medio de la pequeña mesa y el armario lleno de la ropa de Jimin; todo ello le pareció una cruel tortura, porque sabía que no volvería a esa casa en mucho tiempo. Sabía que nunca volvería a esos días de felicidad donde las habituales acciones del omega habían alejado las amenazas de Jaehyun de su mente.

No tuvo palabras para culpar a Jimin por haber reaccionado de esa manera, ni por haberse ido de allí en cuanto supo que no cambiaría su decisión. Él le había prometido brindarle su apoyo para que los problemas que lo atormentaban se erradicaran de inmediato, había hecho mil y un planes, acuerdos y movimientos con tal de beneficiarlos, pero Jeongguk sabía que aquello tenía siempre un precio. Un precio mucho mayor al del dinero. Y no deseaba que Jimin tuviera que pagarlo en su lugar.

Una ligera brisa azotó con su rostro cuando abrió una de las ventanas para ver el paisaje por última vez. La nieve seguía cubriendo los árboles y el camino, el cielo nocturno se veía despejado, sin rastro de estrellas que le dieran una esperanza para continuar con su viaje sin arrepentirse. No había nada de ello. Solo existía una solitaria luna que se presentaba brillante y ostentosa en medio del firmamento, tan solitaria como él mismo se sentía en ese momento.

El sonido de la puerta tras él fue lo único que lo impulsó a apartar la vista del paisaje, encontrándose con Namjoon justo en la entrada, observándole con preocupación y cierto reproche.

―Ese omega se fue sin mirar atrás, llorando en medio de la noche y el frío ―dijo el alfa, mientras se acercaba a su amigo―. Y tú no pareces dispuesto a disculparte por lo que le hiciste.

―Yo no le hice nada ―respondió Jeongguk, mientras cerraba la ventana.

―Solo le dijiste que te irías, sin tener consideración por el tiempo lleno de cuidados y felicidad que les dio a ti y a tus hijos. Por supuesto, no hiciste nada en su contra.

Jeon se quedó en silencio. No tuvo palabras para ir en contra del juicio de su amigo, pues tenía la razón al decirle que estaba siendo poco considerado al irse de allí, después de todo lo que había hecho Jimin por ellos. Pero, estando en una situación tan grave como esa, no podía simplemente quedarse a que destruyeran esa manada frente a sus ojos, como lo habían hecho con la manada Min hacía más de un mes. No podía.

―¿No deberías pensar en tus hijos un poco más? ―insistió Namjoon―. Los vi tan felices cuando estaban con Jimin que me resulta algo cruel que los separes de él tan imprevistamente. Ellos extrañarán este lugar mucho más de lo que extrañaron mi casa.

―Yongshik entenderá que lo mejor es irnos de aquí.

―¿Y dejarás que Daejoon pierda el calor en los brazos de un omega, cuando nunca lo sintió por la muerte de su madre? ¿Volverás a ser solo tú el único que pueda cargarlo, ahora que estableció una conexión con alguien más?

Jeongguk giró en su dirección, algo molesto por sus preguntas.

―¿Qué intentas, Namjoon? ¿Por qué defiendes tanto mi permanencia en este lugar conociendo mi situación?

―Lo único que quiero, Jeongguk, es que dejes de huir de ese idiota cada vez que te encuentra. Quiero que dejes de sacrificar tu felicidad y la de tus hijos. Este lugar ha vuelto a hacerte sonreír, después de haber perdido a tu esposa y después de haber protegido a tus hijos de la misma muerte. Has encontrado una razón más para seguir viviendo, cuando solo querías desaparecer. Y tú solo... ¿quieres alejarte de esa manera?

Don't go way ; ggukmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora