Don't go way ; ggukmin.

18. La osada decisión del príncipe.

La llegada de Yongshik, Daejoon y Yoongi no representó un problema para los líderes de la manada Park, pues, tras escuchar la explicación de Jimin y Hoseok respecto al asunto, comprendieron que no se trataban de simples extranjeros, sino de personas que el omega atesoraba y estaba dispuesto a defender. Tal vez, la historia no fue contada de manera completa, al gran alfa Park Minhyuk, pero solo bastó con ver la felicidad de su hijo para reconocer que no podía simplemente desamparar a esos pequeños. Se habían convertido en los protegidos del príncipe, por lo que poco o nada podían hacer para ir en contra de su pedido de protección.

La familia real había estado de acuerdo en darles el amparo que necesitaban; no solo a los niños, sino también a su cautivo padre, quien agonizaba en el Norte, en manos del líder de su antigua manada. Los papeles que los determinaban como próximos ciudadanos de la manada Park habían sido tramitados con tiempo, por lo que solo faltaba la reunión de aceptación, en la que no solo sus padres tendrían asistencia, sino también todos los miembros de la Asamblea, quienes tenían el deber de opinar respecto a ese asunto.

Jimin siempre supo que sería difícil convencer a los ancianos de la Asamblea de darles asilo a tres extraños, sin que estos pudieran darles algo bueno a cambio. Siempre se había utilizado esa política con los extranjeros: si no ofrecían algo valioso, se les echaba de inmediato. Esa era la norma que había regido su manada durante décadas. Y se había afianzado cuando, hace más de dos años, los hombres de la manada que recibieron un buen trato de la familia Park, decidieron traicionarlos y atacaron el pueblo, en medio de la cena en honor a la boda de Hoseok y Taehyung. La noche en que Jimin perdió toda posibilidad de concebir un niño, los políticos decidieron no ser más compasivos con sus vecinos y convirtieron esa norma en una ley inquebrantable para ellos.

De esa manera, habían dejado fuera de sus territorios a desertores que llegaban en busca de ayuda o cambiaformas huérfanos que intentaban iniciar una nueva vida en la manada Park. No aceptaban a cualquier extraño en su aldea principal, ni tampoco aceptaban poco a cambio de su ayuda. Su codicia y desconfianza los había llevado a solo aceptar hombres fuertes para explotarlos en las minas o trabajos forzados, siendo un año y medio el plazo para que, por fin, pudiesen convertirse en ciudadanos. La injusticia de su trato recaía en su desconfianza y paranoia, pero Jimin no iba a permitir que dicha norma sea establecida en Jeongguk y sus hijos, porque ellos no necesitaban más problemas de los que tenían. Necesitaban protección.

Por esa razón, cuando escuchó la negativa de la Asamblea al darle el apoyo necesario a los Jeon sin pedir nada a cambio, Jimin se indignó por completo. Quiso levantarse e insultar a todos los presentes, pero su posición como solicitante no se le permitía. Una falta de respeto a los miembros de la Asamblea y su oportunidad se le deslizaría de las manos con facilidad.

Jimin observó a sus padres por un momento, quienes le pidieron un poco de calma para que ellos supieran cómo enfrentar tal situación sin mostrarse como unos tiranos que solo buscaban hacer validar sus opiniones. Hoseok, desde su posición, también le pidió calma para analizar las palabras de los miembros de la Asamblea y, de esa manera, encontrar una solución adecuada. A Jimin, en cambio, solo le importaba ser escuchado y aceptado, porque no se creía capaz de aceptar un no por respuesta.

Cuando el vocero volvió a hablar, Jimin supo que no iba a permanecer mucho tiempo callado.

―Los miembros consideran que no se le debe dar un trato especial al señor Jeon Jeongguk, a pesar de ser cercano al príncipe Jimin ―mencionó, representando la opinión conjunta de todos los políticos reunidos―. Al ser extranjero, se le debe medir con la misma vara. No podemos tener excepciones con él, pese a tener buenas razones para pedir asilo en nuestra manada.