Atenea. 4°

🔥CAPITULO 18🔥

EDITADO.

🍀<<{Ryan}>>🍀

El hombre que gritó mata al hombre que tenía en brazos retorciéndole el cuello, corre hacia la mujer que cayó al suelo, pero varios hombres se le atraviesan.

¿Quién deja a una mujer enfrentar hombres armados? Pueden lastimarla o matarla, así dicen amar después.

El de pelo negro que intenta llegar a la mujer del suelo que sigue disparando, admirable eso, el hombre saca una navaja de su espalda y apuñala a todo el que se le cruce, sea mío o de él.

No le interesa, está como ido, ve rojo, mata a todos chino que se le cruce chino que termina muerto de una puñalada, son tan certeras que no necesitan más de una.

Le da en la cabeza, garganta o en la zona del corazón.

Ahora está apuñalando a uno mientras otro se le trepa en la espalda, cuando termina de matar el que tenía entre brazos, se tira para caer de espalda logrando que el que tenía colgado se suelte.

Cuando lo hace se gira con una destreza y rapidez única, que nunca antes había visto, y le clava la navaja en el medio de la frente.

Llega a la mujer que seguía matando desde el suelo y la levanta.

Mis hombres vuelven a dispararle, pero agarra uno de mis hombres que se cruzó y lo pone enfrente de ellos.

Es ella.

La seductive (seductora)

Ryan: ¡Alto! ¡No disparen!

Corro hacia ella con las manos en alto para que vean que no voy a hacer nada, me importa una mierda las pistolas que me apuntan, solo ella.

El hombre pelinegro le quebró el cuello al hombre que sostenían para que no les dieran las balas y da vuelta a mi seductive y le escanea todo el cuerpo.

Atenea: Estoy bien, mi vida —la sigue revisando— mírame, a los ojos —lo hace— estoy bien.

Él la abraza y a mí se me cae el mundo, es su novio, su vida y seré un mafioso, mala persona y todas esas cosas que me dice la gente de mierda, pero no puedo quitarle ese brillo en sus ojos.

Lo ama.

Caigo de rodillas con los brazos detrás de mi cabeza, rendido, decidido a morir, por qué sin ella nada tiene sentido.

Se sueltan de ese abrazo tan cargado de sentimientos, mismos que llegaron hasta mí, tan intensos, tan buenos.

Atenea: ¿Ryan?

Pelinegro: ¿Lo conoces, musa?

Atenea: Es uno de ellos.

Otros hombres vienen hacia la seductive y la besan, el pelinegro no se enoja y les pega como espero que haga, como yo haría si alguien tocase a mi mujer.

Los deja besarla, abrazarla, tocarla.

¿Por qué?

Atenea: ¿Por qué atacaste a la tríada? ¿Tu mujer está aquí?

Ryan: Ya no.

Hui: ¿La matamos? ¿Quién era?

Ryan: Me la robaron, ataqué pensando que la tenían secuestrada, no sabía que es tu mujer.

Atenea: ¿De quién hablas? Hui no tiene otra mujer.

Pelinegro: Habla de ti, musa, por ti es que armo esta matanza, por ti es que te dispararon.