El verano en el que terminé la carrera resultó bastante productivo. Me había propuesto preparar el despegue definitivo de mi blog como portal de referencia cultural en Sevilla, así que no quise atender todas las demandas de mis amigas para hacer viajes a la playa. Me pegué alguna fiesta por la costa y muchas por Sevilla, sí, pero también tenía un objetivo: convertirme en asistente habitual de los eventos culturales, trasladar una imagen seria y comprometida y conseguir patrocinadores para un blog que denotara continuidad, ecuanimidad y profesionalidad. La agenda estaba apretada en verano, así que era buen momento.
Tenía que empezar a cuidar mi imagen pública, porque comenzaba a ser reconocida en ciertas esferas, a lo que sumaba la exposición que a mi familia y a mí nos llegaba rebotada de Lara. Sabía que tenía que mostrarme más amable y sosegada, cuando en el día a día era exaltada y, según la situación, no rehuía el conflicto. No sentí un mínimo de malestar cuando monté el numerito en aquella terraza, acompañada por mis primas y mis amigas, en el que agredí al hijo de puta que había puesto a Sole en una situación muy comprometida. Aunque no era especialmente efusiva al mostrar cariño, en las relaciones familiares compartía los valores de la mafia siciliana, especialmente por los Martín. Solía dejarme llevar por la ira cuando alguien les hacía daño y no pensar en las consecuencias que aquello podría tener para mi imagen pública.
Con la ayuda de Fredi, mi mejor amigo de la universidad, preparé una tabla de tarifas publicitarias, un email para intentar captar anunciantes y tarjetas de visita que daría allá donde fuese. Mi amigo había decidido hacer un Máster en Guion en la Universidad de Sevilla el curso siguiente, así que permanecería en la ciudad y me ayudaría en lo que pudiese. A mí me encantaba la idea.
Aquel verano fue de mucha formación: leía libros y revistas culturales académicas, pedía consejos a mis antiguos profesores de la universidad y de la prácticas, e incluso hice un curso para ganar habilidades con las que desenvolverme en público. El objetivo era soltarme y no sentir reparo para acercarme a artistas que quería entrevistar, a personalidades de la política o a mecenas del arte en los que tenía interés.
A la vez que progresaba en mi vida profesional y compartía los éxitos de mi familia, intenté coser los flecos sueltos en la amorosa. Pero, visto con distancia, tengo que ser honesta y contar lo que pasó con Bea.
Al día siguiente de nuestra discusión en La Alameda, me desperté aún enfadada y pensando que, aunque quizás no había actuado de la mejor manera, yo tenía razón. Aquella noche yo había salido con mis amigos y quería espacio. Si no era capaz de dármelo, lo mínimo exigible era un comportamiento normal, no una actitud tan afectiva ni eufórica debidamente aderezada por los efectos del alcohol.
Bea no me llamó ni envió mensajes los días siguientes, por lo que supuse que consideraba que era ella quien tenía razón. A medida que pasaban los días, mi orgullo se iba desinflando y emergía una realidad que flotaba en mi mente sin que fuera capaz de hundirla hasta el fondo: Bea me gustaba mucho y yo había sido borde con ella. Sutilmente, porque no me gustaba demasiado hablar sobre mi situación sentimental o emocional, pedí opiniones a mi entorno. Y ellos confirmaron mis sospechas.
Una de quienes lo hicieron fue Lucía, amiga de la facultad, con quien quedé un día entre semana para tomar café antes de que ella volviera a Córdoba tras terminar el curso, no sabía si de manera definitiva. Fue ella quien sacó la conversación.
—Bueno, y tu amiga Bea, ¿qué? ¿Has hablado con ella?
Lucía solía ser directa y conmigo tenía confianza, así que no me sorprendió que quisiera saber. Y, en realidad, yo agradecí que sacara la conversación porque necesitaba desahogarme.
—Pues no, la verdad. No sé nada de ella desde el sábado.
—¿Qué le pasó? Se fue llorando con su amiga, ¿no?

ESTÁS LEYENDO
Las rosas de Abril
RomanceLara Martín sabe que su atractivo y su éxito en el tenis mundial siempre han despertado deseo. Ahora sospecha que ha acaparado el interés de una de las estrellas de Hollywood del momento, Harry Cross, aunque no desea hacerse ilusiones con él. Mientr...