Sole (9): Te debo un orgasmo

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Viéndolo desde fuera, contemplaba la ruptura de Lara y Harry como una posibilidad muy real, y más conociendo los tiras y aflojas previos al final que ella misma nos contaba. Sé que se quisieron mucho y derrochaban complicidad y buen rollo cuando estaban juntos. Pero el paso del tiempo, la distancia física y las ambiciones personales pueden hacer mella en cualquier relación, por mucho que parezca que sus integrantes están hechos el uno para el otro. Me quedaba claro que una pareja no va bien por sí sola, sino que hay que trabajar en la relación. Y Lara andaba lamentándose a todas horas por considerar que no lo había hecho. Solo con amor no es suficiente.

Mi prima tuvo partido en competición pocas horas después de que Harry se presentara en Tokio para romper con ella. No lo vi en directo, pero sí vi los resúmenes posteriores. Había integrantes de la prensa que la seguían a todas partes desde los inicios de su carrera. La conocían bien y sabían que le pasaba algo. No era normal que Lara estuviera tan ida, que le hubieran lanzado varios warnings por demora en el saque ni que dejara ir bolas a las que, por velocidad y agilidad, hubiera llegado perfectamente. Parecía haber entregado la cuchara desde el principio, como se suele decir, y terminó perdiendo tras firmar un partido desastroso. Una de dos: o tenía molestias físicas o algo en su cabeza no andaba bien.

Tanto le insistieron en la rueda de prensa posterior que ella, mordiéndose el labio para evitar que se notara que le temblaba la barbilla (un gesto que yo le había visto hacer muchas veces), emitió un escueto:

—No... ehhh... Bueno, no... No estoy pasando un buen momento... a nivel emocional.

Se la veía tan sobrepasada que nadie se atrevió a insistir más. Después de tantos años, mi prima había logrado ganarse a la prensa con su espontaneidad y su entereza. Despachaba incluso las preguntas más incómodas con su ocurrencia, así que, en un momento como aquel, y vislumbrando que podía derrumbarse allí mismo, decidieron dejarle espacio.

Pero aquella breve confesión pareció poner en guardia a todos los paparazzi de España, Reino Unido, Australia y Estados Unidos, los países de origen de Lara y Harry y aquellos donde se encontraban en aquel momento. Hasta que, finalmente, consiguieron la instantánea que buscaban: Harry y Hanna paseando juntos en Los Ángeles al perro de ella. No iban agarrados de la mano y ni siquiera se miraban o sonreían, pero la imagen era igualmente elocuente. En el set de rodaje, alguien confirmó a la prensa que habían iniciado una relación, y el mundo entero pudo atar cabos. Asumieron que aquello fue lo que dejó a Lara tan destrozada aquel día sobre la pista.

El hecho fue ampliamente debatido en redes sociales. En España, el hashtag #VamosLara fue TT durante días, y los contenidos de los tuits no solo la animaban: también insultaban a Harry y a su nueva pareja. Le enviaron mensajes de apoyo incluso personalidades de relevancia pública, desde cantantes a políticos, más deseosos de participar en el salseo que preocupados de manera genuina por mi prima. Fue tal el revuelo que se generó que Lara se vio obligada a emitir un comunicado:

"Gracias a todas/os por vuestros mensajes de apoyo, pero de verdad, estaré bien. Evitad que la empatía o el cariño que podáis sentir hacia mí se conviertan en odio hacia otras personas, por favor, detesto los insultos y las descalificaciones. Nadie tiene que pagar por mi desastroso partido en Melbourne, esto es tenis. Se pierde más veces de las que se gana, pero estaré en plena forma pronto".

En los grupos familiares, tanto en el que teníamos las cuatro primas como en el de todos, nos afanamos en enviarle ánimos y apoyo a Lara. Y sí, también criticamos a Harry.

—No me lo esperaba de él, la verdad —escribió Lola. —Yo sabía que no estabais bien, pero que te dejara por su ex... Pensaba que tenía más clase y más criterio.

Las rosas de AbrilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora