Leo y Marisa tendían a quitarle importancia a ciertos asuntos. Eran mis amigos, pero también parte de mi equipo, luego querían contribuir a mi equilibrio. Mis primas no utilizaban los mismos filtros. Me dejaron claro lo que pensaban aquellos días en nuestro grupo de WhatsApp cuando les dije que Harry trabajaría con su ex:
—¿Hanna Jordan? ¿Te refieres a esa actriz pelirroja, de enormes ojos verdes y metro ochenta de estatura? —escribió Sole.
—Joder, Sole, tía. No ayudas —le reproché.
—Me limito a describirla físicamente para asegurarme de quién es —contestó mi prima.
—Es esta —escribió Sofi, adjuntando una foto de Hanna en un evento de alfombra roja con un vestido verde oscuro.
Envié algunos emoticonos de preocupación, pero Lola siempre era conciliadora:
—Harry está contigo y no con ella, Lara. Personalmente, te prefiere a ti. Y, físicamente, no tienes nada que envidiarle —escribió mi prima.
—Pero ella tiene una belleza muy Hollywood. Está claro que es una de las actrices más atractivas del panorama actual —contesté.
—Prima, no te sientas intimidada por ella. No te pega. Tú eres una mujer fuerte y segura —dijo Sofi.
—Ya, pero donde hubo fuego quedan ascuas y van a pasar muchas horas juntos. Mis rayadas mentales no vienen de la nada. De todas formas, me preocupa más que él note mi preocupación que lo que llegue a pasar realmente entre ellos. Lo que tenga que ser, será, no quiero anticipar lo negativo.
La preocupación no me duró demasiado porque tuve otras cosas para llenar mi mente. Primero, el tenis. La gira por UK comenzó y yo tenía que poner el foco en un entorno arduo como la hierba, si quería hacer algo. Mi chico me apoyó en los días previos, con mimos de toda clase en mi chalet de Marbella. Estaba centrado en mí y parecía indiferente ante el hecho de reencontrarse con su ex, ¿por qué habría de importarme a mí?
Aún tendría más en lo que pensar. Estaba en Eastbourne para disputar el AEGON International cuando Sole y Sofi me propusieron hacer una videollamada para tratar un tema que calificaron enérgicamente como urgente. Me asusté y, aunque estaba a punto de irme a la cama porque al día siguiente tenía partido temprano, accedí.
—Es sobre Lola —comenzó Sole.
Mis primas tenían un gesto compungido y sentí una punzada de pavor.
—¿Qué pasa? —dije, seria.
Sole y Sofi se tomaron unos instantes para contestar.
—Lola tiene... Tiene clamidia —contestó finalmente Sofía.
Me quedé pasmada y necesité varios segundos para procesar la información.
—Dios... ¿Pero cómo es posible? Hablamos de la enfermedad de transmisión sexual que provoca una bacteria, ¿no? —pregunté.
—Sí. La misma —respondió Sofi.
—¿Y cómo...? —comencé, hasta que caí en la cuenta. —¿David?
—Sí. Ese cabrón —dijo Sole con un tono de repulsión.
Me llevé las manos a la cara y suspiré. Me sentí profundamente apenada por Lola.
—¿Y cómo está? —pregunté.
—Fastidiada —dijo Sole. —Pero está sufriendo más emocional que físicamente. Ha caído en la cuenta de que David la sigue engañando y está destrozada.
—Dios. Se ha enterado de la peor manera posible —dije.
Mis primas me habían contado mil y unas historias sobre David en mis visitas a Sevilla y por videollamada, cuando Lola no estaba presente. Habían hablado con ella en diversas ocasiones, pero Lola estaba atrapada en una relación tóxica con un ser despreciable. A excepción de alguna conversación, yo me había mantenido al margen porque no convivía tanto con ellos dos como lo hacían Sole y Sofi, pero aquello merecía una intervención urgente.
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Las rosas de Abril
RomanceLara Martín sabe que su atractivo y su éxito en el tenis mundial siempre han despertado deseo. Ahora sospecha que ha acaparado el interés de una de las estrellas de Hollywood del momento, Harry Cross, aunque no desea hacerse ilusiones con él. Mientr...