Cuando el calendario me lo permitía, uno de mis pasatiempos favoritos era conducir durante horas y parar en alguna villa con encanto. Los coches eran una de mis debilidades y, dependiendo de las personas que estuvieran dispuestas a acompañarme, optaba por un modelo coupé o alguno con más plazas. Días después de mi visita a Andalucía, y a punto de sumirme en la vorágine del estreno de Conquering worlds, propuse una de aquellas salidas a los chicos. Me acompañaron mi hermano Tom, Pete y Josh, así que opté por mi Rolls-Royce Phantom de 2003 y pusimos rumbo a Bibury, un pueblo de la campiña inglesa a unas dos horas de Londres.
Ninguno de mis amigos, ni siquiera mi hermano, sabían que hacía unos días había visitado Marbella, aceptando la invitación de Lara. Y eso que, después de confesarles mi primer encuentro con ella, el día de la final de Wimbledon, habían insistido mucho para conocer detalles. Lo único que les había contado es que me gustaba, que seguíamos en contacto y que, seguramente, volveríamos a vernos.
Aquel día, sin embargo, estaba tan relajado que quise abrirme con ellos. En cuanto anuncié mi intención de contar algo y ellos me miraron expectantes, no pude evitar que se me pusiera una sonrisa de oreja a oreja.
—Con esa cara que pones, no hace falta que añadas mucho más —dijo mi hermano.
Lo cierto es que no hubiera servido de mucho disimular que me había vuelto de Marbella loco por Lara Martín. De buena gana hubiera puesto la velocidad de crucero en nuestro relación, aunque entendía que ella mantuviera el pie sobre el pedal de freno y tenía que dejarle espacio. Me lo había dejado claro: "Mi prioridad es el tenis".
Me fascinaba lo natural y auténtica que resultaba Lara. Estaba acostumbrado a la nula espontaneidad de las personas con tanta exposición mediática, incluso a su arrogancia. Pero ella era sencilla, tan cálida como un abrazo y capaz de hacerme reír. Me gustaba cómo volvía los ojos cuando comía algo dulce, sus bailes espontáneos cuando estaba de especial buen humor, el cariño con el que trataba a sus amigos y su risa estridente cuando lo estaba pasando bien. También cuando levantaba una ceja de suspicacia, elevaba el tono y gesticulaba como una cantante de hip-hop cuando algo la enfadaba. En su justa medida, era intensa. Y sentía que a mí, más bien serio y estirado, me aportaba chispa.
El sexo con ella era una verdadera delicia. A los dos nos encantaba explorar nuestros cuerpos y los límites de nuestro placer, lo que, junto a la comunicación fluida que logramos desde el principio, suponía el combo perfecto. Cuando no estaba con ella, pensaba con frecuencia en su boca entreabierta al llegar al orgasmo y en cómo cerraba los ojos invadida por el placer. A veces le pedía que no lo hiciera. "Mírame", le decía. "Déjame abierto el ventanal de tus ojos de gata".
Aquel día, buscando la opinión de mis amigos, también confesé que Lara, a veces, me desconcertaba. Tan pronto era una mujer fuerte, decidida y segura de sí misma como una niña frágil a la que su equipo y su familia llevaba entre algodones a todas partes. Estaba muy influenciada por su entorno, y yo me sentí con frecuencia en un segundo plano. Como si tuviera que conformarme con una pequeña porción de mi postre favorito, cuando lo hubiera comido a todas horas sin miedo a sufrir un empacho.
—Yo quiero ser importante para ella, ¿sabéis? Me gustaría ir ganando peso en su vida —dije.
—Tienes que darle tiempo, Harry. Lleváis muy poco, y la vuestra no es una relación normal —opinó Tom.
—¿A qué te refieres? —quise saber.
—¿A qué va a ser? No hay persona viva que pueda decir que ha ganado un grand slam completo y esté a punto de hacer otro. Solo ella.
—Sí, es cierto —dije.
—Ahora mismo su mundo es el tenis y las personas que tienen relación con el tenis. Si está enamorada de ti, como tú de ella, te dará espacio poco a poco. Mi consejo es que no la agobies y seas paciente.
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Las rosas de Abril
RomanceLara Martín sabe que su atractivo y su éxito en el tenis mundial siempre han despertado deseo. Ahora sospecha que ha acaparado el interés de una de las estrellas de Hollywood del momento, Harry Cross, aunque no desea hacerse ilusiones con él. Mientr...