Prólogo.

1.8K 81 22
                                    

Quizá fue la manera en la que me prometiste que serías mío por el resto de nuestras vidas. O quizá mis ilusiones simplemente existiendo, pero eres en serio muy bueno haciéndome creer que eres mi razón de existir.

Me hiciste creer que vivir se resumía a un corazón latiendo, a una persona respirando. ¿Y sabes qué es lo más ridículo de todo? Lo voy a seguir llamando amor mientras sigas siendo el primero en inventar excusas cuando comience a doler.

Porque mientras estés a mi lado aunque sea en silencio, voy a dejar de sentirme sola. Vas a seguir siendo lo único que quiero sentir y tocar.

—A que no sabes qué pasó hoy. —digo entusiasmada.— Fui a hacer la prueba que te dije y entonces cuando salí, choqué con una mujer, estaba tan avergonzada que...

—Hoy no. —me corta.— Me duele la cabeza, es un dolor que me está matando.

Bajo la mirada a la mesa. Asiento.

—Lo siento... ¿Necesitas que te prepare un té?

—Estoy bien, lo único que necesito es silencio.

—Igual yo solo intentaba contarte de mi día.

—Pues me cuentas de tu día mañana, ¿Qué te parece? —se pone de pie.— Me voy a bañar. Come bien, por favor.

Gritas constantemente que no me quieres pero sabes que supero las expectativas de tu mente. Sabes que abrazarme hasta olvidarnos de todo hará que las cosas cambien.

Todo lo que siempre quise estuvo en ti, me hiciste probar la gloria del cielo, y después, de la nada, me bajaste al infierno. Y ahora estoy perdida en ti y en lo que pudimos haber sido.

No importan las magníficas mentiras que digas, las voy a ahogar y olvidar, porque al final de cuentas, ambos tenemos maestrías distintas al momento de mentir.

Y aún así, te sigo amando.

¿Qué se supone que debo hacer? Estoy acabada.

El fantasma que vive dentro de mí, ama al monstruo que vive en ti.

—Hoy es nuestro aniversario. —comento en voz baja.— Mi amor, yo sé que no te gusta celebrar y que de hecho nunca lo hemos hecho pero... Realmente me gustaría que vayamos a cenar esta noche.

—No puedo, tengo que hacer horas extra, te lo dije. —me recuerda sin dejar de buscar las carpetas. Hago un mohín.

—¿No las puedes dejar para otro día? Es solo por nuestro aniversario. No todos los días cumplimos tres años de casados. —nerviosa juego con mis manos.— Por favor.

—Ve a cenar con tus amigas, yo pago. —propone.— Sería mi regalo de aniversario perfecto.

Una sonrisa triste adorna mi rostro mientras asiento.

—Okey, como tú quieras.

Estoy tan acostumbrada a la dinámica de pasar de amigos a enemigos que el no tenerla me mata.

Siempre gritándonos y luchando por aferrarnos aún sabiendo que ambos estamos descendiendo al infierno.

Sé que está mal pero lo único que necesito está en ti.

Persona Equivocada, Momento Correcto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora