Cuarenta y tres.

517 55 5
                                    

—¿Podemos poner esta también, mamá?

—Por supuesto que sí, tesoro. ¿Por qué no se la pasas a papá?

—¡Ahora mismo!

Corre hacia Ruggero que ocultando su risa toma el dibujo que Hugo ha hecho y lo deja en el árbol de Navidad. Que hermosa decoración tenemos este año.

Sin duda alguna, hoy es una mañana feliz.

El simple hecho de que sea sábado ya hace que este día sea perfecto, pero que estemos decorando la casa para navidad le da el toque.

Además, Agustín está de visita en la ciudad y haremos una cena en su honor. Ah, y mis amigas vendrán.

—Mamá, me gusta mucho esta también.

—Puedes poner las que quieras, amor. —aseguro antes de que siga con su letanía.— ¿Quieren algo de la cocina?

Ruggero niega, cansada suspiro mientras Hugo corre delante de mí y se pierde dentro de la cocina.

Y sin poderlo evitar, camino hacia mi marido y me llevo la mano a mi pequeño vientre para poder decir;

—Que estés enojado lo entiendo, pero te estás perdiendo de los mejores momentos y después no quiero que te arrepientas.

—¿Me estás amenazando o chantajeando?

—Nada, solo lo estaba comentando. —me encojo de hombros.— Quizá estés enojado y créeme que entiendo el por qué, fue mi culpa. Pero realmente te amo, no me gusta estar en esta situación, y si yo perdoné tu secreto, tú bien podrías perdonar el mío.

—No es lo mismo, Karol. Mi secreto no nos iba a matar.

—Pues el mío si puede matarme en cualquier momento. —admito.— Pero creo que por eso mismo, no deberíamos estancarnos aquí, ni deberíamos dejar que el tiempo se nos vaya de las manos entre discusiones y este tipo de cosas.

—Karol, tú no entiendes. Estoy muy molesto, en cuatro años de matrimonio jamás me contaste algo que en cualquier momento pudo haberte matado. No confías en mí, ¿Entonces para qué seguir con esto? Ni siquiera somos un matrimonio real. —me mira a los ojos.— Quizá nunca fuimos un matrimonio, solo somos los padres de Hugo y el bebé que viene en camino.

Un nudo se forma en mi garganta.

De todas las cosas que pudo decirme, no imaginé algo de esa magnitud. Y por eso solo bajo la mirada y asiento.

—Ya está bien, ya entendí. —levanto mis manos rendida.— Voy a sacar mis cosas de tu habitación.

—No es necesario, yo voy a sacar las mías. —asegura.— Y... Y voy a mudarme.

—¿A la habitación en frente de Hugo?

—A un departamento nuevo. —corrige.— No me siento cómodo aquí, no siento que sea parte de nada. Espero que puedas entender.

—Ruggero, no digas eso. —sugiero.— Yo... Esto es algo que ni siquiera se ha hablado, no puedes venir y decirlo así como si nada.

—Si puedo. —se encoge de hombros.— Y lo haré. Me quiero ir, comenzar una nueva etapa y priorizar siempre el bienestar de los niños.

Relamo mis labios sin saber qué exactamente decir.

Se quiere ir.

¿Y se supone que yo debo decirle que está bien?

Por supuesto que no.

No puedo, me niego.

~~~~

Persona Equivocada, Momento Correcto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora