Tres.

421 65 8
                                    

Fue raro, no pude llorar pero mi alma estaba hecha pedazos.

—¿Ya estás lista?

Ruggero se apoya en el umbral de la puerta, asiento mientras me pongo el abrigo. Él sonríe.

—Te ves muy bonita.

—No me siento bonita. —admito muy a mi pesar.— Estoy obesa.

—No lo estás, eres una embarazada bonita.

Me miro al espejo. Por supuesto que no.

Mi cuerpo ha tenido bastantes cambios desde que la panza me creció, y no, no me siento nada bonita.

Los pies me duelen mucho.

Soy un maldito desastre andante. Y embarazada para rematar.

Estas son las cosas que nunca quise y que siempre odié del embarazo. No me gustan.

—¿Nos vamos?

Reacciono y miro a Ruggero cruzándome de brazos en el proceso.

—Estoy fea.

—No lo estás. —insiste.— Estás guapísima y nos tenemos que ir porque todos tus amigos y tu familia están esperándote a unas tres horas de aquí para el baby shower.

—Es que me veo horrenda, Ruggero. —sollozo.— No quiero ir así, el vestido no me queda bien. Es horrendo.

Me limpio las lágrimas con el dorso de mi abrigo, él se acerca y me envuelve en sus brazos dejando tiernas caricias en mi espalda.

Me acomodo ocultando mi rostro en su cuello, él me abraza con fuerza.

—Estás hermosa, así tal cual. —besa mi frente.— Eres una diosa y tu pancita es hermosa, mi amor. Pero tienes que recordar que tienes ocho meses, evidentemente vas a sentirte un poco confundida. Son muchas emociones mezcladas y eso te está afectando. Pero aquí estoy.

—¿Te vas a quedar aún cuando sabes que me veo horrenda?

Sollozo abrumada, él besa mi frente una vez más y asegura que estaremos bien antes de tomar mi rostro entre sus manos y limpiar mis lágrimas.

Y dos minutos después, consigo calmarme. Él besa mis labios antes de tomar mi bolso y mi mano llevándome con él.

Nos subimos al auto, abrocha mi cinturón y me tomo mi tiempo de verme al espejo, retocar mi maquillaje y de acomodar el vestido.

Es que no me siento bien. Tengo una angustia constante en el pecho que no deja de molestarme.

Antes amaba las ventajas del embarazo y todas esas cosas lindas que sucedían. Pero ahora solo lloro cada vez que me recuerdan que pronto voy a dar a luz.

Es que eso no es justo.

Ruggero me tranquiliza mientras comienza a conducir. Y tan pronto comienzo a aburrirme de la manera en la que explica que todo esto es normal en el proceso de embarazo, termino quedándome dormida.

Despierto un rato después cuando siento que el auto se detiene y entiendo por qué;

Estamos en una gasolinera y Ruggero se ha bajado. Me acomodo y pretendo seguir durmiendo.

Lo positivo de esto es que la fiesta es en la noche, que será en la casa de playa de mis tíos y que todo pinta ser perfecto porque aún tenemos tiempo de llegar.

Aún cuando ya ha comenzado a oscurecer.

—Si quieres ir al baño es el momento, no vamos a detenernos más. —me dice golpeando la ventanilla. Hago un mohín.

Persona Equivocada, Momento Correcto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora