Treinta y Ocho.

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—No puedo mentirte, Karol. Las probabilidades de que los niños se queden con Ruggero son muy altas.

Desvío la mirada sintiendo el nudo en mi garganta, Emilio me abraza por los hombros y Juliana maldice.

—¿Por qué?

—Bueno, ya vimos cómo se desarrolló la audiencia, la defensa de Ruggero presentó los análisis psicológicos de los niños. Y si toman en cuenta lo que Hugo dijo, tenemos muy pocas posibilidades a nuestro favor.

—¿Eso significa que nunca más voy a poder verlos?

—No, no. Por supuesto que no. Ruggero no ha pedido eso. —me aclara.— Solo pidió que los niños vivan con él y que te visiten con frecuencia.

Me limpio las lágrimas frustrada.

Me niego a dejar que mis hijos se vayan con Ruggero. No cuando él metió a otra mujer a un hogar que se suponía que debía ser suyo y de los niños si yo no estaba.

No puede darles una madrastra y ya. No puede.

—Ya pueden pasar.

Miro a la puerta negándome a entrar, no quiero escuchar el veredicto.

La abuela me toma del brazo y juntas entramos siguiendo a la abogada. Y tan pronto la jueza se sienta, nos mira y sonríe tomando un montón de hojas.

—Tenemos el veredicto, ¿Están listos para escucharlo?

Ambos asentimos, suspiro profundo mientras la mujer comienza a leer el documento notariado.

Hay muchos términos legales y palabrería en general. Pero mi corazón se prepara cuando dice;

—Ruggero Pasquarelli, siendo el padre legal y biológico de los niños Hugo y Chiara Pasquarelli respectivamente, permanece con la custodia permanente de ambos menores de edad.

Él asiente, maldigo tomando mi rostro entre mis manos.

No es justo. No lo es, maldita sea.

—Siendo así, la señora Karol Sevilla, tiene derecho a recibir visitas de sus hijos dos fines de semana al mes y fechas festivas. —continúa con su lectura.— Así como también, cada vez que intente sacarlos del país, tendrá que presentar la autorización del padre. Y viceversa.

—Pero no es justo. —protesta mi abuela.— Mi nieta tiene que estar con sus hijos. Ellos necesitan más de su madre que del padre.

—¿Podría explicarnos las razones de esta decisión? —pregunta Emilio y la mujer asiente desde atrás.

—He determinado que esta decisión es lo mejor para los niños puesto que ambos cuentan con una vida estable y fuera de peligros con su padre. —explica con tranquilidad.— El señor Pasquarelli tiene un historial perfecto, y los niños se encuentran cómodos con él. Hemos tomado en cuenta el testimonio de Hugo Pasquarelli, así como también tomamos en cuenta que la niña Chiara Pasquarelli no conoce a su madre, y el periodo de adaptación si le cedemos la custodia a su madre, puede afectar aún más su desarrollo cognitivo y psicológico.

—Pero no es justo. —sollozo.— Yo no tengo la culpa de haber quedado en coma por salvar la vida de mi hija. Lo único que yo quiero es estar con mis hijos, tengo todo el maldito derecho.

—Lo tiene, señora Sevilla. Nadie se lo está quitando.

—Pero me están negando vivir con ellos.

—Por ahora. —insiste.— Como corte, nuestra prioridad son los niños. Y por lo tanto, he determinado que por ahora, ellos están mejor con su padre.

Persona Equivocada, Momento Correcto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora