Veinte y Cuatro.

368 56 13
                                    

—Buenas noches, amor de mi vida.

Me río sintiendo el beso en mi hombro, él me abraza por la espalda.

—Te extrañé mucho.

—Nada más porque estás enferma y necesitas que te cuiden. —me burlo estirando mi mano para tocar su mejilla.— Estás muy caliente todavía, ¿Por qué no te vas a acostar?

—Porque quiero estar contigo. —besa mi cuello.— No quiero estar solo.

—Pero si solamente te estoy sirviendo un poco de sopa. —me río con más fuerza.— Ve arriba, subo enseguida.

—Pero...

—Dale, amor.

Soltando un suspiro rueda los ojos y asiente saliendo de la cocina. Me vuelvo a reír mientras vuelvo a lo mío.

Acabo de llegar del trabajo y evidentemente mi esposo tenía que hacer su drama si hoy no fue a trabajar porque tiene un raro malestar.

El doctor dice que no tiene nada pero él no ha dejado de vomitar y de tener malestar en general. Supongo que algo en ese viaje con la empresa donde trabaja salió mal.

Pero sea como sea, ahora está medicado.

Subo a la habitación con la cena para ambos y me siento en la silla después de dejar todo listo para él.

—Mañana tenemos cita con el psicólogo. —me recuerda.— Creo que esa es la evaluación final para saber si al final podremos adoptar a Hugo o no.

—Por supuesto que vamos a poder. —me aferro a la esperanza.— Esta tarde la trabajadora social pasó por los resultados de mis exámenes, ahora sabe que no tengo nada.

—¿Segura que no hay nada fuera de lo normal?

Asiento, no hay nada fuera de lugar.

Todo en mi útero está bien y no hay rastros del cáncer. La operación fue un éxito al final de cuentas.

Los últimos exámenes dicen eso.

Todo salió bien.

—No hay nada de qué preocuparse. —prometo.— La doctora dice que estoy evolucionando muy bien y que mi útero se está recuperando despacio pero bien.

—Me alegro mucho, mi amor. Independientemente de Hugo, lo único que quiero es que estés bien.

Asiento sonriendo en el proceso.

Eso lo sabía de memoria. Y que me esté dando su apoyo en todo momento lo hace todo más fácil.

Sin embargo, no estoy preparada para hablarle de toda la verdad.

Sé que han pasado años desde que nos conocemos y estamos casados, pero no estoy lista. Aún no.

—Te amo mucho. —musita de repente y me río.

—Yo te amo más, amor. Pero, ¿Eso a qué viene?

—A que te amo. —dice obvio.— Y a qué estoy feliz porque nuestra vida está atravesando la mejor de las etapas.

—Si pero el primer año fue horrible. —arrugo la nariz.— ¿Te acuerdas de que peleabamos por todo? Es que yo no te soportaba.

—No soportabas a nadie, mi amor. —se ríe.— Pero te amo igual, eres mi niña bonita.

—Pues pronto voy a ser madre y ya no voy a ser tu niña bonita. —alargo entusiasmada.— Hugo va a ser un Pasquarelli, muy pronto.

—Realmente espero que pronto, llevamos en serio mucho tiempo en este proceso, no entiendo qué más podrían necesitar de nosotros.

Persona Equivocada, Momento Correcto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora