Treinta y Nueve.

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Estoy cansada.

No soporto esto. Estoy cansada física y mentalmente, ya no puedo más.

Hace solo dos meses que mis hijos viven conmigo, y hace solo dos meses, no he vuelto a conocer la tranquilidad.

No puedo, el miedo y la situación me están consumiendo.

Nunca quise llegar a esto. Nunca imaginé que la situación resultaría tan complicada para mí. No es justo.

Lo único que yo quería era vivir con mis hijos, formar parte de su vida, ser todo lo que en este tiempo no pude ser para ellos.

Y me resulta realmente injusto que la vida me castigue así.

¿Por qué a mí?

¿Por qué cuando se supone que todo estaba en orden?

No hice nada para merecer esto.

Nada.

—Ya, Chiara. Tranquila.

Juliana le tiende el juguete a la niña pero ella solloza y lo lanza lejos de su alcance. Suspiro rendida.

Es que no entiendo qué tengo que hacer para que se calle.

Todas las malditas noches sucede lo mismo.

—¿Podemos llamar a papi?

La pregunta de Hugo me hace mirarle. Fastidiada me retiro el cabello de la cara.

—¿Para qué? Vete a dormir, Hugo. Mañana tienes escuela.

—Pero, mami...

—Hugo, a la cama. —levanto la voz. El curva sus labios en un puchero.

—Pero no grites, mami. Papi dice que cuando gritas no eres feliz.

—¡A la mierda con tu padre, Hugo!

—¡Karol!

Juliana me manda a callar, exasperada me tomo el rostro entre las manos y Chiara llora más. Pero ahora no es solo ella. Ahora Hugo también llora.

¡Maldita sea!

Estoy cansada de esta maldita situación. Ya no lo soporto.

—Ya está. —Giovanna entra a la sala. Le miro.

—¿Ya está qué?

—Llamé a Ruggero.

—¿Por qué hiciste eso?

—¿No estás viendo? No estás lista para esto, no puedes sola con los niños, ellos necesitan a su padre. Fin.

—¿Y a ti quién te dió permiso de hacer eso?

—Nadie, pero no me importa en absoluto porque no me importa si te parece o no, hago lo que es mejor para ellos. No para ti. —me hace saber.— Y si estás viviendo en mi casa, también vas a respetar mis reglas.

—¡No tienes derecho a decidir sobre mis hijos!

—Pues lo hago, y te guste o no, Ruggero se va a llevar a los niños a su casa. Si siguen así, se van a enfermar.

—¡¿Cómo te atreves?!

—¡Basta!

Juliana llama nuestra atención y por un momento el silencio inunda la habitación. Ella suspira frustrada.

—Giovanna, deja de meterte en asuntos que no son los tuyos. Esto es entre Karol y Ruggero. —dice. Asiento.— Y Karol, admite de una jodida vez que esto puede ser grave para los niños. Necesitan ver a Ruggero. Y aunque Giovanna no debe meterse, hizo bien en llamarlo.

Persona Equivocada, Momento Correcto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora