Siete.

407 66 7
                                    

Hay fechas que jamás se olvidan.
Karol S.

—Yo quiero las azules, se ven hermosas. —alargo tomando el ramo.— Mira, con los claveles blancos se ven bien.

—Pues lleva dos de cada uno. Voy a comprar una botella de agua.

Asiento. Él suelta mi mano y se aleja.

Me tomo mi tiempo de elegir los mejores ramos para mí bebé mientras Ruggero compra su agua. Y cuándo vuelve, se asegura de pagar antes de tomar mi mano y llevarme con él.

Cruzamos unas cuantas calles y hablamos acerca de lo que queremos comer hoy al salir de aquí. Pero cuando estamos en el cementerio, la conversación cambia radicalmente cuando se me ocurre decir;

—Quizá para este momento, ya estaríamos preparándonos para su primer día de escuela.

Él me mira, suspira y asiente.

—Y sería el día más agridulce de nuestra existencia al saber que nuestro bebé está creciendo. —añade con un mal sabor de boca.— Increíble, ¿No es así?

—Sé con certeza que seríamos grandes padres. —sonrío.— Los mejores sin duda alguna.

—Lo sé, hubieses sido la madre más linda de todas.

Nos detenemos frente al nombre de nuestro hijo, un suspiro brota de mis labios mientras tomo las flores antiguas y las dejo a un lado para poder poner las nuevas. Ruggero abre la botella de agua y vierte un poco en cada florero.

Tomo las flores viejas y las dejo en su respectivo contenedor de basura antes de volver y sentarme frente a la lápida.

Hago un mohín mientras leo la fecha marcada.

Treinta de agosto.

Maldito treinta de agosto...

Esa maldita fecha va a quedar marcada en mi vida para siempre.

—A veces siento que he olvidado cómo se sentía estar embarazada. —musito de repente.— Me molesta el estar olvidando cómo se sentía tenerle dentro de mí dando pataditas, o moviéndose cuando te escuchaba hablar. He comenzado a olvidar la emoción que sentía cuando despertaba y él se movía.

Ruggero me abraza por los hombros, cierro los ojos intentando contenerme.

—Sé que hubiese sido una gran madre, nadie me niega eso. Sé que habrías sido un gran padre. El único problema es que esa mujer no nos dió la oportunidad. Nos la quitó, la arrebató de mis manos.

—No pienses en eso ahora.

—De todas las cosas que pudieron pasar, de todas las personas a las que pudo chocar, decidió hacerlo con nosotros.

—Basta. —susurra.— No sigas con esto.

—De todas las vidas que pudo destruir, destruyó la nuestra. —sollozo.— Y yo nunca voy a poder perdonar lo que ha hecho. Nunca.

No importa el tiempo que pase ni las terapias que tome.

Supongo que mi corazón nunca va a dejar de odiar a la mujer que me arrebató la oportunidad de conocer a mi hijo.

La maldita ebria que me quitó el derecho de ser llamada mamá.

La odio. Simplemente la odio con mi alma.

~~~~

—¿Más ensalada?

Ruggero corta su carne, hago un mohín y al final asiento dejando que me sirva más ensalada.

Persona Equivocada, Momento Correcto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora