Ocho.

406 63 1
                                    

Creo que aunque pasen semanas, meses o años, yo me seguiré emocionando al verte sonreír. Cómo si fuera la primera vez.

Karol S.

—Vas a llegar tarde. —advierto llevándome el batido a los labios.— Tienes que salir antes ahora que nos hemos mudado.

—Lo sé. —se limita a decir tomando las llaves.— Nos vemos.

Se acerca a besar mi mejilla y sale por la puerta de la cocina que da al jardín. Me recojo el cabello mientras camino a la puerta principal y la abro para que pueda salir.

Se toma su tiempo en salir pero tan pronto pasa por mi lado, se detiene y dice;

—No cocines, iremos a cenar afuera. Te envío un mensaje cuando te mande el Uber para que estés pendiente. Supongo que en la tarde te vas con tus amigas así que no te voy a pedir Uber. De todos modos, me avisas.

—Okey. —cedo.— Ten un buen día.

—Y tu, te amo.

—Te amo.

Se aleja y yo cierro la puerta antes de correr dentro de la casa.

Si bien es cierto, tengo mucho por hacer ya que apenas nos hemos mudado y aún quedan cajas por abrir. Pero me voy a tomar un tiempo.

Un tiempo muy, muy largo.

Vuelvo a meterme en la cama y pongo mi teléfono a un lado permitiéndome dormir a gusto.

Y sí que duermo a gusto pues despierto tres horas después con el sonido de los mensajes llegando a mi teléfono. Frustrada me siento en la cama mientras froto mis ojos.

¿Y ahora qué?

Termino de despertar cuando leo el mensaje de Giovanna asegurando que se han perdido. De inmediato le llamo y la velocidad con la que me responde me hace reír.

—¿Pero qué haces? ¿No hay señal en tu nueva casa o qué?

—Me quedé dormida.—admito.— Te mando la dirección exacta ahorita mismo.

Cuelgo y mando la ubicación por mensaje antes de acostarme para poder dormir un poco más.

Pero no, no puedo dormir más de diez minutos pues ya están tocando el timbre. Y después de luchar contra mi pereza, bajo a abrirles.

Les dejo entrar, aprovecho para ir a la cocina y tomarme mi medicina antes de ir a la sala y sentarme señalando las cajas.

—Es todo lo que tenemos que hacer. Y arriba hay más. Apenas arreglé la parte del armario de Ruggero para que no se estrese buscando sus cosas para hoy. —explico.— No me gustó esta parte de mudarme.

—Pero que bonito es todo.

Juliana y su exclamación me hacen saber que no me han escuchado, bufo por lo bajo mientras Giovanna toma una foto de mi sala.

—Incluso con las cajas luce como la mejor casa en la que he estado. ¿En serio es tuya?

—Hoy en la tarde firmamos las escrituras. —asiento.— Así que tengo solo... —centro mi atención en el reloj.— Dos horas para organizar todo, bañarme e irme a ver a Ruggero en su trabajo.

Asienten, Juli avisa que irá a preparar el desayuno, Gio se recoge el cabello y yo me acuesto en el mueble. Estoy cansada.

Demasiado cansada. Siento que no dormí para nada.

Y eso que me quedé dormida a las ocho y media de la noche. He dormido más que suficiente.

—¿Te duele algo?

Persona Equivocada, Momento Correcto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora