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"Cada día mas esquizo, ayer mi psicóloga rodeo sus ojos diciéndome que la tengo harta con mis boludeces"

- Anónimo (yo)

Quiero pedir disculpas por no actualizar absolutamente nada, pero también me excuso en que no tengo tiempo, en el liceo (secundaria) me bombardearon a proyectos y estoy todo ocupado.

En fin, los quiero, lean despacito. ❤️

Ah, lo olvidaba, hoy decidí despegarme un tanto de mi habitual modo de escritura, experimentar un poco al respecto, ya saben. Si les gusta el modo de redactar el relato, háganmelo saber.

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Era un día algo común, hasta aburrido podrían definirlo los únicos dos habitantes del extenso vehículo  color negro.

Mientras uno de ellos se centraba únicamente en su exhaustivo labor, el otro se encontraba en el escritorio mediano y cercano a su cafetera, realizando de hecho, uno de sus mayores pasatiempos. Su pulcro rostro era decorado por esa serena pero muy extensa sonrisa que lograría causar un desmayo a cualquiera, ya que en su ancha libreta de apuntes laborales y personales se hallaba realizando bases, trazos, detalles y sombras hacia un pequeño dibujo, claramente y por su pura desición, las facciones allí representadas no podían tratarse de otra persona...

Pues al ser el dulce hombre un talentoso enamoradizo, esa tan infantíl admiración personal por su jefe no se había desvanecido nunca, a pesar de que hacía ya bastantes años en los que había compartido con el mismo un notable anillo de compromiso, lo cierto era que, tal cual un débil adolescente ante una estrella musical, su arte representaba su idolatría hacia su todo, era una linda paradoja; al mencionar a su ídolo, su jefe, y finalmente a su esposo, pues se encontraba detallando al mismo ser.

No había recibido alguna órden laboral hacía ya un largo tiempo, por lo tanto, al verse sometido ante el aburrimiento, recordó de repente y de manera sorpresiva uno de sus pasatiempos preferidos. Sus manos eran casi delatadoras de sus severos pensamientos, no podía evitar esbozar una sonrisita, tontamente y por su tan baja autoestima el moreno no lograba percatarse de su enorme talento, pero si sentía ese escalofrío y leve risa al recordar que podría dibujar a aquel hombre representando cualquier acción que se le venga a la mente.

En sí y por más que se llegue a pensar, el agente no trazaría el cuerpo o rostro de su superior de alguna forma que pueda ser considerada extraña, bueno, al menos no allí, ya que por precavido o por simple vergüenza, no podría realizar tal cosa en la única presencia de su dichoza musa.

Negando con su cabeza al espantar esos pensamientos, limpió con su mano los restos de borrador que se habían depositado en la blanca hoja, revelando así su gran obra maestra, sonrió de sorpresa de repente, realmente era tan... inspirador.

Un enorme brillo se formó en sus ojos.

–Stone...

Cerró su libreta tan pronto como oyó su apellido ser nombrado por la tan reconocida voz, fué un reflejo tan potente que su cara de temor y sorpresa mezclado con el brusco movimiento generó en el doctor una inmediata sospecha, o como mínimo, algo de curiosidad.

– ¿Si, señor? –respondió al llamado algo tartamudeante, apoyando ambos codos encima del cuaderno en un lenguaje no verbal de ocultar su contenido.