Se hallaba el agente realizando la renombrada bebida a pedido de su jefe, se había ocupado de trazar el perfecto logo del mismo encima de la crema.
La suavidad y calma del aire junto a los pensamientos, se había interrumpido de repente pues el superior designado se había adentrado a la habitación haciendo retumbar un portazo histérico, en sus manos mantenía un pequeño ramo de claveles perfectamente ordenados, y se dirigía a su asistente con una expresión de vergüenza y pánico.— ¿Doctor?... ¿Por qué?... — cuestionó de repente.
— Cierra el pico... Esto es demasiado humillante para mí... — aclaró su garganta — Otorgaré un contexto claro ¿Okey?... — Suspiró — Sucede... que en base a una investigación personal que me hallo realizando debido al crecimiento de una duda ligera pero fulminante a niveles de información... — rodeó sus ojos ante la descripción de su propio martirio — He decidido comenzar un muy pequeño albergue de plantaciones en mi morada... Por supuesto, mi cultivo obtuvo un perfecto proceso de crecimiento... Hasta el punto en el que... Algunos de esos molestos componentes bióticos han ocupado un espacio no preestablecido en su lugar de orígen...
— Oh... ¿Usted tiene un huerto entonces? ¿Que experimento se encuentra haciendo? — sonrió, y un brillo infantíl se pudo notar en sus ojos.
— Responderé a tus preguntas cuando la experimentación concluya — cruzó sus brazos tras posar el ramo en el escritorio — He gastado mucho tiempo en estos seres... Así que cuando noté lo extensas que se estaban haciendo cada una de las especies, decidí deshacerme de algunas de ellas... He aquí un ejemplar — señaló sus flores con cautela.
— Son muy hermosas, señor... — detalló la belleza de los brotes blancos, sin despegar la sonrisa de su rostro.
— Se trata de las famosas Dianthus caryophyllus... O llámalos claveles, si prefieres dejar la perfecta elocuencia por un nefasto vocabulario tan coloquial como absurdo... — habló dennotando conocimiento.
La sala entera se hinundó de un extraño silencio, el doctor observaba como el contrario se hallaba hipnotizado ante la perfección de tales muestras, tal y como había planeado. Aclaró su garganta fuertemente para llamar la atención del moreno, gesto que el mismo pareció no entender.
— Agente... Ya deje de demostrar su clara tendencia hacia la dendrofilia — Bromeó — ¿Acaso no se pregunta por qué demonios vine hasta aquí con un ramo de flores y no las incendié antes debido a mi afán por desaparecerlas?
— Oh, si... Discúlpeme... — sonrió de lado hacia su jefe — ¿Por qué lo hizo?
Ivo suspiró, desviando su mirada con seriedad.
— Acontece que... Decidí obsequiárselas a usted... Con una pequeña condición... Debe utilizarlas como decoración dentro de ese... Ominoso local al que usted llama su segundo trabajo — colocó su tono de voz más gélido, como un método de defensa hacia la terrible cursilería a la que se encontraba sometiéndose.
— ¿En la cafetería?... — alzó una ceja hacia lo inusitado del asunto — ¡Por supuesto que lo haré, señor! — su sonrisa se ensanchó inefablemente, acompañó aquello asintiendo de forma excesiva, en una emoción indescriptible.
— Excelente... Pues ese establecimiento carece de un ornamento digno... ¿Desea expandir sus horizontes en cuanto a cultura general?
— ¡Si, señor! Lo oiría hablar de sus conocimientos las 24 horas del día — admitió cegado por la alegría repentina, tomando los claveles de repente, admirando su aroma y forma perfecta.
El mencionado pareció sorprenderse un tanto, sensación que de repente fue inhundada por un terrible pensamiento enamoradizo hacia su partidario.
— Bien... Pues... — sacudió su cabeza, intentando también espantar su claro sonrojo — Los Dianthus caryophyllus eran utilizados en la antigua grecia como una forma de decorado... Por eso mismo se le nombra "flores de los dioses" o si eres devoto a Eros, se le hace referencia bajo el nombre "flores del amor" — alzó una ceja nuevamente.
— Es muy interesante, doctor... Finalmente y gracias a usted la cafetería mantendrá un elemento tan magnífico como lo es su trabajo... — olfateó las muestras por quinta vez — Gracias... de verdad, es perfecto... — le dedicó al reciente agricultor una sonrisa difícil de olvidar.
— ... Yo solo... — pareció temblar — No fue un gesto de amabilidad... Deseo que uno de los lugares a los que frecuento mantenga al menos una decoración decente... ¡Ese lugar está lleno de baratijas y no soportaré esperar mi latte mientras las observo de nuevo! — frunció su seño — Fue... A beneficio propio — observó sus uñas en un gesto de arrogancia.
— Por supuesto... Lo comprendo — rodeó sus ojos reduciendo su enorme sonrisa, lo que resurgió de repente en ese típico gesto leve de embelesamiento.
Robotnik relamió sus labios, observando al jóven de arriba a abajo con una expresión de falsa seriedad.
— Sea como sea... Gracias de nuevo, mi señor, prometo colocarlas en una zona en donde sea visible... Y usted pueda observarlas en vez de centralizarse en las baratijas — rió levemente, asintiendo de modo formal.
— Bien... Finalmente mi sentido del diseño altera algo en esa cabecita tan vacía... — coqueteó levemente.
Lee asintió con sus labios inclinados hacia arriba, como era normal al encontrarse con ese hombre terco y ruin. Un adorable tono carmesí también le hizo juego a sus mejillas, que haciendo dúo con su mirada serena y tan fulgurante, el gesto infantíl que hacía al genio volverse aún más loco de lo que ya estaba era de las pocas cosas que el mismo parecía adorar como una deidad.
— Iré a dejarlas en mi escritorio... — abrazando el obsequio, se dirigió hacia el contrario — ¿Sabe algo, señor?... No pretendo ofenderlo, pero... No debe fingir seriedad conmigo... Si desea ser franco y sincero en cuánto a todo, usted puede hacerlo... — tomó sus manos demostrando un cariño absoluto — ambos sabemos que... Nos atraemos... Y por mi parte, diré que es el ser que más aprecio en todo el mundo... — sonrió — Y de nuevo, gracias por las flores, Ivo... — se inclinó hacia su mejilla, depositando un dulce beso tan suave como el aroma de los claveles.
Lee pareció retirarse con lentitud, casi divagando de amor, por supuesto, al voltearse levemente y notar la pose estática que su amado genio mantenía, no puedo evitar morder su labio inferior con una linda carcajada.
Por parte de Robotnik, nunca había experimentado el hecho de decidir que emoción era la que más predominaba en su pecho... Algo de molestia claramente se manifestaba, pues se había sentido un tanto ofendido ante las últimas palabras que el agente le dedicó... Un tanto de vergüenza por el hecho de haberle regalado aquello al mismo agente... Pero lo que más parecía iluminar sus oscuros ojos y hacer latir su corazón a mil por hora, era el hecho simple de darse cuenta del por que el mundo se detenía por completo cuando admiraba esa sonrisa, esos ojos, ese aroma... Ese ser que tanto le recordaba a su propio cerebro; sublime.
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Stobotnik ☕ 00neSshots_
FanfictionSi, son one-shots Stobotnik, todos tiernos y cursis como yo detesto! disfruten.