Capítulo 81

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Off lideró a una docena de miembros del equipo de búsqueda y rescate que llegaron en un abrir y cerrar de ojos mientras gritaban: 

— ¡GUN!

El omega había estrangulado a mucha gente en el pasado, pero hoy era la primera vez que casi le rompían el hueso de la garganta a él. 

Su piel de repente se volvió azul y sus pulmones comenzaron a tener espasmos. 

Pellizcó el brazo de Sing y, después de unos segundos, se volvió más y más débil debido a la falta de oxígeno.

Off dio un paso adelante, pero luego se obligó a detenerse: 

— ¡Suéltalo, Sing! ¿Qué demonios quieres?

La escena se lleno de tensión de inmediato: Gun estaba a solo diez metros de Off, pero parecía haber una brecha entre ellos que era muy difícil de cruzar.

Con una mano detrás de su espalda de una manera muy sigilosa, Off miró a Sing mientras daba la señal de "preparen a los francotiradores", pero antes de que el soldado en la multitud pudiera moverse tranquilamente a su posición, Sing soltó: 

— ¿Quieres dispararme? Es inútil. La visibilidad es muy mala y hay muchos obstáculos. ¿No te da miedo que la bala le de al portador de anticuerpos?

El francotirador se congeló.

— Suéltalo, o lo asfixiaras — Off apretó estas palabras entre dientes — Cálmate, Sing. Dime quién te dijo que hicieras esto. ¿Fue Mac? ¿O alguien más del país A? ¿Qué te ofrecieron? ¿Sabías de antemano sobre el ataque zombi en el campamento?

Sing no respondió: 

— Tira el arma.

— ¡Harit! — gruño Off con impotencia.

— Son los anticuerpos — dijo Tay de repente.

Todos lo miraron, y si prestaban atención, verían que los ojos de Sing se crisparon.

— Algo paso con los anticuerpos, ¿no? — preguntó Tay.

Esta vez, Sing se detuvo por unos segundos bajo la atenta mirada de todos, antes de sacudir la cabeza:

— No digas tonterías. Cuando cuente hasta tres, todos arrojen sus armas. Uno, dos...

Off arrojó la ametralladora con un chasquido, seguido del sonido de las armas cayendo en cascada.

Gun apretó los dientes y luchó, pero al segundo siguiente, el arma que apuntaba a su sien fue cargada: 

— No te muevas, porque también puedo entregar tu cadáver.

— ¿Estás seguro de que puedes escapar de este lugar con un rehén? — pregunto Off con frialdad — ¿O eres lo suficientemente ingenuo como para pensar que el grupo con el que hiciste un trato cumplirá su palabra?

Sing soltó una pequeña risa: 

— Eso es asunto mío, Coronel Jumpol.

Su codo, que estaba estrangulando la garganta de Gun, era firme como el hierro. 

Su técnica era extremadamente profesional y habilidosa, lo suficientemente laxa como para controlar el oxígeno hasta el punto en que Gun no podía realmente asfixiarse y morir, pero tampoco podía soltarse, así que simplemente lo arrastró hacia atrás.

Off y los demás lo siguieron de inmediato, pero Sing los detuvo: 

— ¡Alto! ¡Si veo a alguien a menos de 200 metros, inmediatamente le romperé ambas manos!

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