Capítulo 24

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— No te mueras... — Gun se atragantó con la sangre que brotaba de su garganta, sintiéndose perdido — No te mueras, por favor Tay, no te mueras...

El cuerpo de Tay se inclinó, su rostro hizo una mueca.

Los vasos sanguíneos de sus brazos y cuello se hincharon, como si gusanos verdes se retorcieran dentro de él.

Se veía extremadamente horrible.

Gun lo levantó, colocándolo sobre su muslo. Presionando con fuerza la chaqueta empapada de sangre contra la herida, usó este método y trató desesperadamente de que sucediera un milagro.

— Ahh... ¡Ah!

Tay tuvo un espasmo por última vez antes de que su pecho se agitara violentamente.

En ese momento, el grito ronco de Gun se volvió agudo:

— ¡TAY! ¡NO TE VAYAS! ¡MÍRAME, TAY!

— AHHHHH...

Pasaron unos segundos y Gun sintió como si hubiera recibido una bofetada muy fuerte.

Un zumbido sonó en sus oídos y dejo de escuchar.

Solo pudo ver cómo los gemidos de dolor de Tay se detenían repentinamente.

Su cuerpo colapsó, sus venas abultadas disminuyeron y todas sus convulsiones y espasmos de muerte desaparecieron.

El silencio descendió sobre ellos.

Gun sintió que se estaba hundiendo en un lecho marino, cayendo desesperado hacia atrás.

La centrífuga se había roto hacía mucho tiempo mientras luchaban contra el zombi.

Con el peso de su cuerpo, se derrumbó.

El cuerpo de Tay de repente se estremeció y un espasmo que hizo temblar la tierra surgió de él.

*toser*

Era como si le hubieran puesto una inyección de adrenalina al corazón de Gun.

Saltó y agarró los hombros de Tay:

— ¡Tay! ¡Tay! ¡Despierta, aguanta! ¡¡Mírame!!

La chaqueta cayó al suelo.

La herida en el cuello de Tay se coaguló rápidamente y se convirtió en una costra de color rojo oscuro.

Su pecho se agitó violentamente, y en medio de su lucha, sus ojos se abrieron un poco.

Con mucho esfuerzo, movió los labios.

Con unos cuantos movimientos, Gun se quitó todas las prendas posibles de su cuerpo, quedándose  solo con una delgada camiseta negra.

Arrojó el resto de su ropa sobre Tay para mantenerlo caliente, presionando los dedos contra su muñeca, sintió que un milagro estaba ocurriendo lentamente.

Ese pulso que casi desapareció ahora estaba vibrando vigorosamente otra vez.

Tay hizo un sonido.

Gun presionó su oreja contra sus labios, enfocando toda su atención antes de escuchar una palabra.

— Mik...

"Mike había muerto"

El corazón de Gun se hundió. Era como si le hubieran arrojado un balde de agua fría sobre sus turbulentas emociones.

— Todo esta bien — dijo con voz ronca, desviando la mirada — Está bien... N-no te preocupes.

La sonrisa de Tay apenas podía detectarse. Sus labios secos y agrietados ni siquiera podían curvarse, un segundo después se desmayó.

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