Tu muerte

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«Lo has olvidado. Has olvidado tu propósito». 

La voz de Emilia retumbó en mi cabeza, trayendo consigo un dolor punzante en el pecho y una fuerte taquicardia. 

—Maldita bruja, tú estás muerta—cerré los ojos, presionando mi pecho, mientras enterraba mis uñas en lo poco que quedaba del suelo descubierto. 

—¿Estás bien? —la voz de Vincent se oía como un susurro, tan suave y lejana. 

«No has terminado con tu encomienda. ¿Qué estás esperando? Mátalos a todos». 

—¡Cállate, cállate, cállate, cállate!

«Pobre pequeña. La única persona en quien confío hasta el final la ha traicionado, yéndose de parte de esos que acabaron con su vida». 

—Eso no es cierto. 

«Mírate. ¿Qué acabas de hacer en este momento?».

Emilia fue la única persona que nos ayudó, nos brindó un techo, un lugar cálido donde estar, cuando no teníamos nada y vagábamos por las calles, sumergiéndonos en nuestras propias miserias. 

Mi hermana se veía más viva y sana mientras era ella quien la trataba. Era una niña y tenía mucho por vivir todavía. Ella merecía una vida mejor que la que tuvo a mi lado por haberme seguido cuando decidí huir de casa, pensando que en cualquier lado estaríamos mejor, que someternos al infierno que vivíamos allí con nuestros tíos.  

Todos los sacrificios que hice por su futuro y bienestar, fueron en vano gracias a todos ellos.

Es cierto. 

¿Cómo pude ayudarlo?

Por su culpa y por los que están ahí fuera, Lilith ya no está conmigo. 

¿Hasta dónde he llegado?

Si él no nos hubiera atrapado, los habría matado a todos y mi hermana y yo habríamos sido liberados. Hubiéramos podido tener una mejor vida juntos, la que merecíamos, como siempre debió ser. 

«Aún estás a tiempo de recuperar a tu hermana. No todo está perdido. Si me ayudas a salir de aquí, los ayudaré, del mismo modo que lo hice una vez».

—¿Cómo lo harás?

«Confía en mí. Solo me necesitas a mí».

—¿Pollito? ¿Te encuentras bien? ¿Con quién hablas?

No recuerdo cuándo fue la última vez que sentí que tenía el poder entre mis manos, pero de un modo inexplicable, este había regresado a mí. 

Mi cuerpo fue cubierto por esa capa sobreprotectora, era capaz de ver los hilos adhiriéndose a mi piel y regándose por las venas de mis ojos y por el resto de mi cuerpo. 

Podía ver las siluetas de varias personas a través de las paredes, debido a las ondas rítmicas producto de sus pasos y movimientos. 

—Yo no soy ningún pollito—mi mano pudo tomar el control sobre esa sustancia oscura, provocando que esta se enroscara alrededor de su cuerpo y su sufrimiento fuera lento y doloroso. 

Su rostro enrojecido revelaba que cada segundo que transcurría, era menos el aire que recibían sus pulmones. 

—V-veo que has despertado. Así es como te recordaba—dijo en un susurro débil y quejoso.

Su sangre estaba siendo absorbida por esa sustancia, convirtiéndose en mi fuente principal de energía. Necesito fortalecer mis alas para poder volar o no podré llegar muy lejos.  

—Me ayudarás a salir de aquí. Tu muerte no será en vano. 

Encadenados IV •Tetralogía Mortal• [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora