Huida

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Vicky

Me encontraba en mi cuarto, perdida en mis pensamientos después de la extraña reacción de Vladimir. No podía dejar de pensar en sus ojos, en esa mirada que me dedicó y me erizó la piel. Quería entender qué estaba sucediendo, en qué estaba pensando y por qué dijo que no podía quedarse conmigo.

De repente, un estallido de cristales rompió el silencio, sacudiéndome de mis pensamientos. Un escalofrío recorrió mi espalda mientras el temor se apoderaba de mí. ¿Qué estaba pasando? Mis instintos me impulsaron a correr hacia el origen del ruido, sin saber qué esperar.

Abrí la puerta de golpe y me encontré con una escena que me dejó sin aliento. Vladimir estaba a punto de saltar por la ventana, con sus ojos brillando en un inquietante tono dorado. La mitad de su rostro estaba cubierta por ese oscuro parásito, dándole un aspecto aterrador. En un instante, me miró como si estuviera a punto de atacarme, pero luego se impulsó por la ventana y desapareció en la oscuridad.

Mi corazón latía con fuerza y el miedo se apoderó de mí. Me di cuenta de que el parásito, por alguna razón, aún estaba dentro de su cuerpo, amenazándolo y convirtiéndolo en una bestia sedienta de sangre. No podía dejarlo solo en esta situación. Sentí la responsabilidad de ayudarlo, de encontrar una manera de detener el avance del parásito y salvarlo de su influencia.

Tomé una decisión. Sabía que tenía que contactar al grupo de personas que habían sido infectadas, aquellos que habían pasado por el mismo calvario y alertarlos. 

Tomé mi teléfono y marqué los números, pidiendo ayuda y explicando la urgencia de la situación. Necesitábamos actuar rápidamente antes de que el parásito se fortaleciera aún más en Vladimir y causara más daño.

La lucha por encontrar una cura definitiva para las secuelas de la infección no había terminado. Ahora, más que nunca, era crucial unir fuerzas y enfrentar este nuevo e inesperado desafío. 

Les envié mi ubicación para que vinieran lo más pronto posible. Los primeros en llegar fueron Lenny, Dereck, Doce y Luna. 

—¿No sabes a dónde pudo haber ido? —me cuestionó Dereck. 

—No sé a dónde fue. Debe estar aterrado y agobiado en estos momentos. Tenemos que encontrarlo. 

—No lo entiendo. Él había mostrado mejoría durante todos estos meses. Realmente pensé que ya todos estábamos libres de peligros—agregó Luna.  

—Debemos dividirnos para encontrarlo—sugirió Lenny. 

—¿Y si lo encontramos qué? No tenemos formas de enfrentarlo. Si está bajo la influencia del parásito, él es mucho más fuerte que todos nosotros en estos momentos.

—Dereck tiene razón. Lo peor es que en estos momentos puede representar un gran peligro para la sociedad. Puedo infectar a alguien más—dijo Doce.

—No lo entiendo. ¿Cómo pasó? ¿Cómo regresó? Él había estado bien.

—Lo averiguaremos. Por lo pronto, vamos a dividirnos. Encontraremos una manera de detenerlo a tiempo antes de que le haga daño a alguien e incluso así mismo—agregó Lenny.

—Si el antídoto no funcionó, tal y como creímos, significa que esto aún no ha acabado. Incluso si lo atrapamos, ¿qué haremos para neutralizarlo sin que resulte herido? —cuestionó Luna.

—Puedo suministrarle un dardo tranquilizante, pero con una cantidad más alta, pues la última vez que utilicé uno en él, no surtió ningún efecto. Por cierto, ¿se podrá tener acceso al laboratorio? Hay un pasadizo secreto, fue ahí donde encontré varias pruebas y el antídoto. Seguramente haya más por explorar. 

—¿Y qué te asegura que haya quedado algo en ese lugar? Debido a las investigaciones, han saqueado todo. 

—Lenny tiene razón. Entonces, tal vez nuestra única opción es contactar a Robert Watson. Él nos podría ayudar—sugerí. 

—¿Y crees que ese hombre, luego de haberlo encerrado en la cárcel, va a cooperar con nosotros?

—Probablemente tenga alguna exigencia, pero en estos momentos, no tenemos a nadie más. Es eso, o enfrentarnos a las consecuencias que esto puede traer consigo. Y esas consecuencias pueden ser catastróficas. 

Encadenados IV •Tetralogía Mortal• [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora