Audacia

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—Quita tus asquerosas manos de mí. 

El sonido de la puerta nos interrumpió y él escondió el frasco en su bolsillo. 

—¿Con que aquí otra vez? Watson te está buscando. Tal parece que, después de todo, tendrás trabajo que hacer. Cuatro conejitos se han escapado. Tengo el presentimiento de que alguien les ayudó a escapar. ¿Tienes una idea de quién podría ser ese alguien, capaz de tentar a la muerte? 

—¿Dónde está Watson? —Vincent ignoró su pregunta, en el ambiente percibí que había mucha hostilidad de parte y parte. 

—En la sala de juntas. No lo hagas esperar más. 

Vincent me miró fijamente y sonrió. 

—Siempre nos interrumpen en el mejor momento—dijo en voz baja—, pero ya habrán mejores, ¿cierto? —sonrió ladeado, antes de salir del cuarto y dejarme a solas con ese sujeto. 

Es la tercera vez que veo a ese sujeto. Es uno de los que acompaña a los enfermeros que vienen a visitarme. 

—Veo que estás haciendo buenos amigos—su comentario me sacó de mis pensamientos. 

Me le quedé viendo fijamente, pues no entiendo a qué va su comentario. Ese tal Vincent y yo no somos amigos. Gracias a él estoy aquí encerrado.

—¿Te comieron la lengua los ratones? —se acercó, hasta quedar a pocos centímetros de mi rostro—. Pareces una chica. Tienes un rostro demasiado afeminado y este cabello no te ayuda en lo absoluto—agarró firmemente un ancho mechón de mi cabello y lo torció bruscamente en su mano causándome un fuerte dolor de cabeza.

—¡Hijo de perra! —rechiné los dientes. 

—¿Ahora sí sabes cómo hablar?

Su mirada descendió por unos instantes hacia mi erección y luego a mi rostro. 

—Estoy intrigado por saber qué tipo de conversación o interacción estabas teniendo con Vincent, como para que estés así de animado—presionó su rodilla en mi hombría, haciendo que de mi boca se escapara un quejido. 

—¡Todos ustedes están enfermos!  

—¿Enfermos? No todos los días se encuentra a alguien con unas características un tanto únicas y atractivas ante los ojos de quién lo vea. No culpo a Vincent por sucumbir ante tus encantos, si hasta las feromonas que emites son fuertes—olfateó el mechón de cabello que tenía en su mano—. Desprendes un olor bastante delicioso—dejó ir mi cabello, peinándolo hacia atrás—. Estoy ansioso por ver el resultado final del cruce de especies entre tú y tu amiguita. ¿A quién crees que se parecerá más? 

—Eso jamás va a pasar. 

—¿Qué te hace creer que Vincent siempre podrá ser tan inoportuno? La última vez intervino, al parecer, nos salió bastante egoísta y no quiere compartir a su “hembra”. Algo me dice que Vincent y tú se traen algo entre manos, y si ese es el caso, lo averiguaré. Los traidores con agendas ocultas deben ser exterminados y Vincent no será la excepción. Está jugando con fuego, pero tarde o temprano quien juega con fuego se quema. Estoy seguro de que fue él quien ayudó a escapar a tus cuatro amiguitos. Tanto a ti como a él, los tendré bien en la mira. Y si en esa cabecita aún guardas esperanzas de salir de aquí, te aconsejo que las pierdas, porque no pienso permitir que eso suceda.

—Ruega porque nunca me liberen de estas cadenas, porque tú serás el primero al que le borraré esa sonrisa.

—Admiro tu audacia. Ese tipo de boquitas son las que me gustan cerrar—se separó de mí, sacando el bastón extensible que colgaba del lado derecho de su cinturón y llevó la punta a mi mentón—. Te falta mucho por aprender y a mí mucho que enseñarte. 

Encadenados IV •Tetralogía Mortal• [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora