Pasaron largas horas y, durante ese tiempo, trabajé junto a Vincent en la limpieza y organización de la casa. Cada rincón recuperaba su brillo y su aspecto habitable.
Ya habían restablecido los servicios, por lo que ahora podría por fin refrescarme. Me sorprende que también sepa cocinar. Sabe hacer muchas cosas.
Me dirigí al cuarto donde había dejado las bolsas con la ropa nueva y en la que planeaba instalarme. Al abrir la gaveta con intenciones de acomodar mis prendas, algo llamó mi atención de inmediato. Dos prendas íntimas de mujer descansaban en el interior. Mi sorpresa fue tan intensa que mis pensamientos se entrelazaron en una madeja confusa.
¿De quién podrían ser esas prendas? Por un instante, la idea de que pudieran pertenecer a la madre de Vincent se cruzó por mi mente. Pero recordé las palabras de Vincent, su confesión de haberse criado solo con su padre. Entonces, ¿a quién podrían pertenecer?
La confusión se apoderó de mí mientras intentaba darle sentido a esa revelación inesperada.
¿Acaso suele coleccionar la ropa interior de sus conquistas? Es ridículo pensar algo así, ¿cierto?
¿Hace cuánto tiempo que no viene aquí? Además, él dijo que vivía con su padre, por lo que, dudo mucho que trajera mujeres a esta casa.
¿Podría ser que tiene ciertos gustos raros?
La curiosidad y la incertidumbre se entremezclaron, creando un nudo en mi estómago.
Maldita sea, ese no debe ser mi problema. ¿Por qué me estoy metiendo en lo que no debe importarme?
Decidí dejar mis dudas en pausa por el momento y me concentré en tomar una ducha, tratando de despejar mi mente de pensamientos intrusivos. La corriente de agua tibia me envolvía, aliviando la tensión en mis músculos y permitiéndome reflexionar con más claridad.
[...]
Salí del baño sintiéndome renovado y con el espíritu más ligero. Al reunirme con Vincent en la mesa del comedor, mis ojos se abrieron de par en par al encontrarme con un plato de comida que parecía salido de un restaurante gourmet. La presentación era impecable, los colores vibrantes y los aromas tentadores. Me quedé sorprendido, incapaz de contener mi asombro.—¡Wow! Esto se ve increíble. No puedo creer que lo hayas preparado tú.
Él sonrió, satisfecho con mi reacción.
—Que te aproveche.
—¿Tú no vas a comer?
—Sí, pero primero quiero darme una ducha.
Se dirigió hacia el baño mientras yo tomaba asiento y comenzaba a disfrutar de aquel festín culinario. Los sabores estallaban en mi boca, deleitando mis sentidos y saciando mi hambre. Cada bocado era un regalo para el paladar, una muestra de la habilidad culinaria de Vincent.
Me acabé la comida tan ligero que después no encontraba cómo pararme de la silla por la llenura. En ese momento, noté cómo Vincent regresaba al comedor, llamando mi atención con su presencia imponente. Vestía ropa deportiva que resaltaba su figura robusta pero tonificada. Un sujetador deportivo revelaba parte de su torso, mientras un pantalón corto exhibía sus piernas musculosas y poderosas. Hasta en la espalda tiene tatuajes.
Mi mirada se encontró con la suya, y por un instante, quedé sin palabras. Su atractivo se manifestaba en su esplendor, despertando en mí una mezcla de admiración y atracción. No pude evitar sentirme atraído por su presencia magnética y su fuerza física.
¿Por qué está vestido así? Ya es de noche. Debería ponerse cómodo para irse a dormir, ¿no?
Ajeno a eso, ¿por qué se pone un sujetador? Sé que tiene unos pectorales bien formados y musculosos, pero somos hombres, ¿cuál es la necesidad de taparselos?
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Encadenados IV •Tetralogía Mortal• [✓]
RomanceEn su ardua lucha por mantener en secreto sus identidades, sobre todo, el peligroso y misterioso virus que llevan en su sistema, con tal de llevar una vida normal en la sociedad, al final, tuvieron que asumir la derrota tras ser capturados. Dicen q...