Solución

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Vicky

Mientras conducía por la solitaria carretera en dirección a nuestra antigua guarida, recibí una llamada que interrumpió mis pensamientos. Era Dereck, y en su voz percibí urgencia.

—Dime que me tienes buenas noticias.

—Hemos logrado sacar a Robert de la cárcel. Tenemos una oportunidad de trabajar juntos en el laboratorio subterráneo—anunció Dereck.

Mis manos se tensaron al escuchar esas palabras. El laboratorio subterráneo, un lugar que conocíamos bien, pero que había quedado en desuso después de que nos escapáramos. Sin embargo, la información que Robert poseía y la necesidad de encontrar una solución definitiva al parásito nos llevaban de vuelta a ese sitio.

—Hemos burlado a los guardias que vigilaban el perímetro y estamos dentro—agregó Zaira, cuya voz se unió a la llamada.

—Necesitamos tu ayuda, Vincent. Eres fundamental para la posibilidad de crear un antídoto—pronunció Robert.

El corazón me latía con fuerza mientras procesaba la importancia de esta misión. Si lográbamos desarrollar un antídoto efectivo, podríamos erradicar de una vez por todas el parásito que había causado tanto sufrimiento y muerte.

—Bien. Aún puedo desviarme hacia el laboratorio. Necesitamos unir fuerzas y hacer todo lo posible para encontrar a Vladimir—les dije.

En ese momento, Robert tomó el teléfono de Dereck y su voz resonó con un tono serio y decidido.

—Vincent, debes venir ya. Es aquí donde puedo poner en marcha mis conocimientos y recursos para enfrentar esta amenaza. Si el antídoto no resulta efectivo, la extirpación quirúrgica se perfila como nuestra última opción. Pero primero necesitamos encontrar y atrapar a Vladimir.

—¿Qué riesgos podría llevar la extirpación quirúrgica del parásito?

Hubo un breve silencio antes de que Robert respondiera, su voz ahora cargada de seriedad.

—La intervención quirúrgica en el cerebro conlleva varios peligros y riesgos. Existe la posibilidad de dañar tejido cerebral sano durante la extirpación del parásito, lo que podría resultar en alteraciones neurológicas permanentes. Además, la zona cerebral es altamente vascularizada, lo que aumenta el riesgo de hemorragias durante la cirugía. También existe el peligro de infecciones, cambios en la personalidad y funciones cognitivas, y la posibilidad de recurrencia del parásito si no se extirpa por completo.

Mientras escuchaba las palabras de Robert, sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Los riesgos y peligros asociados con la extirpación quirúrgica se volvían más claros y amenazantes. Sin embargo, también sabía que estábamos en una carrera contra el tiempo y que era necesario explorar todas las opciones disponibles.

[...]


Llegué al laboratorio con paso apresurado, encontrándome con Dereck, Zaira y Robert. Sabía que el tiempo era crucial y Robert necesitaba tomar muestras de sangre y realizar las pruebas necesarias lo antes posible. Me preparé mentalmente para el proceso, consciente de la importancia de obtener los resultados lo más rápido posible.

Mientras Robert se ocupaba de las muestras, el teléfono de Dereck sonó, interrumpiendo el silencio tenso del lugar. Escuché atentamente su conversación con Ian, y un escalofrío recorrió mi espalda al escuchar las palabras que salían del auricular. Amari, la hija de Luna y Doce, había desaparecido y todo indicaba que Vladimir estaba involucrado. El pelaje negro encontrado cerca de la ventana de la habitación de Amari dejaba pocas dudas sobre su presencia.

En ese instante, mi mente hizo una conexión fugaz. Recordé un lugar; una ubicación a la que por algo de tiempo estuvo viviendo Vladimir junto a su hermana, alejándola de malhechores y personas que los querían lejos de los alrededores de sus negocios. Era una ubicación que visité una vez, cuando estuve en busca de ellos, gracias a toda la información que recopilé de los infectados durante mi tiempo trabajando para Robert y la organización.

A pesar de todo lo que había sucedido, no podía evitar pensar que aún había algo de humanidad en Vladimir, que no había perdido por completo su juicio frente al parásito que lo consumía. Lo vi en sus ojos en ese momento que saltó por la ventana. Él no quería herirme, por eso huyó. Sabía que debíamos encontrarlo y detenerlo, pero también sabía que ninguno de nosotros tenía la fuerza suficiente para enfrentarlo en su forma transformada.

Suspiré con resignación y me dije a mí mismo que tendría que volver a lo que había jurado no regresar. Sin embargo, era la única manera de detener a Vladimir y proteger a Amari. Decidido, busqué mi viejo rifle y comencé a buscar en los alrededores del laboratorio los dardos tranquilizantes que solía utilizar para neutralizar a los infectados y traerlos al laboratorio.

Sabía que un solo dardo tranquilizante no sería suficiente, considerando la resistencia que Vladimir había mostrado en el enfrentamiento con Luna. Esta vez, llevaría una cantidad mayor, asegurándome de tener suficientes para hacer frente a la situación. Estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para encontrar a Vladimir y traer a Amari de vuelta a salvo.

Encadenados IV •Tetralogía Mortal• [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora