Libertad

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Me encontraba de pie frente a la puerta de la sala donde Robert aseguraba que se encontraba el antídoto. Aseguré los documentos bajo mi brazo. Aunque aún desconfiaba de sus intenciones, sabía que no tenía más opción que seguir adelante y obtener lo que ellos necesitaban para sobrevivir.

Robert insertó una llave en la cerradura y la giró lentamente. La puerta se abrió revelando un cuarto acondicionado con una temperatura baja y un suave zumbido proveniente de las máquinas de refrigeración. Mis ojos se posaron en una gran nevera metálica en el rincón de la habitación, que parecía ser el lugar donde se guardaba el antídoto.

Nos acercamos con cautela y Robert abrió la nevera. Mi corazón latía con fuerza, anticipando el momento en que finalmente tendríamos en nuestras manos la cura para este virus mortal. Y allí, en el interior, encontré pequeños frascos etiquetados con el nombre del antídoto: "Serovit". Era la esperanza materializada en ese instante.

Cerré la mano alrededor del frasco de Serovit, sintiendo la esperanza fluir a través de mí. Aunque la amenaza seguía presente, ahora teníamos una oportunidad real de revertir los efectos del virus y de desenmascarar a aquellos responsables de esta pesadilla.

Una vez obtuve el antídoto, los aseguré en un maletín, junto a los documentos confidenciales con los nombres de los involucrados en mis manos. No puedo permitir que Robert interfiera en nuestro camino hacia la libertad ahora.

Miré fijamente a Robert, quien se mantuvo en silencio, complacido con su pequeña victoria. Pero sé que no puedo confiar en él. Necesito ganar tiempo y evitar que se interponga en nuestro camino.

Me acerqué sigilosamente a él, manteniendo mi guardia alta. Con mis conocimientos adquiridos en el ejército, le apliqué una técnica de inmovilización, presionando puntos estratégicos de su cuerpo. Observé cómo su rostro se tensó y su conciencia se desvaneció momentáneamente.

Rápidamente, tomé medidas para asegurar su confinamiento. Lo até firmemente, asegurándome de que no pudiera escapar ni causar más problemas. Mi principal objetivo ahora era proteger a los demás infectados y garantizar que salieran de este lugar sin contratiempos.

Una vez que tuve a Robert asegurado, no perdí tiempo y me dirigí en busca del resto de los infectados. Sé que no será fácil. Los guardias patrullan los pasillos, y cada uno de ellos se encuentra en áreas diferentes.

Me moví con sigilo, evitando los puntos ciegos de las cámaras de seguridad. Cada paso que daba era calculado, sabiendo que cada encuentro con un guardia podría poner en peligro la misión.

Después de una búsqueda exhaustiva, logré encontrar a uno de los infectados. Sus ojos reflejaban la desesperación y la esperanza al mismo tiempo. Lo apresuré a seguirme y juntos avanzamos, manteniendo la guardia alta en caso de encontrarnos con los guardias. Sé que él también se encontraba débil. Liberarlo de las cadenas que lo ataban y las maquinarias no fue tarea fácil.

A medida que avanzábamos por los pasillos, encontramos más guardias y nos vimos obligados a enfrentarlos. Utilicé mis habilidades aprendidas en el ejército para neutralizarlos rápidamente, asegurándome de que no alertaran a otros.

Después de una serie de enfrentamientos tensos, logramos reunir a todos los infectados en la sala central. No se podía perder más tiempo. A medida que transcurren los segundos y están fuera de sus cápsulas y sin las maquinarias que mantenían controlada su transformación, pueden volverse más peligrosos.

—Sé que muchos de ustedes están demasiado cansados y débiles, pero necesito que saquen fuerzas de donde no las tienen para que podamos llegar a la salida. Aún quedan muchos guardias merodeando los alrededores.

Nos adentramos en los pasillos, evitando las cámaras de seguridad y sorteando a los guardias que patrullaban el área. Cada movimiento era preciso, cada paso era crucial. No podíamos permitirnos ser descubiertos ahora.

A medida que avanzamos, utilizamos tácticas de distracción y trabajo en equipo para desviar la atención de los guardias y abrirnos camino hacia la salida. El tiempo parecía pasar en cámara lenta mientras nos movíamos con sigilo y enfrentábamos los desafíos que se nos presentaban.

Finalmente, logramos llegar al punto de salida, pero al llegar, la escena que se presentó frente a nosotros fue impactante. Había destrozos por todas partes, cuerpos tirados en el suelo y rastros de la intensa lucha que hubo anteriormente.

Sin embargo, no había rastro alguno de Luna y Vladimir. Mis pensamientos se aceleraron, intentando descifrar qué había sucedido. Miré a mi alrededor y noté que la entrada estaba completamente destruida, como si una fuerza descomunal hubiera arrasado con ella.

—¿Dónde está mi mujer? Dijiste que estaba aquí. Confiamos en ti—dijo Doce.

Intuí de inmediato lo que posiblemente pudo haber ocurrido; y es que, tal vez se adelantaron a salir. No quiero ni pensar que aún están batallando entre ellos.

—No deben estar muy lejos. Definitivamente encontraron la salida.

No había tiempo que perder. Debía concentrarme en la misión y guiar a los demás hacia la salida.

A medida que nos acercábamos al edificio abandonado, los latidos de mi corazón se aceleraban. Sabía que esta era nuestra oportunidad de escapar de una vez por todas. La sensación de libertad estaba al alcance de nuestras manos, y no podía permitir que nada ni nadie nos detuviera.

Mientras avanzábamos por el edificio abandonado, pude ver los rastros de paredes destruidas a lo largo del camino. Era evidente que Vladimir y Luna habían estado por aquí.

Cuando finalmente llegamos a la puerta que conectaba el edificio abandonado con el laboratorio, mi mirada se fijó en el umbral roto y destrozado. Era evidente que algo grande y poderoso lo había derribado. Un escalofrío recorrió mi espalda mientras intuí que pudo haber sido Vladimir.

Me aseguré de que todos cruzaran la puerta y, una vez dentro, cerré con cuidado detrás de nosotros. Ahora estábamos en territorio desconocido, pero al menos estábamos fuera del alcance de la organización.

Después de tanto tiempo de estar encerrados en ese oscuro y opresivo laboratorio, logramos salir a la luz del día. El aire fresco acariciaba mi rostro mientras respiraba profundamente, llenando mis pulmones con una sensación de renovación y libertad.

Habíamos dejado atrás las paredes frías y las sombras amenazantes para encontrarnos en un mundo completamente nuevo. Las lágrimas de alegría y alivio brotaban de sus ojos; su más anhelada libertad se había hecho realidad.

Mientras caminábamos por los terrenos exteriores del laboratorio, nos detuvimos un momento para admirar la belleza de la naturaleza que nos rodeaba. El sol brillaba en lo alto del cielo, las hojas de los árboles susurraban al viento y los pájaros cantaban melodías de libertad. Era un contraste tan marcado con el ambiente estéril y sombrío del laboratorio.

Mientras admirábamos los hermosos alrededores, un sonido repentino rompió el silencio. Levanté la vista y vi a Vladimir volando sobre nosotros. Sus ojos se fijaron en el maletín y pude sentir su codicia e interés de tomarlo.

Antes de que pudiera siquiera reaccionar, Luna apareció de la nada. Con una fuerza asombrosa, se abalanzó sobre Vladimir y lo empujó lejos de nosotros. Fue un movimiento rápido y poderoso, demostrando una vez más su increíble fuerza sobrehumana.

Me quedé asombrado y agradecido por la valiente intervención de Luna. Ella había protegido el antídoto y los documentos. 

—¿Qué demonios pasa con este imbécil? ¿De qué lado estás tú? —le reprochó Luna a Vladimir.

—Luna…

Doce llamó la atención de Luna y ella perdió de vista a Vladimir, quien aún en sus ojos revelaba cierta hostilidad y descontento. Era evidente que aún no había regresado a la normalidad, que aún estaba siendo controlado por el parásito.

—Esto es malo. Debemos inyectarle el antídoto—le dije en voz baja a Luna—. Antes de que sea demasiado tarde.

La diferencia entre ellos y Vladimir, es que el parásito ya está en su cerebro. Lo mismo que sucedió con su hermana Lilith. Entre más tiempo transcurra, más control tomará sobre él. Ninguno de nosotros puede igualarlo en fuerza o tamaño, la única es Luna, pero sería ponerla en riesgo a que él la lastime.

Encadenados IV •Tetralogía Mortal• [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora