Vínculo

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Amari

Me encontraba sentada en la habitación, abrumada por la incertidumbre y la ansiedad que inundaba mi mente. Cada segundo parecía traer consigo una nueva capa de oscuridad y peligro. Mis manos temblaban ligeramente mientras observaba la habitación, buscando alguna señal de esperanza en medio del caos.

Mis padres salieron en grupo para ir en busca de Vladimir, dejándome al cuidado de mis tíos y sus amigos, pero todos ellos estaban en la sala, esperando buenas noticias, pero aún no sabíamos nada. Quería ayudarles, pero luego del antídoto, resultaba inútil. Ni siquiera concentrándome podía ser capaz de conectarme con él. Y lo extrañaba; lo extrañaba mucho… 

De repente, la suave brisa que se filtraba por la ventana cobró vida, y una figura sombría se recortó en el umbral. Era Vladimir, parcialmente transformado por el parásito que lo había poseído. Sus alas negras y majestuosas se extendían detrás de él, evocando una sensación de poder y peligro.

Aunque mi corazón se aceleró al ver su apariencia inquietante, volví a sentir esa extraña conexión con él. Su presencia despertaba en mí una mezcla de curiosidad y compasión. A pesar del miedo que se aferraba a mis entrañas, confiaba en que no me haría daño. Parecía haber una lucha interna en sus ojos, una batalla entre la oscuridad y la humanidad que aún quedaba en él.

Sin pronunciar una palabra, Vladimir extendió su mano hacia mí, como una invitación a un viaje desconocido. A pesar de las dudas y los miedos que surgieron en mi mente, tomé su mano con una mezcla de valentía. Sentí que había algo importante que necesitaba mostrarme.

Con movimientos cuidadosos, Vladimir me ayudó a subir a su espalda, donde las enormes alas oscuras se extendían majestuosamente. Tan suaves al tacto. A medida que sus alas se batían contra el aire, un suave viento acariciaba mi rostro, llenando mis sentidos con la dulce fragancia de la noche. El latido de mi corazón se mezclaba con el sonido del viento, creando una sinfonía de emociones dentro de mí.

Mientras ascendíamos hacia el cielo nocturno, una sensación de asombro y maravilla me envolvió por completo. La ciudad se extendía ante mis ojos, sus luces parpadeantes como estrellas en la oscuridad. La adrenalina fluía por mis venas mientras observaba cómo los edificios y las calles se convertían en diminutos puntos bajo nosotros. Me sentí libre, en armonía con el viento y la noche.

Aunque el silencio reinaba entre nosotros, sentí una comunicación más profunda y significativa que cualquier palabra podría expresar. 

Mientras volábamos en medio de la noche estrellada, sentí la euforia y la liberación que solo el vuelo podía brindar. El viento acariciaba mi piel, susurros invisibles en mis oídos, mientras la ciudad se desplegaba ante nosotros en una sinfonía de luces y sombras. Era un momento mágico, una experiencia única que solo unos pocos tienen la oportunidad de experimentar.

En ese instante, supe que nuestro destino estaba entrelazado de una manera que no podía comprender por completo. Pero no importaba lo que el futuro nos deparara, estaba dispuesta a enfrentar cualquier desafío a su lado. Con cada bocanada de aire nocturno y cada latido de mi corazón, me aferré a la esperanza de que mi presencia pudiera ayudarlo a encontrar la luz en medio de la oscuridad que lo acechaba.

A medida que descendíamos de los cielos, la emoción y el asombro aún fluían a través de mí. Aunque sentía un vínculo profundo con él, también sabía que estábamos en medio de un peligro inminente.

Finalmente, aterrizamos en un lugar apartado, lejos de miradas indiscretas. Era una pequeña cabaña abandonada, rodeada por árboles altos y frondosos. El olor a musgo y tierra llenaba el aire, creando una sensación de aislamiento y seguridad. Pero había algo más en el ambiente, un aroma peculiar que parecía desafiar cualquier explicación lógica.

Vladimir se acercó a mí, su mirada llena de determinación pero también de preocupación. Las venas negras marcaban la mitad de su rostro, una manifestación visible de la oscuridad que lo consumía. 

Con una voz suave y cargada de urgencia, habló con sinceridad:

—Necesito que te escondas aquí. Este lugar está impregnado de un olor especial, una combinación de hierbas y esencias que actúan como un repelente para los murciélagos y otros infectados. Te protegerá de mí.

¿Protegerme de él? 

¿Y por qué ese olor no me hace daño a mí? Yo también estuve infectada. ¿Acaso realmente ese parásito ya no habita en mí? ¿Realmente me he librado de el para siempre? Si es así, entonces, ¿por qué hay noches que tengo la sensación de que algo se mueve dentro de mi cabeza? 

Mis ojos se llenaron de preocupación y negación mientras escuchaba sus palabras. Sabía que él luchaba por mantener su humanidad intacta, pero también sentía un profundo lazo con él. No podía imaginar alejarme y dejarlo solo en medio de su lucha interna. Mi voz temblorosa escapó de mis labios en un susurro.

—No puedo dejarte. No importa lo que estés enfrentando, estaré aquí contigo.

Cerró los ojos por un momento, sintiendo la sinceridad de mis palabras. La angustia se reflejó en su rostro, pero sabía que era lo correcto. Con movimientos decididos, me condujo hacia la cabaña y me aseguró que estaría a salvo allí. Su rostro se volvía más oscuro cada segundo que aspiraba el olor.

—Esconderte es la única opción para protegerte, Amari. Prométeme que no saldrás hasta que todo haya terminado.

Mis ojos se llenaron de lágrimas mientras asentía con la cabeza, comprendiendo la gravedad de la situación. Aunque era doloroso separarme de él otra vez, entendía que era necesario para mantenerme a salvo. 

—Lo prometo. Me esconderé aquí y esperaré hasta que regreses.

Con un último vistazo cargado de angustia, Vladimir cerró la puerta de la cabaña, encerrándome en su interior. A medida que el sonido de sus pasos se desvanecía, me sentí sola y vulnerable, pero también llena de una determinación inquebrantable. Sabía que debía confiar en que Vladimir lucharía por liberarse de la oscuridad que lo consumía, pero otra parte de mí quería ayudarlo. 

En ese pequeño refugio, rodeada por ese misterioso olor, me preparé para la espera. Aunque mis emociones eran un torbellino interno, me aferré a la esperanza de que Vladimir regresaría a mí, restaurado y libre del parásito que amenazaba con destruirlo.

En la oscuridad de la cabaña, encontré consuelo en los susurros de la naturaleza que se filtraban por las grietas. Cerré los ojos, esperando el momento en que Vladimir regresaría y me llevaría lejos de la oscuridad hacia una nueva luz.

Encadenados IV •Tetralogía Mortal• [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora