Curiosidad

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Vladimir

Desde que dejamos atrás nuestro refugio, siento que mi vida ha dado un giro inesperado. Ahora estoy acompañando a Vincent en nuestro viaje de regreso a una vida que creíamos haber perdido para siempre. A medida que nos adentramos en las calles de la ciudad, experimenté una extraña sensación de liberación, una ausencia de la constante preocupación de ser perseguido y capturado.

Mientras avanzábamos por las calles, no pude evitar que mi mente regresara a los días en los que mi existencia se limitaba a las sombras de los callejones y las miradas despreciativas de los transeúntes. Durante mucho tiempo, vagué por la ciudad junto a mi hermana, desesperados y sin esperanza, mendigando para sobrevivir. Cada día era una lucha constante por encontrar algo de comida y un lugar seguro para descansar.

Pero, a pesar de todas las dificultades, siempre hubo un rayo de luz en mi vida: mi hermana Lilith. Ella era mi única familia, mi ancla en un mundo oscuro y hostil. Juntos compartimos cada momento difícil, cada noche en vela buscando consuelo mutuo y cada esperanza de que las cosas mejorarían algún día.

Extraño su risa contagiosa y su valiente espíritu, siempre dispuesta a enfrentar los desafíos que la vida nos presentaba.

Aunque la pérdida de Lilith siempre será una herida abierta en mi alma, encuentro consuelo en la idea de que, de alguna manera, su espíritu vive a través de mí, impulsándome a ser mejor.

Sin embargo, no todo es paz en mi mente. Las pesadillas persisten, recordatorios inquietantes de las veces en que perdí el control y me convertí en una bestia sedienta de sangre. Aunque sé que no puedo cambiar el pasado, el peso de mis acciones pasadas sigue acechándome en mis sueños más oscuros.

Es curioso cómo algo tan simple como mirar las calles de la ciudad a través del cristal del coche se ha vuelto tan diferente para mí. El paisaje urbano, una vez visto como un peligroso laberinto de amenazas y acecho, ahora se presenta como un escenario de vida cotidiana, con personas caminando despreocupadas y vehículos transitando sin temor.

Pero lo que más me sorprende es la comodidad extraña y cálida que siento cuando estoy al lado de Vincent. Su presencia es reconfortante y me da un sentido de pertenencia que nunca había experimentado antes.

—¿En qué piensas? —su pregunta me distrajo de los pensamientos.

—En nada. ¿A dónde iremos? ¿Dónde nos alojaremos ahora?

—Nos quedaremos a dormir en el coche.

—¿Qué? ¿Decidiste irte del lugar donde estábamos, cuando allí teníamos todo para sobrevivir y estábamos bien, para ir por algo incierto?

—Yo no te obligué a venir conmigo, ¿o sí? 

—Espero sea una broma.

Vincent estacionó el auto frente a una casa. Parecía un vecindario tranquilo. Me pidió que me quedara en el auto mientras él iba a buscar algo. Tenía muchas preguntas y dudas en mi mente, pero decidí mantenerme en silencio y confiar en su juicio. Sabía que Vincent siempre tenía un plan, incluso si no siempre lo revelaba de inmediato.

Mientras esperaba en el auto, miraba por la ventana tratando de adivinar qué podía estar haciendo. ¿Qué necesitaría en esa casa desconocida? ¿Por qué me pidió que me quedara en el auto? Mis pensamientos iban y venían, llenándome de incertidumbre y curiosidad.

Después de un rato, vi a Vincent salir de la casa. Tenía una expresión serena, aunque no traía nada a la mano. ¿Cuál fue el propósito de venir aquí?

—Vamos a hacer una parada rápida antes de continuar nuestro viaje.

Intrigado, permanecí en silencio durante el camino. Me estuvo curioso que se estacionara frente a una tienda de ropa para hombres.

Encadenados IV •Tetralogía Mortal• [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora