Lucha

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Vincent 

Me encontraba en un estado de dolor y debilidad, malherido y luchando contra el tiempo. Había intentado proteger a Vladimir de las garras del parásito y ahora me encontraba como objetivo, catalogado como un "traidor" por los guardias del laboratorio. Sentía el ardor de las heridas en mi hombro derecho y abdomen, pero no podía permitir que eso me detuviera.

Con cada respiración entrecortada, me impulsé a levantarme del suelo frío del cuarto. La determinación ardía dentro de mí mientras recordaba mi propósito: evitar que Vladimir hiciera daño a los demás y protegerlo a él también de aquellos que lo quieren capturar para seguir experimentando con él.

Mi cuerpo temblaba de dolor, pero mi mente estaba clara. Me arrastré hacia la puerta y observé cautelosamente por los pasillos en busca de cualquier indicio de los guardias que me buscaban. Mi objetivo principal era encontrar un arma, algo que me diera una oportunidad de defensa. 

La oportunidad se presentó cuando vi a uno de los guardias hablando por su radio en medio del pasillo. Con todas mis fuerzas, me arrastré silenciosamente hacia él y, en un rápido movimiento, le arrebaté su arma. Sentí el frío metal en mi mano, un símbolo de esperanza en medio de la oscuridad que me rodeaba.

Me erguí con dificultad, apoyándome en la pared para mantener el equilibrio. Cada paso era un desafío, cada movimiento una prueba de mi resistencia. Avancé por los pasillos del laboratorio, siguiendo las pistas de Vladimir. A veces, me escondía en las sombras, evitando a los guardias que patrullaban en busca de su presa. En otras ocasiones, me enfrentaba a ellos, defendiéndome con lo poco que me quedaba de fuerza.

El tiempo parecía dilatarse, y el dolor se entrelazaba con mi determinación. Cada vez que pensaba en rendirme, recordaba el rostro de Vladimir. Eso me impulsaba a seguir adelante, a superar mis límites y enfrentar los peligros que acechaban en cada esquina.

Finalmente, llegué a una puerta entreabierta. El sonido de pasos frenéticos, murmullos y estallidos indicaba que estaba cerca de encontrarlo. Y no me equivoqué, allí estaba él. 

No había tiempo para dudar. Me acerqué a él con el arma en mano, tratando de ignorar el dolor que me atravesaba. Sabía que tenía que detenerlo, no solo por el bien de los demás infectados, sino también por el suyo propio. Lo llamé por su nombre, tratando de encontrar alguna conexión con el Vladimir arrogante, pero bondadoso que conocí, pero ese, por lo visto, en estos momentos estaba ausente. 

—Tienes que reaccionar. Este no eres tú—le supliqué, aunque sabía que era una súplica en vano.

En ese instante, sus alas se desplegaron con fuerza, golpeando el techo con una potencia que hizo que el piso superior se resquebrajara. Me asombré ante su poder, dándome cuenta de lo mucho que se había fortalecido. Aquello complicaba aún más mi misión de detenerlo.

Pero algo más captó mi atención en medio de la caótica escena. En un destello de lucidez, comprendí que Vladimir se dirigía hacia Luna. Aunque desconocía el motivo detrás de su búsqueda, sabía que tenía que llegar antes que él.

La fuerza me abandonaba, pero mi determinación se mantenía firme. Aprovechando cada fragmento de resistencia en mi cuerpo, me adentré en los pasillos del laboratorio, persiguiendo a Vladimir. Los guardias se interponían en mi camino, intentando detenerme, pero con cada embate, cada golpe y cada evasión, les mostraba que no me rendiría sin pelear.

El dolor se intensificaba con cada paso, cada movimiento, pero lo ignoré. Mi único objetivo era alcanzar a Vladimir y evitar que pusiera en peligro a Luna y a los demás infectados. Me apoyé en las paredes, buscando pistas y siguiendo su rastro.  

Encadenados IV •Tetralogía Mortal• [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora